Una tarea de la sociedad es promover que la mayoría de la población disfrute de una vejez digna.
Llegar a mayor longevo y sano depende de un estilo de vida que empieza en la juventud.
La mortalidad ha disminuido por una serie de factores. Entre otros, la sustitución de la sal por la refrigeración como conservante de alimentos, el mejor control en la manipulación y el procesamiento de comestibles y la moderna gestión de los camales han disminuido la transmisión de patógenos por las carnes.
La maquinaria del ser humano está diseñada para correr y saltar. Sin embargo nos hemos vuelto contra nuestros propios genes y nos hemos convertido en sedentarios.
Ya no es necesario ni luchar contra enemigos ni realizar actividad física alguna para conseguir un bocado. Actualmente solo practicamos la contracción de músculos faciales o laríngeos.
Este conflicto biológico obliga a cambiar los hábitos a que sean congruentes con nuestro soporte corporal. Estamos obligados a mover articulaciones y músculos cotidianamente.
La memoria es una de las funciones mentales que más temprano se ve afectada por la edad.
Un desafío clave para combatir la amnesia es aprender una lengua nueva.
Está demostrado que diccionario en mano y con entusiasmo cualquier día es bueno para empezar a dominar una lengua extranjera.
En la isla japonesa de Okinawa vive la mayor concentración de centenarios del mundo. Consumen tres veces más vegetales que el japonés promedio y un máximo de 1800 kilocalorías diarias.
Vale decir, para retardar el envejecimiento es necesario restringir la ingesta de alimentos
En resumen, quienes deseen sobrevivir a sus contemporáneos deben moverse más, comer menos y usar el cerebro.