¿Humala Capitán del Costa Concordia?

El comandante no ha encallado aún la nave llamada Perú, pero lamentablemente ya está dando señales inequívocas de comportarse como el capitán de la embarcación Costa Concordia, que por torpes maniobras terminó  colapsado en Enero pasado en las cercanías de la isla de Giglio, en la costa occidental de Italia.

El máximo mando de la nave, Francesco Schettino, ya pasó a la posteridad por su actitud repudiable de ponerse a salvo en primera línea, dejando a tripulantes y pasajeros a la buena de Dios. Veo un paralelismo cuando observo a Ollanta, escabullirse de la responsabilidad y escudarse en su esposa, la Presidenta en ejercicio y vocera a la vez, cada vez que hay un problema; mientras que sus ministros se convierten en el estado mayor que se le echa a las horcas caudinas de la política.

Los casos son reiterativos, una síntesis en aras de la objetividad viene bien, así que en esa dirección me dirijo.

La primera clarinada ocurrió cuando debió afrontar el “affaire Alexis”, por el viaje del menor de los hermanos a Rusia, a reunirse con los capitostes de la industria del gas, petróleo y material bélico. Negativas como Pedro a Jesús, pero a través de terceros, siendo tan claro como el agua, que no podía haber habido citas a tan altos niveles sin algún respaldo del oficialismo en cierne. Siempre me he preguntado si los rusos hablaran, ¿qué pasaría? Más de uno del círculo íntimo de la Casa de Pizarro estaría en problemas, por mendaz. Una posición firme hubiese sido afirmar que sí hubo autorización para que hiciera aproximaciones, lo que no tendría nada de malo, pero prefirió en vez de la fraternidad, una actitud cainita y el de nombre de zares, fue pasado al ostracismo.

El segundo toque de trompeta de alerta, ha sido hace menos de un mes, con los privilegios carcelarios del otro hermano, el primer preso del País, Antauro. ¿Acaso alguien puede creer que Ollanta no ha intervenido para que el levantisco haya tenido prisión dorada? Como cree que todos tenemos IQ debajo de lo normal, echó al jefe del INPE, al ministro de justicia y al de defensa, para enfrentar a los leones de la prensa, mientras él se refugiaba en su domicilio palaciego.

El último toque, el tercero, el de la advertencia mayúscula, ha sucedido con el caso del barco inglés al que se le negó arribar al Callao. El Canciller, que tuvo sus errores en el camino, el decir un primer sí fue garrafal, pues los de la Rubia Albión se creyeron con derecho adquirido y el no, ha significado una pataleta británica, con cajas de resonancia locales. Lo que le mereció tener que enfrentar a los “hooligans” y “chooligans”, mientras que aquel altisonante y mediático que afirmó su solidaridad con la posición argentina en Unasur, solo ha fisgoneado detrás de la cortina.

El ejercicio gubernamental es tarea pesada y aún faltan más crisis que afrontar en los próximos cuatro años. Los ministros y aspirantes al cargo, están advertidos, cuando los cajones resuenan, bailen con su propio pañuelo. Los ciudadanos también debemos tomar nota, no permitamos errores que pueda llevarnos al descalabro, pues de ocurrir, el antes contestatario convertido ahora en “el varón domado” va seguir los pasos del que tuvo a cargo el símil italiano del Titanic.