El periplo europeo del estado mayor del Humalismo, con excepción de su Premier que se quedó en calidad de gendarme casero, era necesario para que el comandante haga su acto de fe ante los tops del poder económico y político global,
Sobre el trueque de su promesa: de gran transformación en gran conversión personal al credo del capital multinacional. Ese era el fin y lo ha cumplido, incluyendo excesos estigmatizadores al adversario político, para que la patronal nacional aplauda de pie, como ha ocurrido.
Pero la pompa y lisonja calculada, que debe haber generado en los autores sonrisas burlonas en privado, pues sentían que la corte viajera se la había creído por ser merecedora dada su “alta investidura”, ha generado euforia desmedida. Han hablado más de la cuenta, mostrando virtudes que no tenemos y anunciándonos llegada de inversiones de decenas de billones de dólares, que no ocurrirán.
Parece que los funcionarios que acompañaron a la pareja inquilina de la Casa de Pizarro, ejercen su cargo en otro país, pues no son conscientes que uno de los problemas para que la inversión fluya está en el mismo aparato estatal. La burocracia tiene pavor justificado a una Contraloría persecutoria por definición, a la vez que muy poca o ninguna experiencia, salvo honrosas excepciones, en la interacción con los fabricantes, traders y entidades crediticias globales. Desconocen también las reglas de operación de las plazas donde se hacen las grandes transacciones, del “charm” corporativo, conocimiento y entendimiento de la política mundial, que se requiere en estas ligas.
En conclusión sus anuncios son voluntarismo del más alto grado de pureza, estamos muy distantes de poder actuar con la eficiencia requerida.