Para algunos nos es fácil hablar de los amigos, pero es difícil hablar del propio amor, así me pasa con los libros, hablo de los que me gustan, pero de los que me apasionan, me pone nerviosa decir algo.
La trilogía Millenium ha atrapado a miles de lectores en estos dos últimos años y soy una de las atrapadas. Los personajes de Lisbeth Salander, una chica fuera de lo común, a la que terminas estimando con un cariño proteccionista, que si existiera, no sería amiga nuestra, porque no es la típica sociable, a menos que seas un hacker y te conozca en la red. Una mujer que parece vencer el miedo por sus atacantes, pero no vence el miedo a enamorarse. Y Mikael Blomkvisk, "Kalle Blomkvist el de los cojones", periodista ejemplar, del tipo que todos los periodistas quisiéramos ser, apasionado por sacar a la luz la verdad sin temor a su seguridad, ético con sus fuentes, sin temor a las autoridades; ambos te conquistan en la historia creada por el escritor y periodista sueco, Stieg Larsson.
A través de "Los hombres que no amaban a las mujeres", "La chica que soñaba con un bidón de gasolina" y el último de la saga "La reina del palacio de las corrientes de aire", Larsson hace una serie de denuncias de casos de violación de derechos, corrupción gubernamental y abusos de poder que no son ajenos a cualquier país, donde en sus entrañas, sólo reina la protección egoísta de los que tienen el poder en sus manos.
En esta última entrega el discurso del libro te mantiene en una tensión permanente y con el corazón encogido. Las conspiraciones del "Club de Zalachenco", la lucha de la abogada de Lisbeth por ganarse su confianza, los mensajes que recibe Erika Berger como nueva redactora y jefe de SMP, la policía dividida en dos flancos: los que la apoyan el caso del Lisbeth y los que tienen el poder y la quieren hundir para salvar el pellejo de un grupo corrupto, Lisbeth aislada en el hospital sin su arma, una computadora, Mikael arañándose por Lisbeth mientras comparte un romance con un agente secreto, y la desaparición del desgraciado hermanastro de Lisbeth que sabes que la quiere matar, una vez más, no te dejan solar el libro.
"No todo es Lisbeth en este libro" leí por allí, sin embargo todos los sucesos provocan un nudo que no se desata así no más. Mientras uno va leyendo, con un par de amanecidas, esperando que se desate la tensión, el interés aumenta hasta que no lo terminas.
En primera instancia, el solo hecho de que Zalachenco entre la habitación de su hija a aniquilarla o que Teleborian pueda acercase a Lisbeth en el cuarto de hospital te produce una punzada al corazón, pero el lector le queda agradecido al médico con el que Lisbeth cuenta que se convierte en uno de sus protectores. Por un momento parece que el libro acaba y de pronto se inicia nuevamente, según algunas entrevistas al jefe de Larsson, él estaba escribiendo el cuarto libro cuando sufrió un ataque al corazón, el cual está en manos de su pareja y no lo quiere soltar porque los derechos pertenecen a la revista que ellos tenían. Mas informacion blog de Israel y Millenium IV.
Mario Vargas Llosa se pronunció sobre la trilogía en un artículo del diario El País con el cual coincido en la orfandad que nos ha dejado el fin de la trilogía. Lo que me parece injusto es que no ha tenido la angustia de muchos de nosotros de esperar uno a uno cada libro.
*Periodista, comunicadora, especialista en temas culturales
Artículo tomado de Inktense