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Martes 27 de diciembre 2011

Navidad es Amor: Reflexiones de un periodista

Por: Wilbe Brios.
Navidad es Amor: Reflexiones de un periodista
Foto: elpais.cr

Jesús y su mensaje de amor llegaron a nosotros hace más de dos mil años, cuando Roma era el centro del poder, saber y la corrupción del mundo conocido.  Grandes culturas se habían desarrollado en diversos lugares del planeta y habían contribuido al progreso de la humanidad en las letras, artes y ciencias, como Grecia, China, India, Egipto y la misma Roma a través de miles de años; pero ninguna se había interesado en darle valor al ser humano, propugnando su realización personal y social, potenciando sin distinción sus capacidades físicas, intelectuales y afectivas.  A pesar del progreso material, con edificaciones que desafían el tiempo, nadie hasta la llegada de Jesús se preocupó que el hombre tuviera trascendencia en su vida y le diera sentido.  En aquellos tiempos para muchos hombres y mujeres la vida no valía nada.

La Biblia nos dice que Dios creó el universo, pero su creación suprema fue el hombre y su compañera la mujer.  Hace como seis mil años, en el paraíso Dios hizo un pacto con Adán ofreciéndole todos los beneficios de la buena vida sin trabajar, pero fracasó: la parejita recién creada uso y abusó del árbol del bien y del mal por la retorcida influencia de la serpiente, por lo que fueron expectorados del Edén.  Los descendientes de Adán también se apartaron de Dios y éste tuvo que enviar profetas para que retomaran sus enseñanzas y, a la vez, ángeles, arcángeles, querubines y serafines, para que castigaran a pueblos y personas idólatras y herejes que no escuchaban sus palabras.  Nuevamente Dios hizo un pacto con el hombre a través de Noé, el del arca y el diluvio, pero pasó un tiempo y la humanidad se llenó de maldad; por lo que nuevamente Dios -para salvar a la humanidad- decide hacer otro pacto con Abraham “Padre de muchos pueblos”, de quien descienden los reyes David y Salomón.  Sin embargo, llevados por el mal, otra vez los hombres se alejan de la senda del bien, por lo que el persistente Dios tiene que hacer un nuevo pacto: esta vez con Moisés, aquel de los Diez Mandamientos, su máximo profeta y legislador, tampoco obtuvo resultados positivos puesto que la humanidad, usando sin freno su libre albedrío concedido por Él, cae nuevamente en las tinieblas del mal, viéndose obligado a enviar a su Hijo Jesús para redimir a la humanidad de sus pecados, quien ofreció su vida como máximo sacrificio pero nos dejó para siempre sus enseñanzas basadas en el amor, con aquello de “amar al prójimo como a ti mismo”…

El nacimiento, muerte y resurrección de Jesús, que provenía del rey David, son milagros para quienes profesamos la fe cristiana… Pero el cambio que se produjo en el mundo por sus enseñanzas morales y éticas, trasciende las fronteras de las religiones.  La luz de su influencia universal opacó a la opulenta Roma, siendo reconocido el cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano el año 325 por el emperador Constantino El Grande, que se mudó a Constantinopla, convirtiéndose el Obispo de Roma en lo que es la actual sede del cristianismo y su representante el Papa.  Aquello de perdonar a los enemigos, ser misericordiosos, ser humildes, ayudar a los pobres, dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, son algunas de las enseñanzas que deben revitalizarse con cada Navidad, parafraseando lo que decía San Agustín”busca la paz y el amor en el fondo de tu corazón, de ahí solo pueden salir cosas buenas”, lo que es válido para los humanos de todas las religiones… Lamentablemente todavía hay mucho por hacer…

Por eso es que cuando en estos días veo como el consumismo supera las más puras tradiciones y mensajes de la Navidad, basadas en el amor al prójimo; cuando el regalo cobra más importancia que el abrazo sincero, siento que pronto Dios tendrá que hacer otro pacto con la humanidad de este siglo para que -sin ser mojigatos o cucufatos- se nos enseñe nuevamente a pensar un poco menos en nosotros mismos y más en los que necesitan de nosotros; para que extraigamos lo mejor del fondo de nuestro corazón y lo pongamos a disposición de los demás; para que compartamos lo mucho o poco que tenemos con quienes tienen menos que nosotros, porque son discapacitados o ancianos o enfermos terminales o niños dolientes en el pabellón de quemados que viven amarrados para no lastimarse o niños muertos en vida por el sida que padecen por el desatino de sus padres o prójimos que habitan en hospitales siquiátricos que no tienen razón, que no saben, ni sienten para que viven o inocentes que están presos… Navidad es amor, y sólo el amor nos traerá la paz, y la paz interior nos traerá la felicidad, y la felicidad del alma nos hará libres…

Probablemente haya arado en el mar con estas reflexiones, pero –además- no puedo callar mi indignación cuando veo casas, oficinas y negocios, en donde más se cuida el detalle externo de las cosas con arbolitos, luces multicolores, guirnaldas y papá noeles,  sin hacer un espacio mínimo para recordar el misterio del humilde pesebre con Jesús, María, José, la vaca y el burro que los abrigaron, el gallo que cantó la Buena Nueva, la estrella que guió a los pastores y estos humildes personajes con sus carneros saludando al recién nacido.  Luego llegarán Melchor, Gaspar y Baltazar. Así lo hacía mi madre en nuestro hogar, sembrando su trigo en latitas con semanas de anticipación, colocando sus angelitos hasta en el minuto previo a las doce campanadas, presentándonos a mi padre y hermano la efigie del niño nacido a las doce en punto para saludarlo, antes de nuestra íntima cena familiar con pavo, chocolate y panetón

Un afectuoso y cariñoso saludo por Navidad a todos ustedes, estimados amigos.  Tomemos unos minutos de nuestras vidas para dar gracias a Dios por lo que tenemos -mucho o poco- y disfrutemos de esta noche especial en nuestros hogares como lo hacen miles de millones de personas en todos los confines del mundo, cada quien según sus creencias y tradiciones.  En la costa de nuestro Perú cenaremos pavo y tomaremos pisco, de manera especial en Ica que brindan con “los orines del niño”, bebida especialmente preparada a base de uva.  En la sierra cenaremos chancho al horno y brindaremos con aguardiente, con bailes y danzas típicas alusivas a la fecha.  En los pueblos de nuestra amazonía la cena será con gallina ponedora acompañada de juane y rociada con masato, bebida preparada a base de yuca.  Es Navidad amigos, alegremos los corazones, sobre todo de nuestros hijos y nietos, que de ellos es la fiesta…

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