Juan Pablo II y la globalización

El Papa Juan Pablo II durante su vista a Cuba en 1998 declaró que “el mundo está presenciando el resurgimiento de cierto capitalismo neoliberal que subordina a la persona humana a las fuerzas ciegas del mercado” y aseguró que “desde sus centros de poder, tal neoliberalismo a menudo impone cargas insoportables a los países menos favorecidos” y como resultado tenemos que “los ricos se hacen más ricos, mientras los pobres se hacen más pobres” .

Dos años después, el 1 de mayo del 2000, durante la homilía de una misa en el Jubileo de los Trabajadores, afirmó que la globalización “no debe violar jamás la dignidad y centralidad de la persona humana, ni la libertad y la democracia de los pueblos” y que las personas “no deben convertirse en herramientas sino deben ser protagonistas de su futuro”.

Asimismo, al día siguiente Juan Pablo II expresó que la globalización para ser positiva debe regirse por la solidaridad, la participación y la subsidiaridad responsable y estar atenta a las necesidades de los más débiles y los beneficiarios de la globalización debe ser compartido y no debe reducir al hombre a una “mercancía de intercambio”.

Finalmente, en su discurso del año 2001, en la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, reiteró enfáticamente que “la ética demanda que el sistema se adapte a las necesidades del hombre y no que el hombre sea sacrificado en aras del sistema”.

No le faltó razones al Sumo Pontífice para pronunciarse sobre el fenómeno de la globalización, en definida opción por los pobres, en defensa de la persona humana y de sus plenos derechos conculcados históricamente.  y en su prédica de un nuevo modelo de desarrollo humano integral concordante con la Doctrina Social de la Iglesia Católica que supere y erradique las desigualdades, exclusiones e injusticias sociales imperante en el planeta.

Qué desigualdad más grande la existente actualmente: la quinta parte más rica de la población mundial posee el 80 por ciento de los recursos del mundo, mientras que la quinta parte más pobre apenas posee el 5 por ciento. En el mundo sólo 347 grupos dominan el 80 % de la economía mundial. Y la globalización económica únicamente beneficia al 20 % de la población mundial.

Según el Banco Mundial la distribución de los beneficios del progreso mundial continúa siendo extremadamente desigual. “El ingreso promedio en los 20 países más ricos es 37 veces mayor que el de las 20 naciones más pobres; esta brecha se ha duplicado en los últimos 40 años.”

De acuerdo con Nayyar (2000), en 1997 el 20 % más rico de la población mundial, residente en los países de renta alta, participaba en el 86 % del PIB mundial, mientras que el 20 % más pobre, residente en los países de renta baja, sólo lo hacía en el 1 % del mismo.

Compartimos la posición de la doctrina social de la Iglesia católica al optar por una globalización con rostro humano en defensa de la vida de las personas, de los derechos humanos, de la calidad de vida y de una equitativa y justa distribución de la riqueza, con solidaridad e inclusión social, mejor informada y más formada en valores humanos.