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Miércoles 15 de febrero 2012

Rememorando la niñez aparentemente olvidada

Por Richard Sabogal.
Rememorando la niñez aparentemente olvidada
Foto: Difusion

La poesía de Ennio Tucci contiene la facultad de trasmitir emociones paralelas que se convierten en una sola sensación: vacío de la realidad que somos todos y ocultamos con nuestras mascaras. A quien hay que matar para vivir poemario del autor a reeditarse próximamente con Ediciones Madriguera. Abre las puertas de versos con el poema de chocolate donde en pocas líneas descubrimos cual es el ritmo de esta obra con voz propia.

Me dicen que de la poesía no se vive

que me moriré de hambre

que no puedo cambiar mis poemas en el supermercado

que no me darían un kilo de harina o de azúcar o de sal;

me dicen que de la poesía no se come

que los poetas somos unos muertos de hambre

que sólo queremos llegar al status quo

que la poesía no nos sirve para nada más;

A partir de allí, de manera vertiginosa, sucumbimos a una serie de poemas que le dan fuerza al título, donde por momentos el corazón se nos encoge, cuando vemos a un hombre recordando su infancia, pidiéndole perdón a su hermana pequeña que busca jugar, mientras él sólo piensa en trabajar y eliminarle un poco los vacios al interior de la nevera. Nos conseguimos ese juego donde el poeta siempre quiere poder jugar como niño, pero le toca jugar a ser grande.

Dentro de esta nostalgia encontramos un humor intrínseco, una burla a su propio ser, una ironía de la realidad. Sus poemas, en la mayoría, son con finales abiertos, simplemente finalizados con un punto y coma, semejan que es una abertura de la profundidad del bardo, que salpicó en la hoja y es el poema, pero que luego de ese aparente final hay una infinita continuidad de versos que nos muestran quien es Ennio.

La pobreza, la nostalgia, la resignación se palpan entre los aparentes poemas de humor

Ando siempre con mis propios pies y no puedo quejarme

pero en las noches reviso los bolsillos de mis pantalones

y cuento las monedas que me quedan

porque hay que recibir al día siguiente.

A veces este que soy se enamora

entonces las tripas le suenan,

se retuercen y eructa

y se le hace agua la boca;

pero no puedo invitarte un café

y se me arruga la garganta

hasta que el sol se pone

y regreso otra vez derrotado

contando las monedas para el día siguiente…

La niñez añorada es lo que resalta con mas preponderancia dentro de la poesía de Ennio, pero no visto como el hombre que nunca terminó de crecer, sino como un poeta maduro que se resignó a ser un adulto completo y derecho, pero en el fondo desea esa infancia perdida años atrás. La podemos ver en la resignación a la entrada al trabajo, cosa que millones de personas padecen, en la cabeza baja cuando se entra a la empresa donde se está contratado a cambio de un quince y ultimo, en la frialdad emocional por no disfrutar lo feliz hasta el paroxismo y llorar hasta el ahogo  lo lamentable.

Uno de sus poemas de la niñez nos hace recordar una de nuestras golosinas favoritas: las tetas frías.

Yo también se las chupé

las de coco y las de mango,

las mordí sin piedad

mis dientes se clavaban en ellas

y luego quería una más y otra y otra…

Era lo mejor de estar aquí…

Con la tabla de multiplicar

leyendo el diario a diario

resolviendo crucigramas

haciendo ejercicios con los dedos

estirando y torciendo para mejorar mi grafía

siempre indescifrable

se las chupaba a diario

de mañana y de tarde la visitaba…

Pero también nos lleva a ver la violencia que atosiga la sociedad

Cómo esquivar una bala

él tampoco podría esquivar mi palabra

pero mi palabra puede no matarlo.

Qué palabra me salvaría la vida

golpearlo o hacer que baje el arma.

Qué palabra es capaz de trabar la pistola.

¿Qué decir?

Darle la cartera con la cédula y las fotos,

darle el celular y el libro de Juan Gelman,

darle los cinco bolívares del pasaje de mañana

y luego llamar al trabajo para avisar que llegaré tarde,

responder a sus preguntas o no decir nada.

Este poemario próximo a salir, es una obra que como dice el poeta César Seco, posee luz propia, “un poeta joven que es un valor incalculable para la poesía venezolana”  realidad indiscutible de un bardo que posee un ritmo propio, que no imita poetas de otras generaciones sino que consiguió su propio ritmo. Bien vale la pena leer esta obra y redescubrirnos entre sus líneas. 

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