“Cuando hayas cortado el último árbol, contaminado el último río y pescado el último pez, te darás cuenta de que el dinero no se puede comer, porque olvidaste que la tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos” - Luis Enrique Marius, director general de CELADIC. (2)
“… La Tierra no pertenece al Hombre; el Hombre pertenece a la Tierra…Lo que le pase a la Tierra recaerá sobre los hijos de la Tierra…” - Noah Sealth. (3)
DESCRIPCIÓN DE LA PROBLEMÁTICA
En 1925, la escuela de ecología humana, iniciada por R. Mackenzie, definió esta nueva disciplina como la ciencia que “estudia la interdependencia de las instituciones y de la agrupación de los seres humanos en el espacio”, con el propósito de estudiar la estructura y el desarrollo de las comunidades humanas según su adaptación al entorno, sea éste un medio natural o un medio acondicionado.(4)
La Primera Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano, realizado en 1972, reunió a 113 naciones e instituciones no gubernamentales con el fin de debatir cuestiones comunes. Tiene el mérito de haber colocado los problemas ambientales en la Agenda internacional y haber pasado de las palabras a la acción.
Vivimos un “capitalismo tridimensional” conformado por el capital humano, capital físico y capital natural, que no armoniza al hombre con la naturaleza para lograr un desarrollo humano integral. Hay manipulación artificial de la naturaleza con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) con el objeto de afianzar los lazos de poder económico y político de las grandes empresas oligopólicas transnacionales.
Actualmente en diversos países del mundo hay ingentes pérdidas de bosques, de hábitat naturales, degradación de cuencas, mega-inundaciones naturales de bosques, de matorrales y de suelos productivos, que ponen en peligro a la alimentación y la vida de la persona humana. Con la explosión demográfica, el proceso de urbanización y el acelerado progreso de los países ricos “que van reemplazando fauna y flora por selvas de cemento, asfalto y vehículos” (R. Estigarribia V.) la humanidad va perdiendo invalorables espacios geovitales que podrían depararle mejor calidad de vida y de bienestar general.
A todo ello debemos agregar la subida del nivel del mar, la escasez de agua potable, las sequías prolongadas, el riesgo de enfermedades como el dengue, la malaria y la fiebre amarilla, el estancamiento de las aguas, las abundantes precipitaciones pluviales, la ola de calor extremo de verano, la pobreza crítica o extrema, la insatisfacción de las necesidades de los sectores más vulnerables, el efecto invernadero, el agotamiento de la capa de ozono de la estratósfera.
Asimismo la pérdida de especies silvestres, domésticas, de plantas y animales, la disminución del agua de los ríos, la proliferación de enfermedades zoonóticas, la erosión genética, el derretimiento de los glaciares, la reducción en la producción de trigo, maíz y cebada, la economía consumista, la intensificación de las tormentas tropicales, tornados y huracanes, la pérdida de la biodiversidad acuática, entre otros, vienen produciendo millones de muertes en el mundo.
La Tierra es fuente de vida donde los seres humanos mantienen una interrelación e interdependencia. Tiene un total de 13,000 millones de hectáreas en el mundo y es el espacio geográfico natural y fértil para la vida de los seres vivos. La Tierra es propiedad no de una minoría sino de todos los hombres, “que no puede destrozarse para satisfacer la avaricia y la voracidad acumulativa de unos pocos” (Marius) tratando de encontrar el culpable de los destrozos fuera de nosotros, a sabiendas que somos nosotros mismos los culpables de la deforestación, contaminación y destrucción y agotamiento paulatino.
La irresponsable explotación, la sobreexplotación, el mal uso y abuso en el usufructo de las riquezas, la mala gestión social de los recursos naturales y la distribución desigual de las rentas son factores principales de la crisis ecológica y climática en el planeta, que urgen de soluciones a mediano y largo plazo por una vida digna y justa para el hombre y todos los hombres del globo terráqueo.
