Liderazgos oficialistas

La moción de censura que enfrentará el presidente del Congreso Daniel Abugattás por haber creado el programa “Gestores para el Desarrollo” –un sancochado burocrático con prerrogativas de otras esferas públicas–  supera el tradicional cruce de lanzas entre la oposición y el oficialismo a nivel del Parlamento peruano. Expresa más bien el hartazgo de un buen número de legisladores para con quien maneja ese órgano del Estado a los ritmos desiguales de su humor pero creyendo que descubre día a día una piedra filosofal destinada a enriquecer la imagen del mismo.

Abugattás es uno de los típicos líderes políticos que la decadencia de los partidos ha eyectado a las primeras planas. Cubre con su plausible formación profesional y experiencia empresarial el terrible vacío de su desentendimiento de los graves problemas del país hasta que cumplió el medio siglo de vida.  Encima lo hizo a través de las huestes enconadas y radicales del Partido Nacionalista de la primera hora, las que pretendían estatizar, distribuir pobreza, cerrarle las puertas a la inversión.

Ello al margen de sus modales de catchacanista que lo llevó incluso a emitir una grosera referencia a la ex primera dama Eliane Karp. Modales que no ha mejorado un ápice pues pertenece a esa grey de compatriotas creyentes de decirle al pan, pan a través de lanzar ofensas a otros. Modales que intenta morigerar –es cierto– pero que luego se expanden con vigor a través de una conducción errática de las sesiones plenarias, levantándole la voz a las periodistas, encolerizándose cuando defiende sus tesis indefendibles.

Sin embargo, una mirada de fondo al panorama de los liderazgos oficialistas vigentes nos hace caer en la cuenta que el rápido desgaste de Abugattás reduce las opciones de contar con más voceros pro gubernamentales de cierta solvencia. Ni activando un periscopio encontramos alrededor del oficialismo personas de fuste político capaces de enseñorearse en el debate con la oposición. Tan dramático es el tema que hasta los amigos periféricos del poder –como los parlamentarios Víctor Andrés García Belaunde o Yehude Simon– exhiben mejores ofertas de análisis o reflexión capaces de sacarle las castañas del fuego a muchos humalistas.

El resto opta por el silencio o una defensa francamente débil de su gobierno. Otros se escudan –caso Sergio Tejada– en mirar atrás, entretener a las cazuelas y entretenerse con la megapersecución a la administración de Alan García. Pero la gran mayoría está sumida aún en el espasmo del tránsito de la Gran Transformación hacia la Hoja de Ruta.

Este es el problema central: muchos dirigentes oficialistas todavía no asimilan el rumbo sensato que decidió tomar el presidente Ollanta Humala y no saben qué discurso construir. Algunos se enfrentan directamente a Humala (Carlos Tapia, Sinesio López) pero hay quienes optan por atacar al premier Óscar Valdés (Marisol Espinoza, Javier Diez Canseco) creyendo así limpiar su conciencia. Salvo los miembros del Ejecutivo, no hay líderes oficialistas orgullosos, convencidos, identificados con el presidente Humala y sus esfuerzos para sacar adelante al país.

Enorme drama cuyas mayores consecuencias veremos al cumplirse el primer año de la gestión de Gana Perú.