Miércoles 08 de mayo 2024 | Contáctenos
Cuando murió el presidente Agustín Gamarra en 1842, en la Catedral de Lima tuvo a su cargo la oración fúnebre un joven sacerdote llamado Bartolomé Herrera. En ella se ocupó -señala Alberto Tauro- de los trastornos de la política republicana, hizo un elocuente llamado a la unión, la obediencia a la autoridad legítima y la adoración de la ley.
Bartolomé Herrera (1808 – 1864) tenía entonces sólo 34 años y con ese discurso surgía a la vida política del Perú como una figura rectora en el pensamiento “autoritarista”. Aquel homenaje a Gamarra indicaba una posición totalmente opuesta a otro sacerdote, símbolo de la rebeldía y del “liberalismo” -Francisco de Paula González Vigil- que se había hecho célebre como diputado en noviembre de 1832 al enfrentarse precisamente al entonces Presidente Agustín Gamarra, con su célebre frase “¡Yo debo acusar y acuso!”.
Herrera se había formado en Filosofía, Matemáticas y Física en las aulas del Colegio de San Carlos. Jorge Basadre, refiriéndose a este plantel, señala que “se concentró allí la enseñanza científica y filosófica porque la Universidad sólo confería grados.” Fue Doctor en Teología por la Universidad de San Marcos a los 20 años de edad. Recibió la orden sacerdotal y fue Doctor en Jurisprudencia (1834), ya convertido en profesor de San Carlos, de la que fue Rector desde 1842. “Durante una década convirtió aquel plantel en un centro de irradiación de las doctrinas autoritarias y conservadoras, en oposición al liberalismo profesado en el colegio ‘Nuestra Señora de Guadalupe’”, apunta Tauro. Era el ‘Guadalupe’ dirigido por el español Sebastián Lorente.
La actividad pública de Bartolomé Herrera se fue haciendo cada vez más intensa, tanto como su ministerio religioso y su labor académica en San Marcos. Las más altas responsabilidades educativas a él encargadas fueron la Dirección General de Instrucción y luego el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública (1851), durante el gobierno de José Rufino Echenique.
Los seguidores de su pensamiento señalan: “Herrera fue el primer pensador y estadista peruano que concibió una idea sistemática de la política, es decir, un plan político integral, expresión de su pensamiento orgánico. Además, tuvo el valor de descubrir la causa profunda de la crisis de esas primeras décadas de la República peruana, que fue —a su entender— producto de haber asumido los principios liberales de la Revolución Francesa. Supo dar soluciones concretas, no sólo con su palabra y sus escritos, sino también con la acción, formando en los valores del respeto a la autoridad a los futuros gobernantes del país.”
Tras la esencia de su pensamiento, esto se dice: “Otra de sus ideas geniales fue la interpretación providencialista de la historia, y concretamente de la historia del Perú. Entiende que es Dios, con su providencia, el que suscita o permite los diversos acontecimientos humanos, y que se sirve de toda circunstancia —hasta de las guerras y revoluciones—- para cumplir su Plan Redentor sobre el hombre. Y en el caso peruano, enseñaba que el Señor había permitido la Conquista del Perú para darnos a conocer la religión Cristiana, traída por los españoles; pero luego quiso también la Independencia del país para que seamos una nación libre y responsable, pero que nos mantengamos en la fidelidad a Dios y a sus leyes.”
Más que seguir o rechazar pensamientos como el de Bartolomé Herrera, lo que se busca es conocerlo. Con ellos, la mirada sobre el país es tan amplia como variada y el discernimiento más completo.
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