LA CRISIS ECOLÓGICA Y CLIMÁTICA
Según las Naciones Unidas, el deterioro del medio ambiente urbano es responsable de que más de 600 millones de habitantes del mundo, principalmente de los países en desarrollo, vivan en condiciones que amenazan seriamente su salud y supervivencia, y que otros 1300 millones se expongan diariamente a niveles de contaminación del aire que sobrepasan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.(5)
“El mar cubre aproximadamente el 71 % de la superficie total de nuestro planeta, es decir, unos 363 millones de km2; las tierras emergidas son el 29 % restante, unos 148 millones de km2. La Antártida, que tiende a ir desapareciendo por el calentamiento global, ocupa aún 12,7 millones de km2.
El impacto de las actividades del hombre sobre el entorno, en las últimas décadas, ha pasado a ser 70 veces mayor a lo que fue a principios del siglo XX. Cada segundo que transcurre en el mundo, perdemos unas 1.000 toneladas de tierra fértil, deforestamos 5.000 m2 de bosques o emitimos 1.000 toneladas de gases contaminantes, ¡Sorprendente!” refiere el doctor Ricardo Estigarribia Velásquez, en su obra “Ecología Humana”.
Actualmente se consumen más de 3 500 millones toneladas de petróleo al año, lo que significa que se quema cerca de 3 giga toneladas de Carbono. A esto se suma el consumo de gas y carbón lo que daría una emisión anual estimada de 6 giga toneladas de carbono El incremento de carbono en la atmósfera provocará cambios ecológicos profundos en los bosques, extinción de plantas y animales, desaparición de glaciares, disminución de fuentes de agua dulce, cambios en los cultivos, inundaciones, pérdida de arrecifes de coral, hambrunas, deslaves, tormentas, enfermedades, y muerte.(6)
Casi la mitad del petróleo y derivados industriales que se vierten en el mar, son residuos que vuelcan las ciudades costeras, convirtiéndose el mar en un depósito de sustancias contaminantes. Su transporte inadecuado puede ser una de las principales causas de contaminación oceánica con todas sus consecuencias para la especie animal y la vida del hombre.
Desde 1940 hasta el año 2010, se realizaron derrames de petróleo, mayormente como producto de accidentes de barcos petroleros y plataformas petrolíferas, llegando a un total de más de seis millones y medio (6´500,000) de toneladas. Se produjeron derrame de petróleo en los países de Estados Unidos de Norteamérica, Irak, México, Trinidad, Tobago, Francia, Italia, Canadá, Reino Unido, Puerto Rico, Grecia, España, Turquía, Portugal, Noruega, Marruecos, Irlanda y Nigeria. Últimamente el desastre de la plataforma de la British Petroleum en el Golfo de Méjico el 20 de abril de 2010.
La contaminación por petróleo crudo o por petróleo refinado (diesel, gasolina, kerosén, etc.) es generada de manera accidental o deliberada por el hombre. Así ocurren accidentes en alta mar y pérdidas de petróleo durante las operaciones de carga y descarga en los puertos.
“Otra forma de contaminación por petróleo del mar proviene de la perforación de pozos de gas y petróleo en las aguas costeras y de las fugas de las tuberías subacuáticas. En los años noventa se estimaba que alrededor del 0,1 al 0,2% de la producción mundial de petróleo terminaba vertido al mar, algo así como 3 millones de toneladas, las que acaban contaminando las aguas cada año” (Echarri, 1998).
Los dueños de las reservas de petróleo creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio, con tal de acumular pingües utilidades, sin importarles el futuro de los seres humanos.
En la Organización de las Naciones Unidas se presentaron ponencias para la constitución de un Tribunal Internacional de Justicia Ambiental, con el propósito de defender el planeta y los derechos humanos, promover una vida de calidad, tipificar internacionalmente los crímenes ambientales e iniciar el juzgamiento a los responsables del cambio climático.
En Bolivia, Perú y Ecuador, el derretimiento de los glaciares hará difícil la disponibilidad del agua potable. Paraguay registró hasta el año 2004 el mayor índice de deforestación en América Latina y ocupó el segundo lugar en todo el planeta.
No cabe duda alguna que estamos viviendo en un mundo golpeado por la violencia militar, doméstica y sexual, por la discriminación en el trabajo, por el imperialismo, el necolonialismo y la profunda crisis ecológica y climática, en el que “el 1 % de la población concentra el 50 % de la riqueza del planeta”(7). La mitad de la población de la Tierra vive en casi el 5 % de la superficie no marítima del planeta. Casi el 20 % de los peces de agua dulce desaparecieron o están en peligro de desaparecer. Desde 1962, la superficie de pérdida de los glaciares del Himalaya es del 21 %.
