Jueves 25 de abril 2024 | Contáctenos
Ella lo ha repetido en varias ocasiones: Está cansada de las altas esferas en Washington, de los devaneos electorales cada cuatro años y solo aspira a una cosa, descansar y disfrutar de la familia.
Para Hillary Clinton dos décadas en la vida pública fueron más que suficientes. Ha sido dos veces primera dama de un exitoso presidente –el bueno pero pecador Bill–, senadora por Nueva York y jefa de la diplomacia del país más poderoso del mundo.
Ella lo sabe muy bien, superó con creces el legado de una de sus heroínas, Eleanor Roosevelt, quien también fue primera dama, escritora, diplomática, defensora de los derechos humanos y feminista.
En el 2008, Hillary partió como la gran favorita en el Partido Demócrata pero su sueño de llegar a la Casa Blanca esta vez como “la jefa” se vio frustrado por un joven inexperto y afroamericano senador de Massachusetts, Barack Obama, quien con su simpatía impuso el corazón a la razón.
Hoy las cosas son distintas. Obama no la pasa nada bien y pese a la aparente recuperación económica que vive el país, su popularidad no deja de caer para ubicarse en 43%.
El número es preocupante por tratarse de un mandatario que deberá luchar por su reelección a la vuelta de la esquina, en noviembre próximo.
La historia en EEUU dictamina –aunque puede haber sus excepciones– de que un presidente pierde un segundo mandato si la clase media norteamericana se siente insatisfecha. Y estos días lo está.
El precio de la gasolina sube día a día –un golpe mortal para los estadounidenses que en su mayoría tiene auto propio–, mientras que el índice de desempleo no baja del 8%.
En las bases del Partido Demócrata temen que Obama repita los fracasos de Jimmy Carter, en 1980, y George W. Bush, en 1992, que perdieron la reelección, acosados por temas internos y un pobre liderazgo.
Vuelve por favor
“Es momento de llamar a Hillary”, señalan algunos demócratas que no han dudado en comenzar una campaña para el retorno de la ex primera dama a las lides electorales.
Se sabe, incluso, que existe una petición al Congreso y al Partido Demócrata para que Obama se retire y deje paso a Clinton. “Señor presidente, le damos las gracias por sus servicios. Sin embargo, le pedimos que haga lo que está bien para su partido y para su país y se retire igual que hizo Lyndon B. Johnson”, dice una declaración escrita por un ex voluntario de las campañas de los Clinton, Steven Rosinnski.
Aunque la propuesta no ha dejado de sorprender a la propia Clinton, gente cercana a la secretaria de Estado asegura que esta nunca lo tomaría en serio por varias razones.
Primero, porque quienes la conocen saben que Hillary es, ante todo, una persona leal. La relación con Obama en la campaña del 2008 fue difícil y áspera, pero cuando el presidente la llamó para que sea la voz cantante de su política exterior ella aceptó e hizo “borrón y cuenta nueva”.
El tándem Obama-Clinton ha recuperado en algo el prestigio internacional de EEUU en el mundo –hecho añicos por la era Bush–, un hecho que demuestra la buena conexión entre uno y otro.
Segundo, si Clinton guarda algún tipo de encono por la campaña del 2008 sería con aquellos sectores que la apoyaban al principio y luego se voltearon a Obama. Muchos de estos “traidores” o “comodines” –según se mire– ahora piden su regreso. Ella, por supuesto, los ignora.
Tercero, la idea de un desafío al liderazgo de Obama dividiría otra vez al Partido Demócrata que mantiene una imagen sólida y de unidad si se compara con los republicanos, enfrascados en ataques constantes por sus primarias.
Las encuestas señalan que el 60% de los estadounidenses desaprueba los ataques entre los republicanos, mientras el 50% valora la unidad demócrata. Este sería un punto a favor si se quiere lograr la reelección en tiempos difíciles.
Pero una de las alternativas más interesantes que ha saltado en las últimas semanas es que Clinton acompañe a Obama como su vicepresidenta.
Algunos señalan que su sola presencia aseguraría el voto de las mujeres y los hispanos en estados claves para ganar la reelección como Ohio y Florida.
A sus 64 años, Clinton es alabada por tener una ética del trabajo calvinista, una excelente experiencia en cargos públicos y por poseer un instinto político capaz de lograr acuerdos entre republicanos y demócratas. Esas características son vitales en el vicepresidente que también tiene el cargo de presidente del Senado.
El actual vicepresidente, Joe Biden, ha sido un compañero correcto para Obama en los últimos cuatro años, pero ahora se necesita a una guerrera como Clinton para los tiempos difíciles. La pregunta que se hacen muchos es si aceptaría el nuevo reto o preferiría quedarse en casa para jugar con sus futuros nietos. Las dos opciones son respetables, aunque una es más ambiciosa que la otra.
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