Las redacciones periodísticas suelen tener poco material al inicio de cada año, es más, los programas televisivos de carácter político, que atosigan a nuestros compatriotas los domingos, se van de vacaciones.
Sin embargo el 2012 parece que va ser atípico, ya hay noticia, con promoción incluida, el inicio de un proceso de revocatoria a la alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Argumentos legalistas siempre existirán, la imaginación de los letrados no tiene límite, así que eso no será problema.
El interesante caso tiene dos temas en curso: la recolección de firmas y la movilización ciudadana para sufragar por la salida de la alcaldesa y sus huestes; claro está si es que consiguen las firmas.
El número de rúbricas necesarias no es nada desdeñable, en este caso 400 mil, la pregunta imprescindible es ¿se podrán conseguir? No hay una evaluación cuantitativa sentenciosa, por lo menos a nivel de encuesta reciente, pero si tomamos como referencia el nivel de desaprobación de la antes llamada cariñosamente “tía regia”, la cifra señala, que Susana ya debería estar desempolvando material para sus próximos talleres, organizados por ONG, como en sus viejos tiempos. El sentimiento ciudadano, fundado o infundado, que no pongo en discusión sino hago referencia factual, es adverso, siente que no hay logros y que retrocedemos, siendo la fuente de información, la calle; salvo que alguna encuestadora salga a decirnos lo contrario.
La otra incógnita es: ¿una vez firmados los planillones, se generará la movilización suficiente para marcar en una papeleta de escrutinio un “Sí Márchese”? La voluntad ejecutora de una orden de lanzamiento inmediata, puede cambiar solo si la líder de la bufanda verde, entra a una vorágine de inauguraciones, tal como nos acostumbró su satanizado antecesor, Luis Castañeda Lossio. Mi opinión es que no veo la forma que la alcaldesa, cambie de rumbo, de la cháchara a la rotura del espumante de rigor y la razón no es difícil de entender, para inaugurar hay que construir, por supuesto previamente licitar y antes de eso tener expedientes técnicos culminados, los que no hay, por el prurito de hacer las cosas diferente al ejercicio anterior.
El timing para cerrar el ciclo inaugurador no alcanza, pues desde expediente culminado hasta ceremonia de entrega de obra, se necesitan no menos de 18 meses. Es decir que hacia noviembre próximo, fecha probable de la votación, no tendrá nada nuevo que exhibir
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