En el siglo XX la temperatura global planetaria se incrementó en 0.7 grados centígrados. El resumen del IPCC advierte que en el siglo XXI habrá deshielo hacia el año 2100 en el mar Ártico, en los veranos. Todo esto nos lleva a pensar que peligra grandemente la vida en el planeta y que ni los países industrializados con todo el poder económico que tienen podrán contener los impactos climáticos en el futuro si no se efectúa una acción concertada de ayuda entre todos los países desarrollados y en vía de desarrollo.
Según la Declaración de Río (1992), “el mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados en el nivel que corresponda
Los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos defendieron con sendos discursos la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda externa de los países, sin advertir el peligro que su aplicación conllevaría para la humanidad.
“La antropología occidental autoritaria significa el dominio despótico de los seres humanos sobre la Naturaleza; de los caracteres masculino (el Yang) sobre el femenino (el Ying); de los ricos y poderosos sobre los pobres y los miserables; de los países del norte sobre los del sur. En pocas palabras, es la ideología del desequilibrio” refiere el maestro universitario Ricardo Estigarribia Velásquez.(8)
No cabe duda, que después de la cumbre de expertos climáticos de la Organización de las Naciones Unidas (2/02/2007) denominado Comité Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), “son las actividades humanas las que están elevando la temperatura en el planeta”. Y que para salvar al planeta, según las expresiones del ex presidente de Francia, Jacques Chirac, sólo cabe una triple revolución: revolución de las conciencias, revolución de la economía y revolución de la acción política.
EL DESARROLLO SOSTENIBLE
La vida constituye un valor esencial, inherente e indispensable para la persona humana y el requisito fundamental para el goce de los otros derechos humanos, desde el momento de la concepción por sus progenitores hasta la preservación de la integridad física y la protección frente a la violencia, a los medios de subsistencia, a la satisfacción de las necesidades vitales y el derecho a la participación en la sociedad para asegurar el bien común. Y esto es concordante con el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que expresa: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
Y es precisamente la vida, la que se encuentra amenazada actualmente, con la consiguiente búsqueda de soluciones por parte de los gobiernos y la sociedad civil. “Hay grupos étnicos y minorías de diferente tipo cuya vida se ve amenazada por la violencia de la muerte o por el peligro de la desaparición por aniquilamiento o absorción, o simplemente por radicalizar la segregación étnica y racial” se señala en el documento de CELADIC.
El desarrollo no sustentable, promovido por la explosión demográfica (9), los especuladores y depredadores globales, viene generando serios inconvenientes, desequilibrios y problemas para la mayoría de la población mundial.
Una de las principales razones del veloz agotamiento del planeta es el incremento de la población de manera sorprendente y alarmante. Si en 1920 había 1,860 millones de habitantes, ahora estamos en siete mil millones de personas. Dentro de diecinueve años (2030) la población alcanzará los 10 mil millones de habitantes, y a finales del siglo XXI sobrepasaría los 30 mil millones. Si todo sigue igual, a fines del siglo XXI se habrían agotado los recursos naturales que es el sustento del hombre. Y algo más. Según la World Wild Fund (WWF) la Tierra morirá en el 2050 y el hombre tendrá que colonizar otros dos planetas para sobrevivir si los recursos naturales continúan siendo destruidos al ritmo actual.
En muchos países del mundo existen aún terratenientes influyentes y poderosos políticamente que en su visión egoísta y estrecha del desarrollo hacen lobbys para aprobar o bloquear la aprobación de leyes según sus intereses o para aprobar códigos forestales con oposición de gran parte de la comunidad científica, que reducen el área de vegetación natural protegida o que se realicen cambios en la delimitación de áreas protegidas por ley que determina que los agricultores pasen de una situación legal a otra ilegal.
En la Cumbre de Santa Cruz sobre Desarrollo Sostenible (1996), los jefes de Estado declararon apoyar y fomentar “como requisito fundamental para el desarrollo sostenible, una amplia participación de la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones, incluyendo políticas y programas y su diseño, implementación y evaluación. Para tal efecto, se promoverá el perfeccionamiento de los mecanismos institucionales de participación pública”. Asimismo, en la Cumbre de Las Américas de Québec (2001), los jefes de Estado y de Gobierno del hemisferio reafirmaron su voluntad de trabajar “con todos los sectores de la sociedad civil y las organizaciones internacionales para asegurar que las actividades económicas contribuyan al desarrollo sostenible de nuestras sociedades”.
