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Jueves 02 de febrero 2012

Una visita al Yad Vashem

Por: Sergio Paz Murga
Una visita al Yad Vashem
Foto: Expreso

Es quizá uno de los museos más impresionantes del mundo, pero en él no se exponen esculturas fabulosas ni cuadros de maestros de  la pintura universal como Rembrandt o Monet. En cambio, lo que uno logra ver son objetos, fotografías y videos que evidencian la capacidad del hombre para crear muerte y destrucción entre sus congéneres.

Una visita al Yad Vashem, el museo del Holocausto en Jerusalén, es sin duda una experiencia inolvidable y dolorosa pues en sus 180 metros de pasadizos y galerías se describe la historia del exterminio de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, y las causas que llevaron a tal tragedia, una de las más dolorosas del siglo XX.

Situada en la denominada Colina del Recuerdo en plena capital israelí, el museo se extiende sobre una superficie de casi 100 hectáreas que acoge la más completa biblioteca y el mayor archivo sobre la Shoa (Holocausto, en hebreo).
El Yad Vashem fue fundado en 1953 por un acto del parlamento israelí con el fin de recordar a cada uno de los judíos muertos durante la barbarie nazi, preservar el legado de miles de comunidades destruidas en Europa y rendir homenaje a quienes se rebelaron contra la matanza o los denominados “Justos” que salvaron la vida de muchos  judíos.

Al llegar al museo, el bosque que lo rodea da al visitante una sensación de paz absoluta similar al que se respira en un camposanto, solo que aquí no hay flores sino un silencio ensordecedor.

En la entrada tampoco hay guías. Cada uno solicita un moderno sistema de audífonos que tiene programado varios idiomas a los que se accede con una codificación típica de la tecnología israelí. El fin supremo es mantener el respetuoso silencio que amerita el lugar.

Al comienzo da la sensación de que el edificio tuviera una forma triangular, pero el guía virtual corrige al visitante. Se trata de un prisma triangular que parece penetrar de un lado de la montaña y salir por el otro.

Según el renombrado arquitecto Moshe Safdie, la forma del Yad Vashem se debe a que ella puede soportar la presión de la tierra sobre el prisma y permite, al mismo tiempo el ingreso de la luz solar a través de una franja de vidrio construida en el techo. La sensación visual es única: Una base casi en penumbras pero un cielo ligeramente iluminado. Muerte física, pero también vida espiritual.

Un Estado racista

Dentro del museo hay un sendero peatonal central a cuyos lados se encuentran las salas de exposición. Lo curioso es que la vía tiene una ligera declinación del piso que da la sensación de un descenso profundo hacia la montaña.
Las salas cuentan al visitante los distintos capítulos de la historia del Holocausto que no comienza, como podría pensarse, con el ascenso de Adolfo Hitler en Alemania en 1933. Por el contrario, el nazismo fue el punto máximo de un antisemitismo que cultivó Europa por varios siglos.

El Viejo Continente cristiano siempre humilló, persiguió, expulsó y mató a los judíos a quienes acusaban de haber matado a Jesús, Dios hecho hombre. La misma Iglesia Católica ha pedido perdón por los errores de sus feligreses y sus mismas autoridades.

Poco a poco los visitantes se enteran de la llegada al poder de los nazis y cómo fueron construyendo un Estado policial, centralizado, unipartidario y racista en la que solo tenían cabida los arios, mientras los judíos eran vistos peor que animales.

Los videos recopilados de aquella época –los años treinta– muestran a millones de alemanes extasiados por las arengas del “Führer” que celebran la quema de sinagogas, tiendas y hasta libros de autores judíos.
Enormes fotografías muestran la vida de penurias que soportaron los judíos en los guetos  en donde fueron recluidos y morían por hambre, frío y enfermedades.  En un video se observa a una mujer llorando desconsoladamente mientras sostiene a su bebé muerto por desnutrición.

La “Solución Final”

Pero las galerías más impactantes son las dedicadas a la “Solución Final” que muestran con lujo de detalles los métodos que utilizaron los nazis para borrar para siempre de Europa toda presencia judía.
Un vagón original  que llevaba a los campos de concentración y exterminio dan la bienvenida a la exposición. Un camino de vidrio guarda en sus entrañas miles de zapatos de hombres, mujeres y niños que no se salvaron de la matanza.

Fotografías de fusilamientos masivos o de judíos vivos pero a puro hueso y pellejo, las latas del químico Zyklon-B que eran utilizadas en las  cámaras de gas, los experimentos a ancianos y niños a los que se inyectaban mortales virus. Toda una maquiavélica muestra de la bestialidad a la que puede llegar el hombre.

Lo que más conmueve son los testimonios, a través de videos, de sobrevivientes de la Shoa, muchos de ellos ancianos que cuentan en medio de lágrimas sus terribles experiencias. Por ejemplo, el caso de una mujer que quedó embarazada tras ser rescatada de Auschwitz en 1945 y trata de quemarse el vientre con una plancha para abortar al bebé. “No podía soportar la idea de volver a escuchar el llanto de un niño otra vez”, dice. Es difícil contener las lágrimas en ese momento.

Aunque Yad Vashem reconoce el valor de muchas personas que salvaron la vida de miles de judíos entre ellos el famoso Oskar Schindler, la muestra también tiene como fin recalcar la indiferencia del mundo hacia el drama de los judíos en aquellos oscuros días.

Han pasado ya más de seis décadas y el antisemitismo todavía es un fantasma que ronda en el mundo y, principalmente, Europa. Un reciente estudio reveló que el 20% de los jóvenes alemanes desconoce el Holocausto, mientras aumentan los ataques antisemitas de grupos neonazis.

Una situación alarmante que evidencia el fracaso de la comunidad internacional para poner énfasis en la educación por la memoria histórica. Felizmente el Yad Vashem está ahí para recordarnos que la ignorancia y el fanatismo ideológico solo pueden sacar lo peor del ser humano. La lección se resume en dos palabras: Nunca más.

El dato
Desde el año 2005, la ONU estableció que todos los 27 de enero se celebre el Día Internacional de Recordación del Holocausto. La fecha recuerda la liberación en 1945 del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau por las tropas soviéticas.

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