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Domingo 04 de marzo 2012

La oratoria de Fernando Belaunde Terry

Por: Pedro Saldaña Ludeña (*)
La oratoria de Fernando Belaunde Terry
Foto: www.biografiasyvidas.com

El autor de esta nota con el Presidente Fernando Belaunde en 1982

Pertenezco a una generación, que ya no llora cuando ve caer los ideales, por lo mismo hoy cuando se han  perdido no solo el estilo y la clase, sino también y a su vez los valores y que estos no han sido sustituidos por otros igualmente validos,  es menester abordar  una parte sustancial de la política: la oratoria. Y si se trata de analizarla en grandes hombres, pues mejor. Y hoy con un parlamento devaluado, donde sus miembros no valen una pelantrusca, salvo dos –no creo que mas- honrosas excepciones, no existen en la actualidad oradores tribunicios, ateneos y menos de ágora internacional -que sirvan para orientar y calibrar a las masas- la calidad de nuestro congreso es en estos momentos  quintomundista, decadente y  peor aun denigrante al ver a muchos de sus integrantes pelear o discutir asuntos sin trascendencia y de la forma mas grotesca y vulgar. Todo esta quebrado, por darle prevalencia a un libertinaje ya insoportable. Es que cada día se cruza más y más el umbral de la moral, y el panorama que se observa para dentro de poco: es un horizonte hecho pedazos.

