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Jueves 15 de marzo 2012

Mario Benedetti: "El género que más me importa es la poesía"

Escritor uruguayo habla de su vida en el mundo de los libros.
Mario Benedetti: 'El género que más me importa es la poesía'
Foto:acardenas.com

El escritor Mario Benedetti es uno de los personajes más influyentes de la literatura latinoamericana. Con esa sencillez para desenmarañar los sentimientos humanos, Benedetti vivió mucho para entender y compartir sus idelaes a través del único camino que conoció hacia su público: la poesía. A continuación una entrevista realizada al escritor en el 2000.

A los catorce años debió empezar a trabajar

Sí, en una casa donde vendían repuestos para autos. Llevaba libros de contabilidad, fui cajero, y ahí empecé también a trabajar como taquígrafo, actividad de la que viví muchos años. Era un oficio más importante de lo que es ahora, porque todavía no existían los grabadores. Me gustaba ese oficio.

Después pasó unos años en Buenos Aires.

Vine a trabajar en una asociación logosófica de la que no conservo un buen recuerdo.

¿Ya escribía en esa época?

Empecé a escribir de niño. Iba a un colegio alemán y los primeros poemas los escribí en ese idioma.

Usted se define como poeta, antes que narrador y ensayista.

El género que más me importa es la poesía. La mayor parte de mis libros son de poemas. Cuando viví en Buenos Aires, en esa primera época, fue muy importante encontrarme con la poesía de Baldomero Fernández Moreno. Yo sabía que iba a ser poeta desde niño, pero la poesía que se escribía en ese entonces, tanto en el Uruguay como en la Argentina, era muy hermética. Sin perjuicio de que la disfrutara, tenía claro que yo no iba a escribir así. Cuando descubrí a Fernández Moreno, encontré un buen poeta que escribía claro y sencillo.

¿Cuándo comenzó a publicar?

Debí pagarme la edición de mis primeros siete libros. Recién en el octavo, "Montevideanos", conseguí un editor. Ese fue el primero de mis libros que tuvo lectores.

De todas maneras siguió trabajando en otros oficios, incluso hasta después de publicar "La tregua".

Cuando me casé tenía tres empleos. Trabajé quince años en una empresa inmobiliaria, y en el rato que tenía libre para el almuerzo, escribía. En el café "Sorocabana", que ya no existe, escribí íntegramente "La tregua". Allí tuve reconocimiento masivo, y no sólo en el Uruguay. Es un misterio para mí, no sé por qué tuvo tanto éxito. Ni siquiera creo que sea mi mejor novela. 

¿Cuál es la novela suya que más le gusta?

"La borra del café". Me parece que es la que quedó más redondita.

La versión cinematográfica de "La tregua", que dirigió Sergio Renán, no terminó de convencerlo.

No quise ir al estreno. No me gustaron las modificaciones que le hicieron al guión. Le quitaron todas las connotaciones políticas que tenía, que no eran demasiadas, pero se las quitaron. Lo que tenía de bueno era la actuación del elenco: Héctor Alterio, Ana María Picchio, Norma Aleandro, Cipe Lincovsky, Lautaro Murúa. La adaptación de "Gracias por el fuego" tampoco me gustó. El final me pareció horrible. Pero ahí no tuvo la culpa Sergio Renán sino los productores, que cambiaron el final para que tuviera más taquilla.

¿Cree que la literatura debe tener un compromiso político?

No me parece un punto esencial. Lo esencial es que sea buena literatura. El compromiso tiene su fuerza si parte de una actitud sincera del autor. Si lo que sucede en su entorno le afecta como ciudadano, eso se refleja en lo que escribe. Es lo mismo que el amor. Si el poeta está enamorado, aparece su experiencia. Es muy difícil escribir poesía sin estar enamorado, y con la política pasa igual. La política era importante para mí y eso se reflejó en mis libros. Casi todos los escritores latinoamericanos de esa época tuvieron un compromiso político. Hubo hechos políticos como la Revolución Cubana que marcaron profundamente.

Usted vivió en Cuba entre 1967 y 1969, y realizó trabajos agrícolas. ¿Cómo ve la revolución Cubana desde la perspectiva de hoy?

Trabajaba en la Casa de las Américas y el trabajo en el campo fue una novedad para mí, que me enseñó mucho. Eso aparece en mi poema "El surco". Con respecto a la Revolución, soy crítico de muchas cosas, como por ejemplo la pena de muerte. Pero a pesar de los defectos, que he señalado muchas veces, creo que fue un hecho muy importante para toda América Latina. Me vinculó con otra realidad, con otras posibilidades de cambio, y con dirigentes que aunque se equivocaron muchas veces, querían el bienestar de su pueblo. A veces lo consiguieron, a veces no. Pero aún los Estados Unidos, con todo su poder, no han podido con la Revolución Cubana. Por algo es.

