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REDES SOCIALES
Martes 06 de marzo 2012

La caída de Artemio

Por: Nelson Manrique.
La caída de Artemio
Foto: Captura TV

La caída de Florindo Flores Hala, “camarada Artemio”, constituye un importante revés para una rama de Sendero Luminoso pero está lejos de significar su final.

La captura de Abimael Guzmán, el 12/9/92, provocó un radical viraje de sus posiciones. Apenas una semana después de su caída Guzmán se convenció de era imposible seguir con la “guerra popular”. El razonamiento era muy simple: la dirección del “presidente Gonzalo” era la garantía del triunfo para la revolución; estando él prisionero, solo quedaba negociar la paz. Alberto Fujimori necesitaba ganar el referéndum que legitimaría su golpe de Estado de abril de 1992. Él y su álter ego, Vladimiro Montesinos, entraron en conversaciones con Guzmán y, luego de arduas negociaciones, este grabó un video donde reconocía su derrota, saludaba el triunfo de Fujimori y llamaba a firmar el acuerdo de paz.

La nueva posición de Guzmán tomó por sorpresa a los integrantes de su organización, que hasta ese momento seguían aplicando la línea que su líder expresara desde la jaula donde fue exhibido ante la prensa internacional, llamando a continuar la “guerra popular”. Luego de un periodo de confusión, finalmente se convencieron de que verdaderamente el presidente Gonzalo ordenaba terminar la guerra. Entonces se produjo la ruptura. Un sector mayoritario se declaró en rebeldía y proclamó que la guerra continuaba. Fue conocido como “Proseguir”, lo dirigía Óscar Ramírez Durand, “Feliciano”, y tenía sus principales bases en las zonas cocaleras del país: el VRAE y el Valle del Huallaga, donde el dirigente máximo era “Artemio”.

“Feliciano” fue capturado en 1999; luego capituló. Después las dos ramas de Sendero tomaron direcciones divergentes. En el VRAE “Alipio” se ratificó en la continuación de la guerra y esa es su posición hasta hoy. Su ruptura con Guzmán, al que considera un traidor y a quien acusa de haber causado un grave daño a la causa de la revolución por “genocida” (¡), es total.

“Artemio”, en cambio, dio un viraje radical hacia el 2003, argumentando que una década de proseguir la guerra había demostrado que este camino era inviable y que la línea del presidente Gonzalo era la correcta. Intentó en varias ocasiones negociar una amnistía y en los años siguientes terminó alineado con la consigna de Guzmán: “Por una solución política a los problemas derivados de la guerra”. Es la misma que levanta el Movadef y que escribió en las paredes del caserío de Santa Rosa de Mishollo –junto con la de “amnistía general”– la columna senderista que lo llevó herido a la posta médica.

La caída de “Artemio” puede desarticular al Sendero del Huallaga, que apostaba por terminar la guerra, pero no va a acabar con la violencia del narcotráfico en la región. Podría inclusive convertir a ex senderistas en sicarios abiertos de las bandas internacionales que allí operan. Tampoco va a tener mayor impacto para detener las acciones de “Alipio” y sus huestes en el VRAE. Lo positivo es que el gobierno podrá concentrar sus recursos en un solo frente.

La marcha de la democracia

La Marcha por el Agua, más allá de la posición que se tenga sobre el proyecto Conga, plantea un escenario muy preocupante por el escandaloso nivel de autocensura al que la mayoría de los medios ha recurrido. Afirmar que quienes marcharon eran 400, para ser desmentido por quienes participaron en una marcha de diez cuadras de extensión, y por las fotos y videos que decenas de testigos han subido a las redes sociales, muestra un desdén por la propia credibilidad que no anuncia nada bueno para la libertad de expresión en el país. Esto no es de extrañar en el caso de los medios que durante las pasadas elecciones recurrieron a todas las infamias imaginables para impedir el triunfo de Ollanta Humala y ahora lo adulan; su desdén por la verdad no es noticia. Lo verdaderamente preocupante es el silencio y los sesgos informativos de quienes hasta aquí consideraban su prestigio profesional como el mayor capital que poseían. Que los medios terminen alineándose con el poder por razones subalternas no anuncia nada bueno para la democracia.

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