Siendo así, encontramos en Fernando Belaunde a un conferencista nato, y lo era, tanto en el idioma nuestro de Cervantes, como en el de Shakespeare. Su oratoria era refinada, pulcra y por sobre todo académica, es decir deleitaba  a la platea empero esta a su vez se nutria y enriquecía de los conocimientos que este desparramaba, es cierto también que fue un orador que se dejaba llevar por la frase o como dicen  algunas voces autorizadas: usaba las frases felices, en los momentos precisos y en los lugares ideales. Asimismo,  nunca estuvo exenta su oratoria de la necesaria dosis de poesía, el encabalgamiento de sus palabras, su perfecta sintaxis, lo secuencial de sus discursos y el timbre de su voz siempre calmado, a veces algo acelerado según las circunstancias, lograban que el auditórium caiga en su predica sugestiva y embriagadora –predica por cierto llena de valores inagotables-, consiguiendo apoderarse de la platea, es que Fernando Belaunde hablaba con el corazón en la mano, vale decir que lo hacia con poesía, el inflamaba los sentimientos con elegancia y soltura, y poesía es expresar los sentimientos al máximo. Por lo mismo Fernando Belaunde  ostentaba un doble don: el primero de ellos el del talento, y el segundo el de la inteligencia. Frecuentemente las personas o son inteligentes o son talentosas, pocas veces las dos cosas a la vez. Belaunde tenía estos dos dones. En otras palabras: era bueno con los números como con las letras. Como su tío Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco  –ultimo gran teórico del conservadurismo peruano y en el cenit de su carrera político-diplomática: Presidente de las Naciones Unidas en 1960- fue notoriamente un brillante orador,  pero Fernando no incursionaba en universos conceptistas como este.  Confieso que en muchas ocasiones deje de asistir a la universidad entre 1977 y 1978, para no perderme sus arrobadoras conferencias. De tal manera que la oratoria de Fernando Belaunde, no fue ni agresiva ni  blanda o retardada,  fue lo suficientemente enérgica, nunca caía en la estridencia  –verbigracia García Pérez o el escritor venido a político que responde al nombre de: Vargas Llosa-  o en la diatriba, hecho que lo pintaba como un girondino o político moderado. Claro, siempre cortés y generoso con el adversario. Sin embargo hacia 1956, Belaunde  era un político  por lo menos aparentemente, que estaba dispuesto a cambiarlo todo y en sus intervenciones publicas era más tajante  de lo necesario. Era incluso señalado de procomunista. Y fue cuando perdió las elecciones de aquel año, que desde ahí  en adelante poco a poco logro con una retorica estandarizada, hacerse con las insignias y el estandarte del liderazgo reformista en el Perú. Su tío Víctor Andrés lo ayudo en forma y fondo determinante  para desestigmatizarse de procomunista. Belaunde, que representó la unidad monolítica indestructible de su partido Acción Popular, nunca tuvo un delfín y ni de lejos, menos aun un sucesor o legatario político alguno. Unidad partidaria solo resquebrajada durante su primera administración entre 1963-1968, por el chacarero Edgardo Seoane Corrales que hacia las veces de Primer-Vicepresidente de la República. Seoane fue un político sin caudal electoral propio, pero que en su momento opaco gravemente el liderazgo de Belaunde. Según Belaunde, Edgardo fue un hombre que en esos instantes quería causar malestar, y pongo sus palabras exactas. Ahora bien, Seoane fue en el fondo un experimento de Belaunde que se le escurrió de las manos, le había regalado la primera vicepresidencia y después otras cosas mas, al igual que a Héctor Cornejo Chávez que le había regalado una senaduría por Lima. El Apra siempre tuvo grandes oradores, después de Víctor Raúl estuvo al insuperable Manuel Seoane Corrales hermano de Edgardo, conocido popularmente  como el Cachorro, verdadero delfín de Víctor Raúl, desaparecido  relativamente  temprano en 1960. De haber sobrevivido al jefe y Fundador del aprismo, de seguro se hubiera convertido en el supremo custodio del tesoro doctrinal del movimiento, y no hubiéramos presenciado ni vivido la barbarie de 1985- 1990. Con todo,  Acción Popular conto en sus filas  con un perínclito  orador aparte de Belaunde, que se alejo tempranamente de esta tienda política en el primer belaundismo, quien  fuera el diputado Mario Villarán Rivera además de gran dirigente partidario.  Belaunde afirmaba que Villarán se equivoco de ideología con Acción Popular, que el era marxista. Acurio Velarde fue también un distinguido orador de las filas del belaundismo, pero se destapo ya demasiado tarde, esto es para los comienzos  de los noventas, ya iniciado el enmendador fujimorismo, que puso coto a las tropelías de la partidocracia especialmente aprista.  Belaunde nos decía cuando iba a intervenir Acurio en el Senado de aquella época, a un reducido grupo de sus correligionarios  en su departamento de San Isidro, cuando observábamos la televisión: este es bueno, escúchenlo. Eduardo Orrego pasaba la aduana discursiva u oratorial, pero no era brillante en el campo retorico,  no obstante muy carismático, además ser el alter ego de Belaunde. Y el Lechuzon Javier Alva Orlandini, ni por asomo fue o es orador, es mas bien la perfecta antítesis del orador,  como la perfecta antítesis del político carismático, o si se quiere  es el típico político sin jale o arrastre electoral, en todo caso fue y es el cacique   mayor de la organización  y ahora de los rescoldos que aun quedan del belaundismo como partido, y también fue siempre una especie de "accionista principal" del  partido de la lampa, y hasta que Belaunde estuvo vivo, se desempeño casi siempre directa o indirectamente como el segundo en funciones o al mando, para  todos los  efectos partidarios. A la sazón, habrá que admitir ya a la distancia, que la candidatura presidencial de Javier en 1985 resulto un perfecto y rotundo disparate, apoyada por una mancha de termo céfalos que no veían mas allá de sus narices. Mejor hubiera sido que el partido se agazape, y por estrategia ocultara su raquítica situación debida al desgaste en el ejercicio del poder. Violeta Correa no fue oradora, empero si una lideresa de mucho ángel y que exultaba hacia las galerías: una imagen perfecta de compresión y tolerancia, debió haber sido la candidata ideal de Acción Popular a la presidencia de la República en 1995, lo que hubiera permitido el relanzamiento de la organización, un volver a la carga. Así las cosas, en ese año un nutrido sector de jóvenes y no tan jóvenes del partido, la lanzamos, la respuesta en las bases e inclusive en  muchos sectores de opinión publica fue acogedora, infortunadamente la reacción y el carlismo interno vieron seriamente amenazadas sus aspiraciones, entonces cual solicitas enfermeras comenzaron a "inocular" veneno en las neuronas de Belaunde. El proyecto nacido con la mayor naturalidad y espontaneidad se trunco, en razón especialmente de la veleidad de su esposo. Violeta hubiera salvado el destino de la organización hoy en permanente agonía y en estado catatónico, y sabe Dios si hubiera sido el despelote electoral de aquel proceso, en donde Fujimori dominaba los resortes de la legalidad y el control total del aparato estatal. La campaña de Violeta de haberse concretado la propuesta de su candidatura, tendría que haber sido una campaña de "Corazones y Mentes" ideal para su perfil, bajándole el copete  en esos momentos al arrollador fujimorismo y exigiendo con decencia y razón, juicio y sanción para los responsables de la barbarie del quinquenio de 1985-1990. En suma, una respuesta a Fujimori, al mas puro estilo de la Revolución de los claveles. Pero estamos ya entrando en los vericuetos de la especulación y que seria tema de más profundidad para otra nota, en todo caso nos queda la satisfacción a  los que la propusimos,  de habernos adelantado quince años en la tendencia de América Latina de elegir mujeres presidentas. 