Al volver al Uruguay comenzó a actuar activamente en política.

No me arrepiento de haber sido militante, pero sí de haber sido dirigente político. No tengo la menor vocación, y además para un intelectual es muy difícil no poder ser crítico. Creo que puedo hacer más a través de los literario que de la dirigencia política.

¿Cuál era su visión de Tupamaros en ese momento?

Nunca fui Tupamaro, pero respetaba que gente joven, muy sacrificadamente, se jugara la vida por un ideal político. Verdaderamente había unas cuantas cosas por las que luchar. Además los Tupamaros eran bastante humanos en sus acciones, si las comparamos con las acciones de la ETA, por ejemplo. Sus muertes eran resultado de una lucha. 

En esa época usted escribió "El cumpleaños de Juan Angel".

Sí, ahí aparecen los Tupamaros. Fue una experiencia muy curiosa, porque se trata de una novela en verso. Influenciado por César Vallejo, quien cuando una palabra no estaba en el diccionario la inventaba, inventé más palabras en ese libro que en ningún otro.

¿Es verdad que el subcomandante Marcos tomó su nombre de un personaje de "El cumpleaños de Juan Angel"?

Sí, lo dijo en un reportaje.

Cuando empezó a recibir amenazas, vino por segunda vez a vivir a Buenos Aires.

Sí, pero también debí irme de Buenos Aires porque me amenazaron de muerte en la época de López Rega. Estaba en una lista de quince amenazados a los que nos daban cuarenta y ocho horas para irnos del país. Me fui al Perú. Zelmar Michelini, quien estaba en el primer lugar de esa lista, se quedó y lo mataron. Para mí fue un golpe tremendo, éramos muy amigos. Tengo un largo poema dedicado a Zelmar. Viajé al Perú porque me ofrecieron protección, pero al llegar me metieron preso (fue la única vez que estuve preso) y después me mandaron a Buenos Aires, donde estaba amenazado de muerte. Era tremendo. Vino una gente del gobierno peruano a decirme que no había problema y volví al Perú. Pero ni bien llegué, me empezaron a buscar otra vez. Entonces viajé a Cuba, donde estuve un par de años, y luego me radiqué en España hasta que pude volver, primero a la Argentina y después al Uruguay.

Cuando volvió a Buenos Aires, en 1983, dio una charla en la Feria del Libro y el fervor de la gente fue impresionante.

Me traían libros arrugados y me decían que los habían tenido enterrados en el fondo de sus casas. Cosas así. Cuando volví a Montevideo di un recital con Daniel Viglietti en la Avenida 18 de julio, y fue tremendo también.

¿Cuándo comenzó a componer canciones?

Empecé con Alberto Favero y Nacha Guevara. Yo había escrito "Poemas de oficina" y Favero les puso música. A partir de ese momento empecé a trabajar para ellos, pero haciendo concretamente letras de canciones. Es muy distinto escribir un poema que una letra de canción.

¿Alguna vez intentó apartarse de su personaje arquetípico, el montevideano de clase media?

Yo soy un hombre de clase media, es mi mundo. Algunos críticos me reprocharon que en mis novelas no aparecieran obreros. Intenté hacerlo, pero esos obreros míos eran un desastre, no hablaban como obreros. Entonces decidí dedicarme a la clase media. Tampoco en mis novelas aparecen millonarios. Yo creo que la difusión que han tenido mis libros se debe a que la clase media es universal. Está en todos los regímenes y en todos los países. Entonces siempre hay algo de lo que yo digo que le toca a la gente. 

¿Se sigue considerando un hombre de izquierda?

Por supuesto, a veces desilusionado de algunas izquierdas, pero sigo siendo de izquierda. Ser de izquierda es tener como punto de mira el bienestar de la gente, la igualdad social, la solidaridad. Por eso me preocupa mucho este momento, porque la humanidad está muy indefensa. Creo que si no hay un gran cambio, la humanidad va a desaparecer. Todos vamos a morir, tenemos que acostumbrarnos a esa idea, pero no me gustaría que muriese la humanidad. El hecho de que sea una gran nación la que domine, que no tenga rivales, es muy preocupante. Sin embargo tengo esperanzas, porque creo que a los Estados Unidos, que parecen invencibles, los van a derrotar los norteamericanos. Ya ve lo que sucedió en la última elección. Es un mal momento para la democracia norteamericana, y me alegro. Cuantos más malos momentos pase, me alegro más.

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