Sábado 27 de abril 2024 | Contáctenos
La razón esencial de un partido político es llegar al poder, ejercer el gobierno y a partir de allí hacer las grandes transformaciones sociales, según su marco ideológico y político; sin embargo, según el punto de vista pragmático de los clubes electorales, se puede llegar al poder por la vía democrática o por una dictadura sea civil o militar.
Con visión profética, Víctor Raúl Haya de la Torre en su discurso de Trujillo el 8 de Diciembre de 1931, bajo un contexto de elecciones fraudulentas dirigidas por la dictadura de Sánchez Cerro, pronunciaba lo siguiente: “Quienes han creído, que la única misión del aprismo era llegar a Palacio, están equivocados. A Palacio llega cualquiera, porque el camino de Palacio se compra con oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo es llegar a la conciencia del pueblo, antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor de una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio…¡Sólo cuando se llega al pueblo se gobierna: desde abajo o desde arriba! Y el aprismo ha arraigado en la conciencia del pueblo. Por eso, mientras los que conquistaron el mando con el oro o con el fusil crean mandar desde Palacio, nosotros continuaremos gobernando desde el pueblo.”
Como premisa conceptual y filosófica, se entiende que la acción política es el único medio para llegar a la conciencia del pueblo, al compartir con ellos sus necesidades, reclamos y sed de justicia social de pan con libertad. Y si lo vemos como pragmáticos, pensando solo en ganar elecciones aún sin llegar a la conciencia del pueblo, vía el carisma de un líder o caudillo, manejando estratégicamente los medios de comunicación y el marketing político, estaremos en la vía del club electoral con políticos 1.0.
Según el Glosario de conceptos políticos usuales de Eduardo Arnoletto “La acción política es el conjunto de actos dotados de sentido y significación política, o sea, relacionados con la conquista y ejercicio del poder para la construcción de un orden social deseable, según la idea de quienes lo realizan. Normalmente, procura acrecentar las condiciones de seguridad y libertad para el disfrute de los valores sustantivos de la vida social (poder, respeto, rectitud, riqueza, salud, educación, habilidades, afecto) para el actor, su grupo o la sociedad en su conjunto”.
De otro lado, según Juan Freire en Acción Política. Tecnología. Web 2.0. Blogs, se pregunta: “¿En qué consiste la acción política?...Alguien dijo que un político 1.0 divide su tiempo en tres actividades prioritarias:
1) Conseguir poder y controlar su propia organización (lo que suele consumir la mayor parte de su tiempo).
2) Ganar elecciones, es decir, vencer electoralmente al contrario (externo) y “controlar” a los electores y finalmente,
3) Gobernar (solo si los resultados electorales lo permiten y queda tiempo suficiente tras completar las dos primeras actividades).
Para que se acepte la transición del político tradicional 1.0 hipercontrolador de todo lo que se mueve dentro y fuera de su organización al político 2.0, que es un nodo importante en una red social altamente diversificada y muy dinámica, las herramientas de la web 2.0 son claves para el regreso al modelo de participación activa. Los partidos políticos son organizaciones en muchos aspectos similares a las empresas y por tanto, el conocimiento desarrollado sobre el impacto de la tecnología de la información en entornos corporativos es directamente aplicable al mundo político. El político 1.0 juega a la suma cero y actúa como un filtro que frena la iniciativa ciudadana. El político 2.0 pierde control pero gana influencia y relevancia”.
En este escenario los clubes electorales solo persiguen llegar al gobierno, hacer uso del poder que la democracia les confiere y para ese propósito, crean su dizque partido político, léase Gana Perú, Fuerza 2011, Alianza para el gran cambio, entre muchos otros. Aparecen según las olas electorales con influencia y posicionamiento político, ganen o pierdan dejan de existir después. Se pierden en el tiempo sin pena ni gloria, hasta la aparición de nuevos actores políticos. Llegan a tener grandes portátiles transportadas en buses o camiones, financiados por empresarios oportunistas a la espera de una prebenda. Clubes electorales que basan su concentración de masas en el clientelismo político, regalando polos, gorras, llaveros, bolsas de mercado, almanaques, alimentos básicos o cualquier cuchipanda a la sazón del hambre y la miseria del pueblo. Carecen de ideología y doctrina que es compensada con algún líder suficientemente mediático.