El Informe de la Comisión Brundtland (1987) concluye en manifestar que hay dos futuros para la humanidad: uno, futuro inviable, en el que la especie humana continuará agotando el capital natural de la Tierra con su consumismo despilfarrador e insostenible; dos, futuro viable, que conlleva a los gobiernos adoptar el concepto de desarrollo sostenible y organizar equitativas estructuras que cierren la brecha que separa a los países ricos de los pobres. Y tras el informe de la referida Comisión se organizó los eventos de la Cumbre sobre la Tierra (Río de Janeiro, 1992), Cumbre sobre Desarrollo Sostenible (Johannesburgo, 2002), Primera reunión de expertos climáticos (París, febrero 2007) y Segunda reunión de expertos climáticos del Comité Intergubernamental sobre el Cambio Climático (Bangkok, mayo 2007).
Del Informe del Pentágono sobre el cambio climático en el planeta (marzo, 2004) se concluye que entre 2010 y 2020, Europa se verá fuertemente castigada por una caída de la temperatura y se producirán millones de muertes por guerra y hambre. El cambio climático hará inevitable la proliferación de armas nucleares. Europa librará luchas internas, al enfrentar enormes cantidades de inmigrantes que llegan a sus costas. Megasequías afectarán las regiones más productivas del mundo.
Si la globalización es el fenómeno y proceso multidimensional más dominante e inescapable en el siglo XXI, que no es enteramente bueno ni malo y que depende de cómo se utilice, tiene más ventajas positivas que negativas. Y concordante con las conclusiones del Consenso de Brasilia convocados por la UNESCO, debemos manifestar que “Sin ignorar la globalización, pero sin someterse a ella, nuestros pueblos tienen ante sí la tarea de gobernar la globalización. Gobernar la globalización es un cambio de responsabilidad compartida. Si estamos frente a problemas globales, se necesitan soluciones globales”.
En la Declaración de Madrid (10), proclamada por el Primer Encuentro Internacional sobre Cultura de Paz, se aboga por un plan global de desarrollo endógeno y sobre la base de cuatro nuevos contratos: un nuevo contrato social que reconozca a los seres humanos como protagonistas y beneficiarios del crecimiento económico; un nuevo contrato natural o medioambiental, con la adopción urgente de medidas para la protección de las condiciones ecológicas de la tierra, inspiradas en la situación presente y una visión a largo plazo, que lleve a una gestión pública global de los bienes globales; un nuevo contrato cultural, para evitar la uniformización cultural y la gregarización de la diversidad infinita y de la creatividad, que son la riqueza común de la humanidad; y un nuevo contrato moral o ético, para asegurar el pleno ejercicio de los valores y principios que constituyen el fundamento de la conducta ética individual y colectiva.
CONCLUSIONES
Frente a esta lamentable realidad se requiere generar una conciencia y mística colectiva de lucha común por un mundo mejor, que ponga fin a las decisiones y actos negativos del “capitalismo salvaje” o de las grandes empresas transnacionales que pretenden socavar todo vestigio de vida y civilización en el planeta.
Ante una sociedad inhumana, individualista, consumista, alienante, segregacionista, autodestructiva y depredadora del medio ambiente, felizmente existe el Centro Latinoamericano para el Desarrollo, la Integración y Cooperación (CELADIC) que promueve el Desarrollo Humano Integral, teniendo como centro de interés y de preocupación principal a la persona humana y a su trabajo productivo, en sus dimensiones social, política, económica, cultural, educativa, espiritual, ecológica y moral.
Ante el actual tipo de sociedad que hace transitar a la especie humana “por los caminos de una angustia existencial irredimible y por el desastre medioambiental mundial, que lo amenaza como especie” (Ricardo Estigarribia) y que “se acerca el día en que el desajuste climático escapará a todo control” (Jacques Chirac), es necesario que el hombre y todos los hombres asumamos nuestra responsabilidad histórica y transitemos con decisión, firmeza, inteligencia y sabiduría por el camino común del desarrollo sostenible (11) con soluciones creativas e innovadoras y una globalización con rostro humano.
