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Miércoles 28 de marzo 2012

¿Nadie sabe ya qué es la democracia?

Por: Jorge Morelli.
¿Nadie sabe ya qué es la democracia?
Foto: lapatilla.com

Hay una polémica sorda sobre si Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua son hoy democracias o no. La OEA cree que lo son. Mario Vargas Llosa piensa lo mismo. Pero la OEA no sabe si Cuba es una dictadura. Tampoco sabe ya qué es una democracia. Vargas Llosa, por su parte, reserva el título de dictadura para Cuba y para el fujimorismo. El ex presidente Álvaro Uribe, en cambio, piensa que Venezuela no es ninguna democracia. Este columnista cree que tampoco lo son Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

No son dictaduras, desde luego, pero sí autoritarismos, según el término que acuñó Juan Linz en Yale para el franquismo. Son autoritarismos porque son producto de golpes de Estado “no tradicionales”, golpes parlamentarios para instalar una asamblea constituyente que luego cerraría el parlamento. Es el esquema que fracasó en Honduras, donde los militares actuaron para impedirlo, lo que sí fue perversamente denominado golpe militar por la OEA. Su confusión es pavorosa.

Vargas Llosa cree que esos regímenes autoritarios son democracias “corrompidas”. No es cierto. Democracia “corrompida” –o demagogia, el término que usó Aristóteles para referirse a la forma ilegítima de la democracia– es la democracia sin equilibrio de poderes. Ha existido muchas veces en el Perú, en América Latina y en Europa, y desembocó siempre en el golpe de Estado. Es lo que fueron la República de Weimar, la Segunda República Española, la Cuarta República Francesa y, en nuestro caso, las democracias que en 1948, 1962, 1968 y también el 5 de abril de 1992 desembocaron en el autoritarismo. Es la democracia sin equilibrio de poderes la que incuba la recaída en el autoritarismo. Vargas Llosa intuye esto. De allí sus llamados a no recaer en el “populismo”. Pero no es solo el populismo el problema, que es solo el síntoma. El problema es la democracia sin equilibrio de poderes.

La OEA no puede reconocer que la ecuación tiene tres elementos –autoritarismo, demagogia y democracia–, y no solo dos –democracia y autoritarismo–, porque eso la obligaría a suspender inmediatamente de su seno a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua y a poner bajo sospecha a las democracias sin equilibrio de poderes hasta que se gradúen como poliarquías con equilibrio de poderes, como algunas pocas democracias americanas y europeas. No está bien, pero puede entenderse por razones políticas, que la OEA se haga de la vista gorda de esto. Vargas Llosa, en cambio, no debería (Con información de Expreso).

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