Y volviendo al asunto de la oratoria, diremos que la Democracia cristiana tuvo en Héctor Cornejo Chávez a un brillante polemista y a un regular  orador, pero que no irradiaba magnetismo.  Luis Bedoya Reyes y su partido el Popular Cristiano, han presentado oradores solo un poco superiores del nivel de la media, el mismo Bedoya es buen orador pero muy irregular y des secuencial.  Paradójicamente Bedoya funda una organización que se mantiene vigente, porque se aleja del caudillismo y hunde sus raíces en sus ideas, contrariamente Acción Popular se aleja del centro ideológico que siempre circundo y pierde mensaje, agregando que el culto a la figura de su Fundador la desborda y poco a poco el aparato partidario se extingue y se pierde del imaginario popular, exactamente lo que esta pasando en estos tiempos, que cada día que pasa reduce su  importancia y es solo ya un membrete o rotulo partidario, y lo digo muy apenado porque pertenecí veintiún años a esta loable organización partidaria.  En consecuencia, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que no hay en la historia del Perú, mejor orador que Fernando Belaunde hasta hoy en día,  salvo claro Víctor Raúl Haya de la Torre o el propio cachorro  Manuel Seoane y eso que en una oratoria distinta o de otro estilo o corte. Luis A. Flores, sucesor y delfín de Sánchez Cerro en la Unión Revolucionaria fue solo un   "orador" para la invectiva, al margen de ser duro e intransigente y fascista mussoliniano.  Dentro de los grandes caudillos del siglo antepasado, tendríamos que citar a Nicolás de Piérola y Villena, pero es un orador para la tragedia antes que para otras situaciones también. Y si nos  detenemos en Manuel Gonzales Prada, diremos que fue un excelso escritor, sin fortaleza en sus cuerdas vocales y sin agallas para plantarse frente al publico, era tímido y vacilante en la tribuna, en otras palabras: no tenia cualidades de orador, tal es así que el discurso del 28 de julio de 1888 en Lima, en el teatro Politeama, excepcional pieza oratoria escrita por Gonzales Prada y que el imaginario nacional piensa incluso hasta hoy en día que también fue dado por Gonzales Prada, se le encargo darle lectura al señor Miguel Urbano. Entonces, Fernando Belaunde en la conferencia de Presidentes americanos de Punta del Este Uruguay  en 1967, durante su intervención  estuvo hondamente inspirado, a tal punto que fue el mejor orador de la cita convirtiéndose en un domeñador del idioma castellano. Y a su regreso, de su triunfal participación frente al otro mar, su oratoria enardeció a la multitud que lo escuchaba entre la Plaza de Armas – muy tontamente cambiada de nombre por la de Plaza Mayor- y el patio de Honor de Palacio de Gobierno, que lo vitoreaba y aplaudía. Ahora bien, hoy por hoy el nivel de la oratoria de Fernando Belaunde  Terry, aparte de los ya mencionados, es solo equiparable a la del portentoso orador español Emilio Castelar  Ripoll, Presidente de la primera República española –para muchos el mejor orador de todos los tiempos en todos los idiomas, incluidos los clásicos y que desafortunadamente no se encuentran los registros completos de estos-, el del socialista Felipe Gonzales y el del uruguayo Julio María Sanguinetti de académica y fluida expresividad.   No incluyo a García Pérez como un orador elegante, ni tampoco como el que deslumbra ilustrando a las masas o al auditórium, porque no ostenta estas cualidades. No obstante ser un orador muy bien dotado, y bueno para el ataque, la arenga política, el circo discursivo o el apabullante asambleismo, impactando eso si, empero no siempre tampoco. Es mas que nada un orador  para masas desocupadas o renegadas, en otras palabras es un orador que trafica con las necesidades de estas masas. Además, muy atolondrado para mí gusto. Es también un polemista, antes que un orador propiamente dicho, contra lo que se piensa.  Pero como Fernando Belaunde, pasara mucho tiempo hasta que salga uno de su categoría y relieve de verdadero peso pesado de la oratoria politico-poetica.  

