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REDES SOCIALES
Martes 20 de marzo 2012

Futuros escenarios peruanos

Por Ubaldo Tejada.
Futuros escenarios peruanos
Foto:azumare.com

El problema de la minería informal como resultado de la ausencia de políticas de Estado anexadas a un Plan Nacional de Desarrollo de corto, mediano y largo plazo, junto a manifestaciones de la sociedad civil en todo el Perú, anuncian futuros escenarios peruanos, cada vez más imprevisibles.

Los partidos políticos, tipo MAS en Cajamarca y otros que se van edificando en el Perú profundo, van comprendiendo el desafío de ir definiendo algunos principios de articulación en una realidad con profundas escisiones sociales, culturales, étnicas, regionales; con características muy precisas: población que ha vivido procesos de movilización, traslados del campo a la ciudad, cambios de trabajo y redefinición de expectativas, y fundamentalmente nuevos liderazgos.

Es aquí donde los partidos de nuevo cuño popular, están obligados a síntesis provisionales en las que tienen que interpretar mensajes contradictorios y estar atentos a nuevas demandas, donde estamos seguros que muchas organizaciones políticas cambiarán hasta de nomenclatura, para establecer un marco de relación entre el liderazgo y el pueblo.

Lo que viene ocurriendo con las luchas de los frentes y movimientos regionales en el Perú, sólo reflejan, la incapacidad de gobernantes como Alan García Pérez, que expresó que las comunidades selváticas eran “ciudadanos de segunda clase” a los que solamente hay que ofrecerles protección, pero no derechos, es aquí donde estamos asistiendo a un duro aprendizaje político, para adquirir visibilidad a un Perú no oficial, profundamente informal, que está viviendo procesos de emergencia y de cambio.

A lo anterior solamente tenemos que citar la encuesta Portocarrero-Oliart (1,989: 131-2) donde el 67% de encuestados en colegios estatales y particulares de Lima y provincias, muestran como han variado las imágenes del indio en el imaginario colectivo: “el indio es trabajador y puede valerse por si mismo”. Sería necesario que nuestra casta política centralista limeña leyera esta encuesta.

Es aquí donde mantienen sus rasgos fundamentales de informalidad, desde el Perú profundo, que sigue soportando las consecuencias de las crisis económicas de los últimos años, pese al “optimismo populista” de la versión reciclada de Alan García 2,012, mas preocupado de vender su imagen, a las transnacionales como alternativa al continuismo del capitalismo salvaje.

El caso de los trabajadores del Estado en el régimen CAS, y la oferta de incorporarlos a un trabajo decente, se cae por si solo cuando entendemos quien realmente gobierna en el Perú desde 1992, fecha del autogolpe de FUJIMORI, cuya misión hasta el 2,012 es achicar el Estado, entendido como el gobierno desde las decisiones del Ministerio de Economía y Finanzas y del FMI, con lo cual seguiremos con la informalidad, formada quienes no se adaptan al modelo neoliberal excluyente.

El Perú de Ollanta Humala, de la mano de los grupos de poder, y la pérdida de influencia del movimiento sindical, donde miles de trabajadores siguen siendo arrojados a la informalidad, hace que éste sea la característica esencial de un circuito de la supervivencia en un sistema de un Perú oficial que choca con los grupos de menores ingresos, poco institucionalizados: los informales.

Los pocos actores políticos de inexistentes partidos, siguen ignorando al Perú informal, y como si nada se alistan a nivel de caudillos para participar en las próximas elecciones, sin darse cuenta que las élites de los grupos de poder están a las espaldas del pueblo y con ello siguen sin acertar las posibilidades de imaginar, y anticipar los futuros escenarios políticos del país.

Una primera conclusión a tomar en cuenta, es reconocer que tanto el Ollanta Humala como Keiko Fujimori, al igual de el resto de partidos, han conseguido acumular votos, pero no reclutar adherentes convencidos; y ello podemos observar con la pareja Ollanta-Nadine, donde su vertiginosa ascensión, puede anticipar una violenta caída de su popularidad.

Una segunda conclusión, es que éstas condiciones solamente son las corporaciones mas fuertes las que pueden ocupar el lugar que le corresponde a los partidos, los grupos de interés y la propia sociedad civil con sus organizaciones sociales, donde con Ollanta podemos advertir la presencia de las Fuerzas Armadas, que hasta ahora se sienten “tutores” de la sociedad civil.

Una tercera conclusión, está relacionada con la precariedad de nuestra democracia, erosionada por la débil institucionalización del parlamento, del poder judicial y de los partidos políticos, en un escenario de atomización social y crisis de las representaciones, a la cual podemos agregar como un hecho la desorganización y hasta disolución de partidos políticos.

Una cuarta conclusión, es que el pueblo está en busca de una representación política, de un nuevo Perú que nacerá desde el Perú no oficial, de la informalidad andina y selvática, como portadores de cultura y constructores de nación, que no se hará desde la burocracia limeña.

Finalmente, una quinta conclusión, es que el Estado peruano no actúa sobre la realidad, sino sobre la oficialidad. Ignora que el parto desde la informalidad es el resultado de una república, que siempre estuvo de espaldas al problema del indio, del mestizo, que hoy sigue migrando, luchando desde el Perú profundo para revalorar las tradiciones andinas y selváticas, que al margen del olvido, adquieren confianza en su mismos, no sólo como Perú problema, sino como posibilidad.

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