En otro escenario están los té de tías, grupos intelectuales que se reúnen cada cierto tiempo para discutir sobre política, sociales, empresa, deportes, cultura, etcétera en largas sesiones de café, té, licor o cualquier estimulante de la verborrea, léase caviares, apristones, fundamentalistas, rajones y pendencieros, entre otros. Sus temas preferidos en el plano político son rajar de sus dirigentes, clase política, organización y militantes, andan más preocupados de la vida ajena que de las propias y sin mirar la viga sobre sus ojos. Según el psicólogo social tacneño Álvaro Gonzáles Riesle, “apelan a la viveza criolla definida como la utilización de la inteligencia y la creatividad al servicio de la violación de normas. No vacilan en sacrificar a los demás para lograr sus ambiciones”. Esta cultura se basa en cinco rasgos esenciales:
Ventajismo y manipulación para lograr todos los privilegios con el mínimo esfuerzo y tiempo posible, usando el ingenio, la picardía y la sorpresa. Su actuar se instrumenta en el uso de la coima y la cutra como círculo vicioso hacia la corrupción.
El arribismo, que le permite escalar posiciones sin tener escrúpulos de ninguna clase, con oportunismo, tretas y osadía.
Improvisación y postergación de las obligaciones para el “último momento”, haciendo las cosas “a la criolla”, descuidadamente, con falta de rigor y sin previsión, aunque muchas veces con inventiva.
Presentismo, para aprovechar y gozar del momento, la efervescencia u “ola”, y finalmente
Fatalismo, cosmovisión determinista en la que todo está configurado por una “instancia superior” directamente hacia el fracaso.
Tanto el club electoral como el té de tías usan sin discreción la ideología del criollo con verdadera pasión, estas actitudes están configuradas en la psicología del arribista.
Por otro lado, si vemos al APRA como partido por su acción política, obligatoriamente demanda nuestra presencia y trascendencia en el acontecer comunitario, participando en sus organizaciones como vehículos de justas demandas por luz, agua, seguridad ciudadana, escaleras, atención primaria de salud, educación de calidad, comedores populares, etcétera. Los apristas más que accionar bajo cuatro paredes, en locales casi siempre cerrados por la inacción de sus dirigentes y militantes, nos plantea el reto de salir a las calles y bajar al llano, cada aprista es un misionero de la causa, debemos formar organismos no gubernamentales para ejecutar proyectos sociales, no esperar todo de los gobiernos de turno, así seamos gobierno en ese momento. Si bien el partido no es una agencia de empleo, tampoco se debe discriminar a la militancia para abrirle paso a los no políticos, peor aún a los allegados del ministro, congresista o dirigente de turno, olvidándose que el aprista también tiene oficio, profesión, familia, y le asiste el derecho al trabajo como a todos. El APRA ha perdido presencia en las calles, en las comunidades, en los sindicatos, en los colegios profesionales, en toda la sociedad civil; nos quedamos envueltos en discusiones internas y bizantinas a modo de té de tías para quizás en el futuro llorar lo que no supimos defender con virilidad como apristas, no esperemos ese escenario penoso y quejumbroso. El día a día nos espera, hay que prepararnos para la acción y no sólo para el placer.
Compañero, no importa si te sientes solo por un momento, la mística, la disciplina, la fe y la fortaleza de una doctrina nos acompaña, empecemos desde nuestra casa, sigamos con el vecino, con el compañero de trabajo, de estudio o desempleado, sigamos avanzando en las organizaciones locales, las APAFAS, los comedores populares, los comités de vaso de leche, las juntas vecinales; el camino puede ser fatigoso, pero al final de la jornada descubriremos que ya no estamos solos, que nos acompañan decenas, cientos o quizás miles y con efecto multiplicador encontraremos, que hemos llegado a la conciencia del pueblo, que hemos madurado y estamos ejerciendo la acción política como única vía para garantizar la sostenibilidad de un partido que está reescribiendo los cien años de aprismo (Con información del blog Las Razones de José).
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