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No es serio pensar que el velasquismo aplacó el desborde popular, que Belaúnde fuera un exitoso reformista, ni que el primer alanismo haya logrado algo revolucionario; el segundo período del ciudadano administró con alguna eficiencia ciertos sectores, pero no reformuló el Estado y por lo tanto el status quo. El origen de los reclamos sique vigente.
Con errores y todo, el Perú necesita al Apra en su vida democrática. Este gobierno se va debilitando poco a poco y acercándose a la derecha en un ritmo imparable; se ve en la actualidad como va dejando en la estacada a sus aliados que se subieron a Gana Perú, no para ayudar a un proyecto de transformación, sino para instalar cuadros suyos en el Parlamento con posibilidades de hacerlo en el ejecutivo. La alianza era de menesterosos y nada más. Triunfó el antiaprismo de juntura.
Desde luego que hasta la fecha el partido aprista ha sido sólo un coro que acompañó a Alan; no gravitó en absoluto en el gobierno; pienso que cada día esto se verá con mayor claridad en el análisis histórico y la victoria será de Haya.
Es cierto que los tiempos han cambiado; ya no es tan importante las reuniones multitudinarias. La sociedad de la información ha distorsionado los tejidos sociales de tal forma que necesitamos replantear nuestra manera de insertarnos en la nueva textura que se gesta a diario.
Definitivamente, el mayor muro de contención del extremismo, es el aprismo. El MOVADEF tendrá el aire que se lo permitan los sectores desideologizados, dentro de los cuales no se encuentra el Apra; tanto por su concepción ideológica, como por su rivalidad histórica.
El crecimiento logrado es desde una óptica derechista; no hay una concepción desarrollista, que en buena cuenta sea integradora de todas las fuerzas civiles y sociales del país. Los países, en poco tiempo se dividirán en países desarrollados y países truncos; por lo pronto no hay una agenda del desarrollo. Todos son lemas efectistas y muy poca sinceridad de objetivos.
El Apra debe unirse, con diferencia. Los nuevos liderazgos no serán de acurdo al caudillo entronizado, sino de acuerdo a líneas de vida. Los verdaderos apristas no deben temer competir con los Arana, los Mulder, los Barreda; esos ya son una especie de Nosferatus de la política nacional que viven gracias a la respiración boca a boca que les proporcionan los grandes ósculos del ciudadano.
Magdalena Del Mar, 28, enero, 2012
Julio Garrido Huaynate
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