Entrevista a Gian Marco

Gian Marco Zignago ha demostrado a través de su experiencia que la música es un mundo más rico y complejo de lo que uno puede suponer. Hoy es una profesión con muchas posibilidades.

Muchos piensan que tu primera presentación fue en la Estación de Barranco, pero en realidad fue a los 2 años.
Mi mamá trabajaba en Buenos Aires como actriz, y la invitaron a un programa dominical. Ahí canté la canción del programa, pero mi primer show fue en una tratoria. Estudiaba publicidad en IPP. Mi papá me quitó las propinas cuando salí del colegio, entonces me metí a trabajar en una feria navideña, donde tocaba guitarra. Entonces, una amiga me dijo que querían a un pata que cantara en un restaurante medio “fichón”, y me animé.

¿Tus intereses profesionales estuvieron, al principio, orientados hacia la publicidad?
Sí, pero más que nada porque mi papá era publicista, no porque yo tuviera una marcada vocación. Estudié diseño gráfico en Chile un tiempo, pero seguí cantando en restaurantes para pagarme mis estudios.

¿Cuándo confirmaste tu verdadera vocación?
 Recién en mi tercer disco.

¿A partir de entonces empezaste a ver la música como una profesión?
Siempre la vi como una profesión, nunca como un hobbie. Que después me haya dado cuenta que la música era mi vocación no quiere decir que desde el principio no la haya visto como una profesión.

¿Qué tan importante es el contacto temprano con la producción musical para quienes quieren dedicarse en serio a esta profesión?
La producción es una de las ramas de la música. Es importante tener un contacto temprano con esta, así como con un estudio de grabación o una compañía discográfica. Siempre el contacto directo con diferentes áreas de la industria de la música es importante. Así como con la música clásica o con el jazz. No es bueno que el músico se encierre en una sola faceta. Es mejor abrir el abanico, probar y después elegir, porque en la música uno nunca termina donde comenzó.

En tu caso, ¿tuviste algún tipo de preparación académica?
Mis estudios de música fueron muy personales, los hice independientemente, yo solo o con alguna clase particular. En el año 91 gané una beca para estudiar en Berklee. Pero en ese momento ya trabajaba, tenía 21 años. Había una suerte de dilema, porque ya venía trabajando en mi país como músico y generaba mis propios ingresos. Irme era dejar todo lo que había empezado. No puedo decir que perdí la oportunidad, sino que la dejé pasar.

¿Qué tan importante crees que es la preparación académica para una persona que quiere dedicarse seriamente a esta profesión?
Profesionalizarse es básico. Yo estoy cumpliendo el sueño de aportar en un proyecto que a mí me hubiera gustado que en mi país existiera cuando yo empecé mi carrera.

¿Qué tan importante fue el contacto con compositores y productores de la industria, en tu caso?  
Para mí, trabajar siete años con Emilio Estefan fue mi universidad. Además, tuve la suerte de conocer a músicos impresionantes, músicos no solo talentosos, sino virtuosos, que tienen un corazón inmensamente grande para su instrumento. El contacto con los profesionales de la música es básico. Todos, de alguna manera, tenemos influencia de otras personas.

¿Cuál es el reconocimiento que más valoras?
Subir al escenario y llenar un teatro. Después de veinte años cantando, eso es un regalo. No hay Grammy, ni nada que lo supere.

¿Cómo crees haberlo conseguido?
Tomando conciencia de que esto es una carrera. Profundizando el camino empresarial y profesional, y no quedándome en el rollo de que solo escribo y canto. Tengo un equipo de trabajo, un manager. Tengo que conocer sobre derechos de autor y contratos editoriales. Queremos que cada show salga impecable, mejor que el anterior. La gente sabe que hay seriedad en mi trabajo, y eso es mucho más valioso que la fama. Además, me divierto mucho (Con información de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas).