Murió Rosita Chung

“La brujita blanca”, como también se le conocía. La traté hace diez años; una editorial me había contratado para escribir la biografía de Laura Bozzo, (horrendo personaje), y en el proceso de agenciarme de datos, llegué a ella, entonces amiga y confidente íntima de la conductora. Frescos aún los efluvios de la dictadura del sátrapa Fujimori y su compinche Montesinos.

Era una mujer sencilla, una ama de casa metida en líos mágicos y con prestigio de adivinadora. Vivía en la Plaza Whasington, en un primer piso, rodeada de una larga familia; de ella dependía su esposo, que oficiaba de chofer, auxiliar y “chaleco”, y entiendo que ayudaba a sus hijos también, pagaba el colegio de sus nietos y era una delicia verlos llegara su casa en el auto de ella, que, al mediodía se convertía en una fonda con comensales todos de su familia, que ella sufragaba íntegramente.

Sufría de problemas respiratorios y sin embargo laboraba de manera incansable; “-Tengo que trabajar mucho para mantener a mi familia”, decía, (de ella dependían todos); le estaba prohibido descansar y andaba de un lugar a otro, dándose tiempo para atender su consultorio que era en un semisótano de aire místico en su misma vivienda, donde echaba las cartas y decía el futuro.

Me contó, (lo grabé) del momento en que Montesinos le regaló un costoso collar a Laura y, ella lo recibió en pleno set televisivo emocionada; decía: “como una chiquilla”, “estaba enamorada del Doc”.

Luego, cuando salió el libro, ella, asustada me lo confesó: la fue a buscar para que negara lo que me había confidenciado. “–Comprenderás que me has metido en un lío, Julio; ella es mala, una vez secuestró a una de mis nietas; eres un hombre versado y me comprenderás. Tengo una familia grande a quien mantener”.

Me dio la impresión que no solo estaba asustada con Laura. Yo tenía la grabación, pero no quise meterme más con ese personaje tan ruin y esperpéntico que era la animadora; y me guardé el testimonio, para no utilizarlo. Lo que se dijo en ese momento es que la Bozzo le dio un buen dinero para opacar su memoria; tenía una familia y mucha carga por ella. La comprendí de la misma forma que hoy me interrogo: ¿qué harán sus deudos para seguir sin esa “Cucarachita Martina" de las Ciencias Ocultas?

Descansa Rosita; ya te alcanzaremos.