El Encuentro de Madrid se pronunció por una globalización de la solidaridad, la equidad y la dignidad humana, globalización humanista, de inclusión y participación social, globalización de la sociedad y del acceso de todos a la información y el conocimiento, globalización de la reconciliación del hombre con la naturaleza y guiada por los principios éticos y morales, globalización en beneficio de todos los seres humanos y gobernada por todos, porque a todos nos concierne como ciudadanos del mundo.
Pero también hay dos respuestas más: una es, optar por la cultura de la vida, frente a la cultura de la muerte; la otra es, optar por la ecología profunda y la educación ecocéntrica, frente a la ecología a secas y la educación antropocéntrica.
CULTURA DE LA VIDA: La humanidad deberá optar por dar sentido a la propia vida, por fomentar y desarrollar la cultura de la defensa de la vida, de la ecología social y humana y de los derechos humanos, a través de la ejecución de proyectos que mejoren la calidad de la vida de la persona y contribuyan al bienestar colectivo en el contexto de los valores universales del amor, la solidaridad social, la complementariedad, la equidad, la subsidiariedad, la participación social, el respeto a la diversidad, la paz, la armonía entre los seres humanos y la naturaleza, y el bien común.
ECOLOGÍA PROFUNDA: Considera a los individuos como parte orgánica de un todo universal, con una visión existencial que va más allá de lo meramente materialista, que abarca las vibraciones espirituales revelando otros fenómenos físicos así como los fenómenos cuánticos, responsable de materializar nuestra percepción muy limitada.(12)
EDUCACIÓN ECOCÉNTRICA: La educación ecocéntrica se basa en la relación armónica de adaptación del Hombre a la Naturaleza, teniendo por bienes materiales como medios para su autorrealización integral dentro de los fines bioéticos El desarrollo se efectúa mediante el uso de tecnologías apropiadas, el compromiso medioambiental y social con solidaridad existencial, el culturalismo dialéctico y la filosofía ecocéntrica. Estamos convencidos que la educación ecocéntrica hará posible el consumo racional, necesario y justo (reciclar, reconvertir y reutilizar), desarrollará la educación constructivista, la ciudadanía planetaria, el perfecto equilibrio entre las cualidades masculinas y femeninas, el conocimiento como poder (saber es poder), la solidaridad social, la religiosidad ecuménica y la sexualidad con responsabilidad.
Los gobiernos deberían conservar y preservar la Madre Tierra mediante una gestión racional, responsable y transparente de los recursos naturales; procurar el desarrollo integral de los trabajadores rurales para el incremento de la productividad, el acceso a la educación ambiental de calidad, el financiamiento diversificado e inclusivo, la incorporación de nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la aplicación de una política justa de reforma agraria y una adecuación de la población a las normas ambientales vigentes.
Si la Amazonía es una reserva para todos los seres humanos, los gobiernos no deberían permitir que se queme los bosques por voluntad de los dueños o de los países. Es necesario que los gobiernos prohíban a los agricultores la deforestación de su propiedad con la imposición de fuertes multas o con la recomposición de la foresta en plazos determinados.
“Los recursos que destinan los países desarrollados para sus presupuestos de defensa, seguridad y guerra deben emplearse para atender los efectos del cambio climático y el desequilibrio con la naturaleza. Es inadmisible que mientras hoy se gastan 1.500 billones de dólares de fondos públicos para estos presupuestos, se quiera destinar para el cambio climático solamente 100 billones de dólares provenientes de fuentes privadas, de mercado y públicas”, se señala en la Propuesta del Estado Plurinacional de Bolivia para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible RÍO+20.
Los gobiernos no deberían efectuar amnistías o dispensas de recuperación del pasivo ambiental a los agricultores para las áreas deforestadas, pero sí para las pequeñas y medianas propiedades, como tampoco deberían permitir la reducción de las áreas protegidas por ley en nombre del desarrollo agrícola e industrial.
Para salvar el planeta, según la propuesta del ex presidente de Francia, Jacques Chirac, debería aplicarse una triple revolución: revolución de las conciencias, revolución de la economía y revolución de la acción política. Pero también con el agregado, diríamos, de la revolución moral.
