La derecha popular

En el análisis espectral de la política peruana es usual aludir a la derecha como sinónimo de una visión política que privilegia a los ricos y el statu quo en contraposición a la derecha que, por antonomasia, defiende a los pobres y el cambio de ese statu quo. De paso, la calificación –o descalificación– de derechista involucra otros elementos, como racismo, egoísmo, indolencia social y oligarquía. Tal es la manera gruesa, y por ende, inútil, con que se aborda el análisis político.

Podemos decir que la derecha se diferencia de la izquierda en un aspecto fundamental: considera que, en lo económico, el Estado debe proveer las condiciones de partida para que la iniciativa privada genere primordialmente el desarrollo, mientras que, en lo político, debe cuidar el buen orden basado en la ley, una ley que debe regir igual para todos y ser estable. A diferencia de la izquierda, que entiende que, en lo económico, el Estado debe proveer las condiciones de término a base de un concepto de equidad de resultados, mientras en lo político debe privilegiar la participación social, adecuando la ley para tal fin en lo que sea necesario y cuantas veces sea requerido, en aras de un supuesto interés social.

Entonces, plantear que la derecha es una sola, atribuirle el calificativo de bruta y “achorada”, o racista y estúpida, es tan tonto como postular que toda la izquierda es una sola, endilgándole a todo izquierdista el calificativo de comunista, terrorista o violentista. No hay una sola izquierda ni tampoco hay una sola derecha.

Si hay una derecha retrógrada, mercantilista, estatista, oligárquica y “apitucada”, también hay otra derecha que no comparte estas características ni estos valores. Compuesta por quienes sólo buscan acceder a oportunidades, disfrutar el fruto de sus esfuerzos y desarrollarse en un medio social ordenado y seguro, tanto en lo físico como en lo jurídico. Es nada menos que la clase media emergente, alejada de las ideas colectivistas, así como de los privilegios provenientes de la vara estatal.

En dos recientes artículos, StevenLevitsky ha planteado que una de las debilidades de la democracia peruana está en la fragilidad de la derecha y que existe actualmente la posibilidad de configurar un fuerte partido de derecha alrededor del fujimorismo, a partir de comparaciones con la cohesión del aprismo original. Concuerdo con él.

¿Puede el fujimorismo terminar por “partidarizar” ese espacio de la derecha popular? Dependerá de que le añada a todo lo que le aglutinó hasta ahora elementos doctrinarios que articulen un discurso que recoja, en lo económico y en lo político, la esencia de un gobierno de derecha: políticas que provean condiciones para que la iniciativa privada lidere el desarrollo y salvaguarda del buen orden social basado en la ley, ante la cual todos deben ser iguales. Ya tiene respaldo popular. Habrá que ver si se puede articular, con base en el fujimorismo organizado, pero anexando otros sectores de ideas afines, ese partido de derecha moderna con raigambre popular, sin representación hasta hoy (Con información de Expreso).