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Jueves 29 de diciembre 2011

José Rivero: educación, docencia y clase política en el Perú

Por: Eudoro Terrones Negrete
José Rivero: educación, docencia y clase política en el Perú
Foto: Generaccion.com

El autor del artículo, Eudoro Terrones Negrete

José Rivero,  es uno de los prestigiosos educadores y Gran Amauta con que cuenta el Perú. Laboró como especialista regional de la UNESCO, es miembro del Consejo Nacional de Educación, directivo de Foro Educativo, consultor en políticas educativas y autor de importantes obras sobre educación.Rivero nos entrega ahora un compendio sobre Educación, docencia y clase política en el Perú [1], obra en la que aborda el complejo y agudo problema de la realidad educativa desde una visión holística y crítica, analiza las causas y plantea soluciones en el que compromete la participación de la comunidad nacional.

La obra de Rivero consta de tres partes. La primera parte trata sobre la grave situación educativa, las iniciales respuestas a la crisis educativa, las tendencias mundiales de cambio en la educación, las visiones del Banco Mundial, la posibilidad de transformar nuestra educación, el Proyecto Educativo Nacional y la Regionalización.

La segunda parte comprende las actuales demandas a la profesionalización docente, la realidad del docente, los aspectos críticos que afectan a la política magisterial, la actual política magisterial, las aspiraciones y aportes de los docentes, los desafíos de la formación docente y la nueva carrera pública magisterial.

Y en la tercera parte el autor desarrolla todo lo relacionado con la acción educativa en gobiernos militares durante el siglo XX, la historia de desencuentros entre la clase política y educación y las agendas educativas del presidente Alan García.

José Rivero nos recuerda que el problema educativo de Perú radica en la baja calidad educativa, la explosiva expansión demográfica, la mala organización social, el crecimiento económico inestable y desigual, la irresponsabilidad de los que gobernaron el país, la aplicación de políticas económicas populistas, las brutales acciones de Sendero Luminoso, la sistemática corrupción en el manejo de los recursos públicos, la irrisoria asignación de recursos presupuestales, las precarias remuneraciones a los profesores,  la baja preparación profesional de los docentes, entre otros.

Precisa que “la reiterada utilización del derecho a la huelga (del SUTEP) como principal medio de lucha ha afectado la educación del país y la imagen pública del gremio”.

Señala que “si en los tres primeros grados de enseñanza primaria no aprenden a tener suficiente comprensión lectora, están condenados a fracasar como estudiantes”. Y concluye: “Lo más grave es que el sistema se ha habituado a esto y hay una suerte de complicidad e indiferencia institucionalizada. Se asume como natural que los alumnos fracasen y se atribuye esto a la pobreza, es decir, a causas completamente ajenas a la docencia, a la escuela y al sistema”.

Revela que “la evidente desarticulación de los procesos formativos respecto a los requerimientos del mercado laboral y productivo impide que los egresados de los centros de formación profesional accedan al mercado laboral. A esta realidad se suma la postergación que sufren los centros de formación técnica con enfoques formativos obsoletos, docentes sin actualización y huérfanos de equipos, e insuficientes herramientas e infraestructura (Añaños, 2007)”.

Advierte que “el principal problema económico de nuestra educación son los costos que representa para el país el número de alumnos desaprobados y desertores, en cuya educación se ha invertido un capital económico que termina simplemente por perderse”.

Ante la pregunta ¿Es posible transformar nuestra actual educación? Rivero responde: “El Proyecto Educativo Nacional y la forma como fue construido son la principal respuesta a este interrogante. Asumido oficialmente por el Gobierno de Alan García, ha generado creciente conciencia en estamentos representativos de nuestra sociedad, de nuestra economía, en agremiaciones docentes y de la clase política, sobre su potencialidad para servir de línea orientadora de lo que hay que hacer en materia educativa en los próximos tres lustros. Representa, pues, el norte que debe construirse desde hoy. Por eso, la responsabilidad del Gobierno del presidente Alan García es enorme, y consiste en no frustrar esa potencialidad y canalizarla con voluntad política, decisión y audacia, expresada en mayores presupuestos y renovados mecanismos de gestión y dando pasos como estadista preocupado en las próximas generaciones”.

Refiere el Gran Amauta del Perú, José Rivero, que será difícil reconstruir nuestra educación “si el sistema no entrega al sector educación el mínimo de recursos que una educación de calidad exige, si los recién egresados son fagocitados por un cuerpo docente cansado y en gran parte inamovible en su descontento y su recelo”.


[1]  Rivero, José. Educación, docencia y clase política en el Perú. Ayuda en Acción y Tarea Asociación de Publicaciones Educativas, Lima, 2007.

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