Pescado, producto de consumo masivo: Se necesita más que una campaña de Semana Santa

Pensé, en algún momento, a inicios de este gobierno que las cosas iban a cambiar con respecto al impulso que desde el aparato del Estado se le daría al consumo del pescado en general y, muy en particular, de la anchoveta. Incluso llegué a dar crédito al Ministro de la Producción, José Urquizo, quien dijo que al final del gobierno del presidente Ollanta Humala cada peruano consumiría 42 kilogramos de pescado por año. Así como van las cosas, ni siquiera los datos que arroja el INEL, 22.5 kilogramos, nos permiten avizorar que alcanzaremos la cifra ingenuamente optimista del ministro de turno. Prefiero no pensar en los 13 o 14 kilos que otros señalan.     

La pura verdad es que el ministro José Urquizo, al menos en este sector de su portafolio, está mostrando un desconocimiento total de las implicaciones de su cifra triunfalista. No quiero suponer que piense que de buenas a primeras, en un horizonte de tiempo de tres años, cada peruano consumirá, si tomamos como base las cifras oficiales, alrededor de 20 kilogramos de pescado más por año. Desde que aquí quiero decirle que para que estos estándares se alcancen se necesita mucho más que buenas intenciones y, sobre todo, una buena dosis de realismo y profesionalismo.

Digo esto porque, por una parte, dados los precios, en muchos sentidos prohibitivos –por ejemplo, a 15 soles el kilogramo de Perico y a 12 el de bonito-y la ausencia, escasez, casi total de ciertas especies –por ejemplo, la anchoveta y la caballa-, le quitan fundamento a la tesis del ministro y lo toman a contrapié. Al punto que hoy ad portas de la Semana Santa, José Urquizo anuncie una campaña, aunque importante, pero de corte netamente coyuntural, gracias a la cual espera estimular, combatiendo puntualmente a la desnutrición, el consumo de lo que nuestro mar, el de Grau, nos ofrece.    

Sin embargo cabe decirle al ministro Urquizo y a sus asesores, así como a la actual Vice Ministra de Pesquería, Bióloga Patricia Majluf, quien al parecer solo en teoría, cuando era vicepresidenta de Instituto del Mar del Perú - Imarpe, promovía el consumo masivo de la anchoveta y su inclusión en la alimentación popular, que se necesita más que una campaña de un fin de semana largo para alcanzar el objetivo señalado. Mucho más. Mas aún si de lo que se trata es de influir en forma permanente en el perfil de los hábitos de consumo del peruano de a pie. Para hacer que este le de un peso mayor en su canasta familiar al consumo de pescado.

De lo que se trata es, por lo tanto en primer lugar, de poner al alcance de la población las especies que nuestro mar nos ofrece todo el año, el jurel y la anchoveta básicamente, así como ciertas especies cíclicas tales como el perico, bonito, merluza, entre otras. Un kilo de jurel, para tener una idea, a 3 soles como precio máximo estaría generando réditos a quienes lo comercializan. No se trata para rentabilizar un negocio de fijar precios de usura en este campo, castigando así a la población más necesitada. Con los precios actuales, el peruano de a pie ve alejarse el pescado de su mesa, restándole así valor proteínico a su dieta diaria.

Por otra parte, sería bueno que se promueva el consumo de pescado, “entregando gratuitamente” este a las poblaciones que no están en capacidad de acceder a este tipo de consumo. Al proponer esto, quiero decirle al ministro que hay dejar de ver a esta práctica como un gasto; no, nada sería más contraproducente que pensar en estos términos, puesto que no se estaría anulando un mercado existente dada la “entrega gratuita” y, por lo demás, se estaría consolidando la posición del pescado en la canasta familiar de estos sectores económicamente vulnerables. Muy por el contrario se estaría creando mercado, estimulando de esa manera la dinámica productiva del sector.

Habiendo dicho esto, quedamos a la espera de las rectificaciones necesarias. Sectores vulnerables de nuestro país así lo esperan. La justicia social empieza por el acceso a una mejora en la alimentación.