Martes 23 de abril 2024 | Contáctenos
Definitivamente en nuestro Perú nos hemos, desgraciadamente, acostumbrando que lo mediático condicione los destinos de nuestro país. Esto, fundamentalmente es consecuencia del actuar de una clase política mediocre, oportunista, que solo busca en la mayoría de casos defender intereses particulares, yendo en detrimento del interés general.
En la coyuntura que viene atravesando nuestro país y que a todos por ende nos involucra, con temas de agenda como son el Movadef, la revocatoria y las huelgas que no faltan, vemos a un gobierno con pocos meses aun en el poder desconcertado y una clase política que da muestras patentes de carecer de propuestas, un colectivo sin mayores perspectivas.
Nuestro país ha sido testigo como en estas circunstancias, enloquecidos por el temor, se han juntado como dice el refrán “perro, gato y pericote” a fin de hacer frente al peligro proveniente de una incertidumbre reinante en el horizonte de 2016. “Hay que hacer cualquier cosa a fin de que las cosas cambien y no podamos seguir dirigiendo en una u otra forma las riendas del poder”, parecen decir en coro quienes le temen al futuro.
Ahí vemos a los partidos políticos como que miran hacia adentro enclaustrados en cuatro paredes, sin poder o querer procesar las demandas que emanan desde nuestra sociedad. Dan muestras así de la incapacidad de generar nuevos conceptos a fin de entender la problemática en la cual todos nos encontramos inmersos. El país político desentona con el país social, no hablemos ya con el país económico que se ha puesto sobre los hombros el destino de nuestra sociedad. El desfase es evidente.
Al pueblo no se le puede engañar, en verdad nunca se ha podido, menos ahora, cuando las llamadas Tecnologías de la Información y el Conocimiento, en menos que cante un gallo permiten que el ciudadano advertido se informe sobre lo que sucede en el país. Los medios de comunicación tradicionales son rebasados por las redes sociales, los blogs, entre otros medios interactivos. Y esta es una tendencia que no se puede revertir.
El hecho de que sectores de la opinión pública conviertan en cuestión de Estado la no inscripción del Movadef como partido político en el Jurado Nacional de Elecciones, y haya puesto en evidencia el hecho de que el gobierno y los partidos políticos, en lugar de fortalecer, erosionan las bases del régimen democrático al proponer en coro la no inscripción del Movadef, nos muestra que hay una confusión de conceptos que hace que se condene de por vida al ostracismo político a un sector de la ciudadanía.
El terror debe ser expatriado de nuestra praxis política, aquellas organizaciones que lo defendieron como metodología también, pero de ahí a decir que los que un día lo practicaron no tengan derecho a agruparse bajo otra sigla es un despropósito desde el punto de vista del Estado de Derecho y la sostenibilidad del régimen democrático. Ya que constituye un ejemplo de lo que no se debe hacer si lo queremos es construir canales institucionales para viabilizar las aspiraciones, nunca extremas, en nuestro país.
Lo mismo sucede con la llamada revocatoria, convertido en un tole tole de compra de kits electorales que ha nutrido para empezar las arcas del erario nación al y amenaza con debilitar uno de los pilares de nuestra democracia que es la cita cada cuatro años de los candidatos con el electorado. Convertido en un escenario de revancha y vendetta electoral las revocatoria nos muestra que de “buenas intenciones empedrado está el infierno”. Cuanto antes este recurso se rediseñe o se anule, esto será mejoro para sostener a nuestra democracia.
Todos queremos llegar al 2016 en democracia, pero no a cualquier precio. No a un costo alto para nuestro país que cada cinco años se encuentra al borde del abismo. No, señores recapacitemos y actuemos en consecuencia. Todos tenemos derecho a aspirar al ejercicio del poder vía la delegación popular, pero no a cualquier precio. La prensa amarilla y los malos políticos que tomen nota, revocar por quítame esta paja equivale a jugar con fuego; pensemos en el país. Construyamos instituciones y normatividad, fortalezcamos el sistema democrático.
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