Nadie que se precie aprista puede escribir contra la fraternidad; ningún bien nacido se puede atrever a garrapatear una sola línea contra el signo más preclaro y distintivo del aprismo. La hermandad de afectos, que es el pilar de nuestra pervivencia, es hoy tratada de asesinar por tontos útiles intonsos o irresponsables que actúan contra nuestra alicaída fraternidad.
Lo que hay que ver es cómo la restablecemos en su integridad. Nunca se puede criticar a quien trata con lenguaje claro, lúcido o débil, el rescate, (éste sí) de nuestra singularidad frente a las otras opciones políticas del Perú.
Hasta Alan puede hablar de la fraternidad, y nunca nos vamos a oponer; hasta a Barreda le podemos permitir mencionar el principio que no ha guardado, pero, que, si quisiera blanquear su figura, nadie lo impediría en principio, si actúa de buena fe y con algún decoro y propósito de enmienda.
Así como los criminales ruegan a Dios, los apristas, todos, no podemos estar exonerados de nuestra obligación de hacer algo por ella y mencionarla. Justos o pecadores, fieles o réprobos, descarriados o disciplinados, tenemos la urgencia de hablar; sobre todo en éste mes, de nuestro valor más importante en nuestra fiesta de aprismo.
He dicho, aceptando la invocación de Alfonso Salcedo, que no voy a abrir determinados correos; estoy cumpliendo mi promesa; sin embargo he sido informado que el buen espíritu de algunos que tratan de inflamar nuestros pechos de Fraternidad son atacados por descalificaciones que colocan a sus autores como diablos del antiaprismo, negadores en la práctica de Haya y su prédica. Quitémosle las máscaras.
Incluso Mantilla puede hablar de fraternidad y tratar de hacer algo por ella; pero los que atacan a los fraternos compañeros que quieren levantar nuestros ánimos en éste mes, son unos miserables, unos ruines que quieren destruir el aprismo.
De manera lúcida o sin ella, con argumentos de todo tipo es necesario que todos los apristas practiquemos aunque sea un solo acto que califique nuestra admiración y cariño a Haya. Lo otro es traición. Quitémosle las caretas.
Magdalena Del Mar, 2, enero, 2012
Julio Garrido Huaynate