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Viernes 09 de marzo 2012

El Estado y la Política según Félix Jiménez

Por: Dr. Hugo Salinas.
El Estado y la Política según Félix Jiménez
Foto: Cesar Revilla

Coincido con la frase anotada por el profesor Félix Jiménez en la conclusión de su artículo “El Estado y la Política en La Gran Transformación”[i]: “Los hombres no son libres si no tienen condiciones materiales de existencia”[ii], en condiciones más o menos iguales, agregaría. Pero, me pregunto, ¿es a esta conclusión que llegamos luego de leer su artículo?

Félix Jiménez comienza diciendo que “En todos los gobiernos del período 1980-2011, la democracia representativa pierde legitimidad debido a la práctica arbitraria del poder y a la corrupción.” En vista de ello, “en La Gran Transformación se plantea ‘combatir la corrupción como método de gobierno y transformar el modo de hacer política restituyéndole el carácter de instrumento de la justicia’. No es suficiente garantizar la separación de poderes. […] se tiene que ‘forjar un nuevo modelo de desarrollo sobre la base de la construcción de una economía nacional de mercado abierta al mundo’.”

Y para ello, “no se puede prescindir del Estado, pues es el instrumento de acción colectiva más importante”, nos dice el profesor. Porque, “El Estado tiene la particularidad de proveer bienes públicos puros (desarrollo e integración social, derechos sociales y políticos, superación de la exclusión social, reducción de la pobreza, profundización de la democracia, etcétera)”.

Es decir, el profesor Félix Jiménez ubica al Estado como un agente económico. Además, a este Estado lo presenta como paternalista, policía y totalitario; porque “tiene la capacidad política para administrar los incentivos selectivos o el poder legítimo de coerción”.

Para comenzar, llamemos al pan, pan; y al vino, vino. Cuando se habla del Estado como proveedor de “bienes públicos puros”, nos estamos refiriendo al Gobierno y no al Estado. La noción de Estado es más amplia. Y el profesor Félix Jiménez lo acepta cuando, en uno de sus artículos, tratando este mismo tema, hace referencia al “Estado o el sistema de gobierno”[iii].

Entonces, para limpiar todas las restricciones que confrontan diariamente los inversionistas nacionales, el profesor Jiménez requiere de un Gobierno coercitivo a fin de aplicar “incentivos selectivos”. Pero, justamente, ese es el problema del Gobierno en una Democracia Representativa. En un solo cuerpo, centralizado, totalitario e uninacional, se ha juntado la Política y la Economía. Y en la mayoría de los casos, los gobernantes no hacen política, sino economía. Una economía en función de sus intereses personales y de grupo. ¡Esta es precisamente la causa de la gran corrupción!, y el profesor quiere todavía mantenerlo.

La teoría económica presenta al Gobierno como un agente económico. En estricto sentido, no lo es. Nace para resolver los problemas de la clase dominante cuando los desnutridos e indignados realizan Occupy Wall Street, incluso en las grandes plazas de los países “desarrollados”. Con el tiempo, y dado que los inversionistas privados solamente se ocupan de hacer dinero y más dinero, surge el Estado-Providencia como un mero paliativo de la situación; el mismo que, actualmente, dentro de un proceso de globalización, la economía neoliberal está destrozando todos los convenios, contratos y conquistas sociales.

No siendo el Gobierno un agente  económico, y en aras de eliminar “la práctica arbitraria del poder y a la corrupción”, es urgente separar la economía de la política. Es necesario que la Política recupere su rango de nobleza, y que la economía sea ejecutada por los verdaderos agentes económicos. Es esta separación que nos conducirá a “la construcción de una comunidad política territorializada e integrada y […] que le devuelve a la política su carácter de elemento de conexión social”.

Porque las personas, dentro del cuadro de un Gobierno que centraliza la economía y la política, pierden casi toda su capacidad de seres humanos. Es el Gobierno, a través de su presidente y otorongos, quien impone o elimina los impuestos que le conviene; aprueba o desaprueba la Constitución y las leyes que le conviene, maneja el presupuesto nacional como le conviene. Al ser humano lo ha convertido en un ente pasivo, sin mayor iniciativa, y que está esperando que el Gobierno resuelva todo.

De ahí la urgencia de separar Política y Economía a fin de que, primero, todas las personas tengan el control directo de la totalidad del Valor Agregado, en condiciones más o menos iguales. Un control a través de, por un lado, sus salarios en función de conocimientos y competencias y, por otro, a través de una parte alícuota de la totalidad de las utilidades de las empresas-país (a crear), por ser parte de una sociedad. Porque, “Los hombres no son libres si no tienen condiciones materiales de existencia”, en condiciones más o menos iguales, como señalaba líneas arriba.

Segundo, la separación Política/Economía, una vez que las personas manejan directamente el Valor Agregado, facilita instaurar una Democracia de participación directa, en donde una persona, un voto, tendrá validez real. Sólo en esta condición tendrá pleno sentido un Gobierno Local, cercano a los pobladores, y a un solo nivel de decisión.

Las personas, en tanto que ofertantes y demandantes, y con el control directo del total del Valor Agregado, conducirán la actividad económica y; los políticos, a través de los gobiernos locales, orientarán a su sociedad hacia grandes aventuras humanas. Un trabajo político sin ningún control directo sobre la economía. Sólo en esas condiciones se podrá apreciar la calidad del político.

Pero, hay algo más. No se trata solamente de instalar, en posición hegemónica, un nuevo tipo de repartición de las utilidades de las empresas-país, tampoco de solamente hacer funcionar una Democracia de participación directa, sino que los países del Sur requieren, con urgencia, como es el caso del Perú, ponerse al paso de la Historia en las formas de trabajar.

De ahí que, no se trata solamente de “desarrollar el agro y la industria”. Debemos ingresar, con toda nuestra fuerza y audacia, a desarrollar la economía inmaterial. Una economía basada en una nueva forma de trabajar, que tiene como elemento central a los conocimientos y competencias. Ya no estamos en la  época del campesino o del obrero. Estamos en la época del conceptor.

En suma, estos son los soportes del nuevo modelo que deberá hacer evolucionar nuestra economía y nuestra sociedad. Y este debería ser el contenido y el sentido de La Gran Transformación.

Cajamarca, 7 de marzo del 2012


[i] Publicado en el diario La Primera el sábado 3 de marzo, in http://felixjimenez.blogspot.com/

[ii] Las frases entre comillas, no referenciadas, hacen alusión al texto que comento de Félix Jiménez

[iii] JIMENEZ Félix, [2010] Economía nacional de mercado: una estrategia nacional de desarrollo para el Perú, in  Opciones de política económica en el Perú. 2011-2015, José Rodríguez y Mario D. Tello editores, Lima, p. 327

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