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Viernes 30 de marzo 2012

La percepción auditiva: No ser sordo no significa oír bien

Por: Jordi Galcerán
La percepción auditiva: No ser sordo no significa oír bien
Foto: devocionaldiario.com

Si nos referimos al sistema visual, todo el mundo entiende que una persona puede no ver bien, pero eso no significa que sea ciega.

No se trata de ver perfectamente o de ser ciego, sino que encontramos personas con muchas posibles anomalías entre estos dos extremos: pueden ver imágenes deformadas, no ser capaces de identificar un rostro a cierta distancia o afirmar que se les juntan las líneas al leer. En ningún caso podremos pensar que estas personas no ven, pero sí sabemos que cada una de estas anomalías dificulta la capacidad visual.

Cuando hablamos de la audición, la gente piensa que si una persona no es sorda tiene que oír bien, pero no somos consientes que, igual que pasa con la vista, puede haber alteraciones en la manera como se perciben los estímulos sonoros. Por ello, no ser sordo quiere decir ser capaz de percibir el entorno acústico, pero no equivale a tener una buena percepción auditiva de este entorno. Oír bien quiere decir, además, reconocer, interpretar, comprender y comportarnos de manera coherente con este entorno. A menudo encontramos personas a las que habitualmente hay que repetir las cosas para que las entiendan. Existen personas a quienes el ruido molesta de manera exagerada; algunos niños, incluso, se tapan a menudo las orejas. Hay niños y adultos que confunden algunos sonidos y palabras y les es difícil pronunciarlos correctamente.

A otras personas les cuesta recordar lo que les acaban de decir o se les hace muy pesado estar escuchando mucho rato o reaccionar cuando se les reclama la atención. Hay personas, además, a quienes molestan determinados sonidos e, incluso, algunas voces. Todas estas situaciones nos señalan problemas en el procesamiento de la información sonora, pero, evidentemente, en ningún momento podemos hablar de sordera.

¿POR QUE ES TAN IMPORTANTE LA PERCEPCION SENSORIAL?

Cada persona crea su realidad mediante las informaciones que le llegan a través de los sistemas sensoriales, la única manera por la cual adquirimos conocimientos. Existen dos principios que guían la percepción sensorial y determinan la manera como percibimos la realidad que nos rodea. El primero es que nuestras capacidades cognitivas y nuestra conducta dependen críticamente de la capacidad de discriminación sensorial y de la velocidad de procesamiento de la información. Eso quiere decir que cuanto más capaces somos de diferenciar entre estímulos y cuanto más rápido podamos hacerlo, de más recursos disponemos para afrontar las exigencias del medio, el cual puede ser tanto el entorno educativo como el laboral, por ejemplo. El segundo de los principios es que cualquier error en la percepción estará siempre atribuido a la naturaleza intrínseca del estímulo, eso quiere decir que la sensación de la percepción no depende solo de la fuente emisora sino también de la sensibilidad del receptor. Así pues, dos personas expuestas a un mismo estímulo pueden tener percepciones distintas.

Un ejemplo sencillo y común: el caso de dos personas que están mirando la televisión; el volumen que una de ellas considera adecuado puede parecer demasiado alto a la otra.

También tenemos la experiencia común de dos personas que pueden tener diferentes sensaciones por lo que respecta a la temperatura, ya sea frío o calor, aunque el termómetro indique una única temperatura, evidentemente. Estos dos principios, aplicables a cualquier modalidad sensorial, en la modalidad auditiva constituyen el Procesamiento Auditivo Central, el cual podríamos definir como la capacidad de reconocer e interpretar los estímulos sonoros (Kratz, Stecker I Henderson, 1992).

LOS TRASTORNOS DE PROCESAMIENTO AUDITIVO CENTRAL

El término "trastorno", en los Trastornos, significa que alguna cosa está perjudicando el procesamiento o la interpretación de la información Sonora en el Procesamiento Auditivo Central. Las personas que padecen este tipo de trastorno no tienen ningún problema físico que les afecte la audición. Por lo tanto, es necesario hacer una diferenciación entre patologías del oído (problemas físicos) y trastornos de la audición o del procesamiento auditivo (problemas funcionales).

El Trastorno de Procesamiento Auditivo Central (TPAC) puede aparecer como un trastorno primario, o bien como un trastorno secundario, es decir, asociado a otro trastorno principal. En este caso acompaña trastornos tan comunes como trastornos infantiles (autismo), trastornos generalizados del desarrollo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que también encontramos en niños sordos y en niños en adopción, problemas de aprendizaje (dislexia, disfasia, disfemia y retraso escolar), trastornos psiquiátricos (ansiedad, depression y esquizofrenia) y problemas neurológicos (alzheimer, parkinson, adicciones y drogodependencias).

LA COMPRENSIÓN DEL PROBLEMA

La hipoacusia (o pérdida auditiva) no es la única forma de deterioro auditivo. El deterioro del procesamiento auditivo afecta la vida emocional y la conducta, dificulta la correcta adquisición del lenguaje y el desarrollo de la lectura y la escritura, así como la memoria, pieza fundamental en el aprendizaje. Está descrito como trastorno primario en un 5-7% de la población infantil y en un 10-20% en los adultos y está asociado como trastorno secundario a muchos otros trastornos. Los problemas de Procesamiento Auditivo Central son susceptibles de tratamiento y mejora.

 

Nota: publicada en laeco.net

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