La izquierda ideológicamente marxista-leninista de los setenta y ochenta, reciclada desde hace algún tiempo en las ONG y en los feudos del caviarismo internacional (como la CIDH) o nativo (como la mal llamada Pontificia Universidad Católica), emprendió una sarta de infundios contra la Iglesia y el cardenal Juan Luis Cipriani, especialmente en los últimos cuatro años a propósito del reclamo sólido del Arzobispado de Lima a los mandamases de la Universidad Católica a fin de que respetaran el Ex Corde Eclesiae y el testamento de Riva-Agüero.
Ante este pedido legítimo de la Iglesia, ¿cuál fue la respuesta de las autoridades universitarias? Fue el insulto y la soberbia; petulancia que los empujó a demandar al Arzobispado de Lima ante el Poder Judicial. Pero pese al poder caviar de la “PUCP”, a sus conexiones con el caviarato mundial y a su influencia económica, la Iglesia les derrotó en todas las instancias, sin contar la decisión del Tribunal Constitucional que terminó por sepultar las pretensiones de ese enclave mercantil que hoy conduce los destinos de la universidad ubicada en el ex fundo Pando.
Pero como es típico en esa izquierda que ayer fue marxista −y que hoy se camufla bajo el ropaje seudo académico o la seudo defensa de derechos humanos (por ejemplo, a través de convenios con algunas ONG dizque dedicadas a la promoción de esos derechos)−, lo cierto es que la zurda nunca sabe perder, prefiriendo mantenerse intransigente, intolerante y envalentonándose a la hora de mentirle a su propia comunidad estudiantil y hasta poniéndola como fuerza de choque. Esto corrobora que la izquierda ideológica sigue adoleciendo de las mismas taras que en el campo político pusieron de manifiesto: la angurria, la farsa, la glotonería por controlar todo desde una camarilla, tal como la que hoy representa la cúpula de la “PUCP” y algunos de sus más engreídos empleados rentados con las jugosas utilidades de las pensiones de los alumnos, aunque discriminando al grueso de docentes de esta casa de estudios que tienen sueldos de hambre.
Como siempre este tipo de personajes zurdos sólo son hábiles para la diatriba, como la que lanzaron contra la Iglesia y el cardenal Cipriani; son “solipsistas”, es decir individualistas. Comportamiento éste que mantienen así estén en el ámbito político, académico o mediático, y −en el colmo de la conchudez− deseando siempre controlar todo (hasta usufructuar los nombres “pontificia” y “católica”). Pero son también muy temerosos de que otros piensen distinto a su cogollo caviar. Con esos contrincantes y malos perdedores, ¿cómo no desagraviar a quienes mantienen la tesis de la verdad y del estado de derecho, desde el Vaticano hasta el Arzobispado de Lima? (Fuente: Diario Expreso).