Mientras la satanización de las empresas estatales peruanas es una tarea aún no culminada por cierto sector gremial empresarial y adláteres locales, el avance de las que pertenecen al erario nacional de otros países ha ido viento en popa en territorio peruano.
Francia participa en nuestro mercado eléctrico con Suez Energy, parte del conglomerado galo GDF-Suez; Italia no se queda atrás, con su nacional Enel, socia principal de la española Endesa, se hace presente con las conocidas: Edelnor y Edegel. Corea nos ha traído a KNOC, accionista de la petrolera Savia; China, aparte de la cuestionada Shougesa, tiene a CNPC que opera en el sector hidrocarburífero bajo el nombre de Sapet. Por supuesto que Brasil no está ausente,con su gigante Petrobras que produce crudo de elevada calidad en la zona de Talara.
Lo más significativo se ha dado en los últimos años por parte de nuestros amigos colombianos que nos han invadido con sus estatales. Primero fue ISA, haciéndose de casi toda nuestra red de transmisión eléctrica; luego Ecopetrol que en sociedad con la mencionada KNOC, se convirtió en el principal productor de crudo en el off shore del zócalo fronterizo norte. Finalmente arribó la municipal Empresa Eléctrica de Bogotá, propietaria de las dos únicas de redes de distribución de gas natural existentes, las de Lima e Ica, que operan con los nombres de Cálidda y Contugas. Es justamente en éstas dos de donde viene la preocupación.
El nuevo capitoste de la municipalidad bogotana, don Gustavo Petro, en Diciembre pasado que ya era autoridad electa eclaró a la prensa de su país que fusionaría a las tres empresas de propiedad de su comuna: Telefónica, Eléctrica y Aguas; lo que llevó a una caída bursátil de la eléctrica, teniéndose que suspender sus operaciones en Bolsa durante tres días.
La consulta es ¿qué va pasar con la masificación del gas natural prometida por el Humalismo, si el alcalde Petrodecide políticamente llevar a cabo la fusión declarada, que por ahora está en el limbo? Nadie puede garantizarnos que ello no vaya ocurrir y por tanto desde el Estado peruano debemos hacer un seguimiento pormenorizado del desarrollo empresarial de las mencionadas, si vemos que no van por la línea de nuestras metas, exijámoslo.
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