Para conocerlos, recordarlos, seguirlos

Cuando está comenzando un nuevo año escolar, una de las más claras señales del buen inicio está en la oportuna presencia del profesor o profesora. Cuando se discute el futuro de la calidad educativa en nuestro país, el Consejo Nacional de Educación nos recuerda que, de todos, el principal factor para una buena educación es contar con un buen profesor. Cuando se asiste a una revolución educativa con el uso de las TIC, no se puede obviar el rol básico de preparación, orientación y acompañamiento que cumplen los profesores, aunque se utilicen los neologismos de “mediador” o “generador de situaciones de aprendizaje”. El proceso educativo se desenvuelve esencialmente en una relación -empática, afectiva, cariñosa- entre seres humanos, que de modo progresivo autonomiza al “que aprende” en la medida en que descubre cómo aprender por sí mismo.

Entre los cientos de miles de peruanos que se han interesado por la educación, debe haber un grupo muy grande de magníficos educadores, aquellos cuyo recuerdo está perennizado en la gratitud y en el éxito de quienes fueron sus alumnos. Algunos tal vez no hayan alcanzado renombre nacional, pero su esfuerzo, su sacrificio o su sabiduría han dejado memoria en el territorio y el tiempo de su existencia.

A estos el filósofo cajamarquino Antenor Orrego prefería identificar como Maestros. Orrego hizo un deslinde muy interesante entre Profesor y Maestro a partir de la intensidad como de la trascendencia con que los docentes asumían y cumplían su rol. Siempre me ha parecido estremecedor que para Orrego el Maestro sea capaz de conducir a sus alumnos “hasta el hondón abismático de la vida” para entregarles la posibilidad de un “mañana de realidad creativa”.

De todos aquellos Maestros hay un grupo más reducido, selecto y trascendente, para quienes la tarea educativa va más allá de las aulas y sus alumnos. Son esas personas que han encontrado en la educación el hecho central de sus vidas o, en todo caso, uno de los más importantes; que son esencialmente educadores y que han hecho docencia real, en cualquier nivel; que además son quienes han “pensado la educación” y han realizado propuestas o hallazgos de importancia, y que en casi todos los casos los han convertido en publicaciones de diversos tipos.

Esos son los MAESTROS EJEMPLARES a los que dedicaremos en forma de serie, unas líneas que recojan lo esencial de sus vidas, sus ideas, sus aportes y también lo que otros, eventualmente, hayan pensado de ellos.

Ya existen valiosas publicaciones que se ocupan de estas figuras descollantes. Hacia 1981 el investigador Fernando Lecaros cumplió con un sueño de Jorge Basadre al publicar un centenar de biografías cortas tituladas “Peruanos del siglo XIX” –y también  “del siglo XX”- en dos pequeños tomos. Hacia 1997 la Derrama Magisterial entregó “Aulas para Despertar” de Guillermo Thorndike y Raúl Vargas Vega con una antología de 15 educadores. Más recientemente, en 2003, el Ministerio de Educación publicó “Grandes Educadores Peruanos” con 13 excelentes biografías. Y más cerca (2007) hay un trabajo del profesor Juan Carlos Zapata titulado “Pensadores de la Educación Peruana del siglo XX”. Sin duda habrá más.

Si luego algún amable lector sintiera la maravillosa necesidad de ahondar en sus indagaciones, ya tiene algunas pistas para hacerlo.