Nueva Jersey y Nueva York: Dos caras de una misma moneda

Las dos caras de una moneda. Constituyen el microcosmo de nuestros paisanos, los peruchos. Afincados en Nueva Jersey desde hace treinta y cinco, veinte o quince años, sumados a los que llegaron en la última década.

Cumpliendo la praxis migratoria, un día llegó el pionero de la familia y poco a poco, con mucho sacrificio, trabajar, trabajar y trabajar, reprodujeron la familia extensa del Perú.

Añadidas a las asiáticas, a las del centro y del sur de América, en fin, hacen de Nueva Jersey una sociedad multicultural. Con una cierta organización del espacio en lo que se refiere a la ubicación de la vivienda, servicios y lugares de ocio. En Paterson estás como en el Perú. Encuentras ceviche, la patasca y hasta los juanes de nuestro oriente, sin olvidarnos del pollo a la brasa. Y por supuesto, licores, cervezas y gaseosas nacionales.

En los supermercados, los que frecuentan mis amigos, el pescadero es de Chiclayo, otro trabajador tiene un inconfundible acento charapa, y la amable cajera resulta casi vecina mía, su familia vive cerca al hogar de mi madre, aquí, en Lima. Los productos están clasificados por país de procedencia. Es cómodo moverse. Como en casa.

Nueva York es el extrarradio o el verdadero "Extranjero", como se quiera ver. De primeras asombra e hipnotiza la belleza de su arquitectura. Densa, caótica, un gran lio urbano; pero no, pronto descubres la racionalidad de su urbanización. El sistema numérico de sus calles y avenidas hace fácil ubicarse.

Día tras día, caminar por esta singular urbe es encontrarse con símbolos del imaginario occidental. La estatua de la Libertad, el edificio Dakota donde asesinaron a John Lennon, Time Square, Central Park. One World Trade Center, el Kilómetro Cero, emociona, consterna, sin poder evitar recordar la tragedia que fue la pérdida de miles de vidas inocentes.

Nueva Jersey y Nueva York son las dos caras de la misma moneda. En el primero, el calor humano de nuestros paisanos se siente, es un pedacito de Perú, de personas firmes, que trabajan en faenas duras y tienen claro su objetivo, sacar adelante a sus hijos en un sistema económico, en el que ahora, más que nunca, cada dólar del salario se tiene que traducir en muy alta productividad. Lo mismo, a otra escala, impresiona las facultades humanas para crear y mantener el gran monstruo que es Nueva York.