Esta telellorona ha sido más grande que otras series, en donde el orgullo desmedido, la estupidez, la falta de una percepción equivocada de sí mismo y la tozudez, han sido los máximos exponentes de su sustento. Definitivamente demuestra este caso que el Sr. Omar Chehade era un tipo inflado por él mismo, por su partido y hasta por el presidente.
Su “éxito relativo” en el papel que le cupo en la extradición de Fujimori hizo que se metiera en meandros para los cuales no estaba preparado; agregaríamos, que nunca lo estará. Hay gente menos preparada que ha tenido una carrera más larga y rentable que este señor dotado de una torpeza política como pocas veces se viera, un ejemplo: Luna Gálvez, no es nadie, pero tiene talento para sobrevivir.
Entiendo que, tenía asesores que lo pudieron haber aconsejado; y por lo que sé, no le hizo caso a ninguno. Tenemos un amigo común, un hombre no solo inteligente, sino brillante, que me dijo: “no escucha”. Político que no escucha, es político que va al despeñadero inevitable. Hoy Chehade, que no deja de sorprendernos con su altivez escindida de la realidad, es un despojo de político, es un bagazo de respaldo para cualquier causa; un peso muerto.
Puede ser que su intensión al convocar a los generales en “Las Brujas…” hubiese tenido un origen sincero y una preocupación bien intencionada, pero lo que hizo y dijo, a partir de ese episodio lo corona como un mequetrefe desubicado en la política peruana y en nuestra maliciosa sociedad.
Hoy es peor que nadie; es un completo fracasado, majadero y absurdo que confiesa que se va a dedicar a la lucha anticorrupción; ha llegado a ser un personaje de opereta bufa. Si él, desde el primer momento hubiese pedido disculpas, ya que el asunto no era muy claro, y se disfrazó de dignidad, de valentía de utilería y dignidad a toda prueba; el asunto se desinflaba y hasta podría haber mantenido la segunda vicepresidencia.
Cuando fue citado a la Comisión que lo investigaba, fue altanero y retó a varios de sus integrantes, antes de pedir sinceras disculpas. Siguió en sus trece y tercamente se agarró de un discurso cada vez más viscoso y absurdo. Siempre tomó decisiones tardías.
Es una vergüenza el blindaje que lo ha salvado del desafuero; es un descaro del gobierno, de los que votaron por su salvación, de los humalistas y hasta de sus aliados, que tendrían que declarar su posición; y hasta de los aprohumalistas autosilenciados.
Magdalena Del Mar, 20, enero, 2012
Julio Garrido Huaynate