Nada auspicioso se presenta el escenario mundial para el 2012, no solo por los temas de naturaleza económica-financiera,que ya llevan una persistencia de cuatro años; ahora también tenemos los políticos-sociales que se iniciaron en Túnez hace un año y que han originado colaterales que están corriendo como reguero de pólvora. Es preciso tener una lectura correcta de la evolución de los hechos globales para tomar las decisiones locales apropiadas, dado los efectos que generan estas externalidades.
En el primer caso, la duda es la reacción de la economía y de los actores sociales en España, Portugal, Italia y Grecia ante las medidas de severo ajuste en las cuentas fiscales, que han derivado en congelación de salarios, incremento del número de horas laborales y de la edad límite de jubilación.
Si no hay señales concretas en el corto plazo que generen la confianza en los ciudadanos que van por el camino correcto, la clase política va tener serios problemas para seguir ahondando en las reformas necesarias, lo que no les permitirá crecimiento y hasta puede agravar los procesos recesivos que ya experimentan. Esto traerá sus complicaciones en China, que si bien es cierto es un gran mercado en sí misma, la componente exportadora hacia la Unión Europea tiene un rol importante. Este indeseable pero altamente probable escenario sería nefasto para los países primario exportadores, como el nuestro.
En el caso de Medio Oriente, los problemas que se viven en Siria e Irán pueden derivar en una conflagración con severos efectos en el precio del crudo. En esta oportunidad la Federación Rusa no se pondrá de perfil, como lo hizo con Libia, pues el precedente de desestabilización de gobiernos por fuerzas internas, con innegable logística occidental, ha empezado a tocar la puerta del Kremlin que mostrándose sólido parece flaquear ante el acoso.
Por las mismas razones, China tampoco será impasible, es decir que el cuadro es más complicado del que parece. Israelíes y americanos que vienen jugando con fuego deben tener muy presente estos asertos. La connotación económica de la tensión o de un escenario de conflicto será un crudo de mayor precio en los mercados, que está demostrado que trae consigo un componente recesivo.