Aquel domingo 5 de abril de 1992 estaba de editor del diario EXPRESO “cerrando” el periódico para el lunes. De pronto un FAL me tocó la cabeza por el occipital. Era un Soldado armado hasta los dientes que me apuntaba y que me decía: “levante las manos”. Encañonado como todos los periodistas, nos sacaron a la playa de estacionamiento y pensé lo peor, que nos iban a fusilar. El Ejército había tomado todas las instalaciones de todos los medios y los oficiales daban órdenes y contraordenes, mientras los soldados no dejaban de apuntarnos.
Luego me obligaron a mostrarles lo que habíamos escrito. No entendían un carajo. La orden, al final, era que no maltratemos a Fujimori. Yo les mostré otras páginas y me pude comunicar con el diario CLARÍN de Buenos Aires que por teléfono me hizo una entrevista donde conté de aquel atropello. Trabajamos toda la noche. El Gobierno había decretado el Toque de Queda. El Ejército cómplice, patrullaba todas las calles del Perú. Fujimori había empezado a ser ese tirano asesino que hoy está en la cárcel. Yo sigo siendo periodista y festejo la justicia.