Por ultimo, frisaba yo la tierna edad de cinco años, cuando Belaunde a su regreso de Punta del Este en 1967, entre otros párrafos celebres sentencio aquí en Lima la siguiente bella construcción gramatical, que ya esta insertada en los registros históricos de nuestra literatura política-discursiva: ´´ Que me aplaudes pueblo peruano, si fui a Punta del Este porque tu lo quisiste, que me aplaudes si estuve ahí porque tu me mandaste y que laureles me alcanzas si tu te los ganaste. Debo al pueblo peruano muchos honores, pero ninguno tan grande honor como el que acabo de vivir…´´

También quisiera mencionar, aquella del cierre de  campaña en 1980  en el Callao, yo ya en esos instantes con 18 calendarios a mis espaldas, cuando dijo: "Nosotros meteremos el gol de la victoria, pero no con la fuerza de la patada, sino con la habilidad de la chalaquita, y hay que prevenir al referí vestido de verde que no  vaya a anular ese tanto, porque si lo anula se pueden salir las aguas de este litoral, y entonces vamos a tener que ir con marineros chalacos a anclar en Palacio de Gobierno", la multitud deliraba y se rompían los cordones de seguridad policiales.  O en la del cierre de campaña a nivel nacional de aquel mismo año en el Paseo de la República,  en donde Belaunde estuvo memorable, sin una pizca de rencor o animo de revancha, después de todo lo que tuvo que pasar durante la revolución que termino con el latifundio y la casta oligárquica, al subrayar delante de la puerta principal del Hotel Sheraton, donde se encontraba instalado el estrado, lo que sigue: "Esto mas parece un festival de la canción criolla con tantos candidatos a la presidencia de la República,  pero el pueblo sabrá escoger aquella que dice: Todos vuelven, pero será antes que nada un mano a mano entre el Apra y Acción Popular, y esta vez si saldrán pañuelos blancos , pero para pedir oreja y rabo para Acción Popular". Solo concluiré  diciendo, que para Belaunde en este aspecto del arte de la retorica, en sentido figurado claro, le otorgo, como dicen en  España, el: "Sota, caballo y Rey. Ovación y vuelta al ruedo".

(*) Presidente de la Asociación Civil Legitimidad Democrática.     

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