La sociedad civil, las comunidades campesinas y las comunidades nativas deberían decirles a los congresistas de la República de los diversos países NO a la aplicación de la política demagógica de votar leyes que ulteriormente no tienen ningún resultado y por el contrario agravan o crean más problemas.
El camino final de la humanidad es optar por el desarrollo sostenible, con una economía fuertemente productiva y empleadora, con ampliación de oportunidades para los seres humanos, mejor calidad de vida de los ciudadanos, mayor identidad, enriquecimiento espiritual y moral de nuestros pueblos, con diálogo fraternal y democrático y, finalmente, con apertura trascendente y esperanza de plenitud.
La religión debe ayudar a proteger el planeta: “Dios quiere que los creyentes sean ecologistas”. El Santo Padre, Benedicto XVI, expresó que es necesario crear una fuerte alianza entre el Hombre y la Tierra para asegurar el destino universal de los bienes para todos los hombres. Decía que “Es necesario incentivar y buscar estilos de vida que respeten el Medio Ambiente, con modelos de producción y consumo que respete todo lo creado teniendo en cuenta el Destino Universal de los Bienes”.
NOTAS AL PIE DE PÁGINA:
1. Doctor en Educación, Mater en Docencia Universitaria, Bachiller en Ciencias de la Educación, Licenciado en Filosofía y Ciencias Sociales, Periodista miembro del Colegio de Periodistas del Perú, ex diputado de la Nación (1985-1990), Profesor principal universitario de Ética Periodística y coordinador de la Escuela Profesional de Periodismo / Universidad Jaime Bausate y Meza.
2. Marius, Luis Enrique. Artículo: “La Tierra:¡Un préstamo de nuestros hijos!”
3. Noah Sealth, líder del pueblo indígena Suquamish como respuesta a la petición de compra de sus tierras que le hizo el presidente de los Estados Unidos en 1854.
4. Ander-Egg, Ezequiel. Diccionario de Pedagogía. Edición ampliada. Editorial Magisterio del Río de la Plata. Buenos Aires, Segunda edición, 1999, pág.
5. CELADIC: Documento capítulo 9: La Dimensión Medioambiental del Desarrollo, pág.95.
6. http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/14089080/Como-esta-formado-y-nos-afecta-el-petroleo_.html
7. Propuesta del Estado Plurinacional de Bolivia para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible RÍO+20 / Propuesta preliminar 2da. Versión 24/04/11.
8.Estigarribia Velásquez, Ricardo. Artículo “Insostenibilidad ecológico-social y la voracidad de los intereses económicos”. http://pev-celadic.org/pev/mod/forum/discuss.php?d=1794
9. Thomas Robert Malthus, en su obra “Ensayo sobre los principios de la población” (1798) sostiene que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética, por lo que llegará un día en que la población será mayor que la capacidad de producción de los alimentos, de no emplearse políticas demográficas preventivas y represivas. Teoría que se confirma en la actualidad con una población mundial de siete mil millones de habitantes y que va produciendo sendos debates académicos universitarios y de especialistas para limitar la población a través de diferentes métodos (control de la natalidad, leyes represivas en el número de hijos por familia, etc.), aún cuando haya quienes sostienen que la densidad poblacional en los países de América Latina es baja, pero es altísima en China, India y otros países del mundo.
10. Carlos Tünnermann Bernheim, Una nueva cultura política para América Latina / http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:uSVlVC7NbTUJ:bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cielac/human/tunner.rtf+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=pe
11. Pablo VI: “El verdadero desarrollo no puede consistir en una mera acumulación de riquezas o en la mayor disponibilidad de los bienes y de los servicios, si esto se obtiene a costa del subdesarrollo de muchos, y sin la debida consideración por la dimensión social, cultural y espiritual del ser humano…” (“Encíclica Populorum Progressio” Nº 26 y 28).
PNUD: “El Desarrollo Humano es un proceso de ampliación de las opciones de las personas: llevar una vida saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para mantener un nivel de vida decente. Si estas opciones esenciales no están a la mano, muchas otras oportunidades serán inaccesibles.”
12. Estigarribia Velásquez, Ricardo. Artículo citado. http://pevceladic.org/pev/mod/forum/discuss.php?d=1794