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Domingo 01 de abril 2012

Perversos narcisistas

Por: Jorge Bruce.
Perversos narcisistas
Foto: elpuestoestuyo.com

Cada cierto número de años aparece una idea que adquiere una vigencia duradera. Fue el caso del acoso sexual, la inteligencia emocional o el acoso moral. A menudo un libro exitoso es el que permite lanzar a los cuatro vientos lo que hasta entonces era conocido y experimentado por millones de personas en el mundo, pero sin poder darle un nombre preciso. Daniel Goleman publicó en los EEUU, en 1995, La Inteligencia Emocional. Marie-France Hirigoyen es la autora del célebre libro El Acoso Moral, de 1998, del cual se vendieron en Francia más de 500.000 ejemplares y se tradujo en 24 idiomas.

Estas nociones pueden ser un efecto de moda y dar lugar a los usos más comerciales, tal como ha ocurrido con la inteligencia emocional, que podemos encontrar hasta en la sopa. Lo cual no anula la importancia del hallazgo. Goleman fue capaz de identificar un vacío conceptual y, de paso, destronar la primacía del cociente intelectual, que solo daba cuenta de un aspecto de la personalidad. Lo propio sucedió con el acoso moral de Hirigoyen, que permitió incluso modificar la legislación francesa para tomar en cuenta casos de abuso frecuentes en ámbitos tan diversos como el laboral, el familiar o el escolar, que hasta entonces eran imposibles de demostrar. Moda o no, lo cierto es que estos autores sistematizaron y pusieron a disposición del público un fenómeno cultural propio de la época.

En el siglo XXI la patología que está siendo singularizada es la de los perversos narcisistas. El primero en tipificarla fue el gran psicoanalista Paul-Claude Racamier, en El genio de los Orígenes. Principales características:

1. Vampirización de la energía del otro. 2. Ausencia de empatía, frialdad emocional. 3. Insatisfacción crónica. 4. Denigración de su pareja, al principio con humor. 5. Indiferencia a las necesidades del otro. 6. Estrategia de aislamiento de su presa. 7. Egocentrismo. 8. Culpabilización del otro. 9. Incapacidad de autocrítica sincera. 10. Negación de la realidad. 11. Seductor y brillante en público; tiránico y destructor en privado. 12. Obsesión de la imagen que da al exterior. 13. Temible retórica. 14. Psicorrigidez. 15. No soporta el bienestar de su pareja. 16. Inversión de roles: se hace la víctima. 17. Discurso paradójico y contradictorio que confunde al otro. 18. Alivio mórbido cuando el otro se “bajonea”. (Le Nouvel Observateur del 15 al 20 de marzo 2012).

Para Dominique Barbier, psicoanalista experto en tribunales, la intensificación del individualismo, la pérdida de autoridad del padre, la negación de la muerte, la obligación de gozar y consumir fabrica sujetos que “quieren todo, ya mismo, y el otro me estorba”. Se trata de sujetos arrogantes, insensibles y sin principios. Si les ha parecido reconocer algún personaje público no es casualidad, puesto que la política es uno de esos ámbitos en donde anida la “omnipotencia impune”.

Pero si les ha parecido reconocer algún personaje de su vida privada, espero que no sea su pareja. De ser así, Barbier recomienda lo que Napoleón Bonaparte consideraba como la mayor victoria: la fuga. El riesgo de quedarse es convertirse en la presa de ese depredador, en quien las fuerzas tanáticas han sometido a las eróticas. Se calcula que dos tercios de los perversos narcisistas son hombres. Como es poco probable que nuestros legisladores, que ni siquiera pueden con el feminicidio, se ocupen de estos vínculos que erosionan y destruyen al otro, más vale que tomen sus precauciones (Con información del diario La República).

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