Los atentados que sufrieron días atrás diplomáticos israelíes en la India y Georgia y la desactivación en Tailandia de una célula islamista que planeaba ataques también contra funcionarios judíos deja clara una cosa: Que Teherán inició una contraofensiva terrorista cuando crecen las posibilidades de que haya un ataque militar de Occidente contra sus instalaciones nucleares.
El régimen iraní quiere vengar también la reciente muerte de científicos vinculados a su programa nuclear que tanto EEUU, Israel y varios países europeos sospechan que tiene como objetivo crear armamento atómico.
Hasta ahora los golpes más certeros han sido en regiones alejadas de Asia, pero hay informes de los servicios de inteligencia occidentales que alertan que el régimen iraní ya comenzó a preparar a sus fuerzas en América Latina.
Nuestro continente es una histórica área de influencia de EEUU –el mayor aliado de Israel–, además que es el hogar de cientos de miles de judíos que tienen grandes comunidades en países como Argentina y Brasil.
Desde su llegada al poder en el 2005, el presidente Mahmud Ahmadinejad ordenó el aumento de la presencia de agentes iraníes en la región, así como de sus socios de grupos integristas islámicos.
Los servicios secretos israelíes han advertido que una de esas zonas vulnerables es la triple frontera que comparte Brasil, Paraguay y Argentina. Un lugar en el que, bajo la fachada de organizaciones caritativas, miembros del grupo Hezbollah recaudan dinero para sus actividades terroristas.
Personajes de dudosa reputación e historial están llegando a Sudamérica, vía Venezuela, que es uno de los principales aliados del régimen teocrático.
EEUU ya mostró su preocupación por la apertura de vuelos directos entre Caracas y Teherán, una ruta que no es rentable económicamente y cuyos aviones viajan casi vacíos por la falta de turistas.
Lo más grave es que se está detectando la presencia en varias embajadas iraníes en la región de agentes de la Fuerza Quds, una élite de la unidad de operaciones especiales de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Washington acusa a este grupo de apoyar a los insurgentes que lanzan ataques contra soldados estadounidenses en Irak y Afganistán.
En abril del 2010, un reporte del Pentágono denunció al régimen iraní de usar a la Fuerza Quds para “ejercer clandestinamente un poder militar, político y económico para hacer avanzar los intereses nacionales en el extranjero”.
La herida de la AMIA
La presencia de agentes de Fuerza Quds supone una grave amenaza para la región que ya ha sufrido en carne propia lo que significa el terrorismo iraní. Basta nombrar el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que dejó 85 muertos y 300 heridos en 1994.
Se trata del ataque terrorista más grave de la historia de América Latina y cuya responsabilidad recae en las autoridades iraníes que se niegan a entregar a los responsables de la matanza, uno de ellos el actual ministro de Defensa iraní Ahmad Vahidi.
La herida de la AMIA, que continúa abierta, es una de las razones por la que el presidente Ahmadinejad evitó ir a la Argentina en su reciente gira que realizó por la región.
Una gira en la que se profundizaron acuerdos de cooperación económica, política y militar con Ecuador, Cuba, Nicaragua y Venezuela. Todos, países muy críticos de la administración norteamericana y que parecen no preocuparles las evidencias de que Irán intenta hacerse de armamento nuclear.
Pero las preocupaciones de EEUU e Israel van incluso más lejos que solo el envío de agentes de Fuerza Quds. Una reciente investigación periodística de la cadena hispana Univisión reveló que Irán y su socio Hezbollah han aumentado sus vínculos con los cárteles de la droga mexicanos y colombianos.
El pasado mes de octubre el FBI y la DEA desbarataron un plan iraní para asesinar al embajador de Arabia Saudita en EEUU, Adel Al-Jubeir, con la ayuda de narcotraficantes mexicanos a los que se les ofreció un pago US$ 1.5 millones.
Mientras, dos casas de cambio libanesas con nexos iraníes y que operan en América Latina –Hassan Ayash Exchange y Elissa Exchange Company– estarían implicadas en el lavado de dinero del narcotráfico de grupos como Los Zetas.
Según el reporte de Univisión, que se basó en informes de inteligencia elaborados por agentes encubiertos, diplomáticos de Teherán y Caracas estarían preparando ataques cibernéticos contra la Casa Blanca, el FBI, el Pentágono y hasta plantas nucleares.
Univisión presentó imágenes inéditas de una operación encubierta del FBI que permitió desmantelar una red que pretendía volar el aeropuerto JFK de Nueva York. La red tenía conexiones en Venezuela y Guyana.
Todas señales preocupantes que debían tomarse en cuenta para evitar que sea repita una nueva AMIA en la región. Aun estamos a tiempo, es hora de salir del letargo.