El trastorno eréctil es una disfunción sexual exclusivamente masculina, ya que afecta a la erección del pene. Cuando un hombre es incapaz de conseguir o de mantener una erección suficiente que le permita realizar el coito, sea porqué eso le pasa siempre o por qué le pasa demasiado a menudo, estamos hablando de trastorno eréctil.
La erección es un reflejo automático, eso quiere decir que el hombre no lo puede controlar a voluntad. Existen zonas en el cuerpo que podemos controlar voluntariamente, una mano, un pie, etc., pero hay otras en que el control sólo se puede conseguir de una manera indirecta: la erección y la eyaculación, por ejemplo. Eso significa que, para obtener la erección, el hombre debe entregarse sin interferencias a los estímulos auditivos, táctiles, visuales, olfativos y gustativos que intervienen en la relación sexual, y con-centrarse en ellos. Entonces la erección, en el supuesto que no haya ninguna problemática orgánica, emerge firme y duradera.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el sistema eréctil es extraordinariamente complejo y depende de la interrelación y el equilibrio de diversos factores. Depende de la integridad de la delicada anatomía genital, de los vasos sanguíneos de la pelvis y de los nervios correspondientes, del adecuado equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro, de un sistema hormonal ajustado y de un estado psíquico sin conflictos y entregado al placer erótico. Precisamente por qué todos estos factores tienen que estar sanos y funcionar con sincronía y equilibradamente, no es raro que la fase más vulnerable de la respuesta sexual de un hombre sea la erección.
Lo más probable es que tarde o temprano un hombre tenga problemas. Los estudios fiables nos indican que uno de cada dos hombres sufrirá a lo largo de su vida algún trastorno transitorio de la erección: ¡el 50% de la población masculina! Este dato deberían conocerlo todos los jóvenes, ya que si son conscientes de la fragilidad del órgano, es fácil actuar rápidamente para que el trastorno desparezca. Al contrario, si el problema se vuelve crónico, es difícil poderlo enderezar (nunca mejor dicho, en un caso como este). La afirmación que todos los jóvenes deberían conocer esta información es porqué en la mente de muchas personas existe el prejuicio que impotentes sólo lo son los hombres mayores; pero esto no es así, aunque es verdad que tienen más probabilidades de serlo. Los jóvenes propensos a angustiarse a la hora de una relación sexual (con pensamientos como "si la chica quedará contenta", "si estaré a la altura de la situación", "no debo eyacular pronto", etc.), o los que son propensos a consumir alcohol u otras drogas, son más vulnerables y pueden sufrir un trastorno eréctil.
Aquí mismo les explico una norma y les doy un consejo, a todos los jóvenes y a los hombres. La norma: la erección es un fenómeno complejo que se estropea fácilmente. El consejo: consultar inmediatamente al sexólogo cuando se note una disfunción.
Un porcentaje importante de los trastornos de erección es psicológico. ¿Y eso qué quiere decir? Pues que aunque el aparato genital funcione correctamente, los reflejos vasculares autónomos que mandan en la erección son delicados y se alteran fácilmente, a consecuencia de problemas como la ansiedad, o por emociones negativas como la angustia o el miedo.
La ansiedad, la angustia, el miedo, la inseguridad, el estrés, etc., e incluso los pensamientos negativos sobre la función sexual, lo único que hacen es perjudicarla y hacer que el hombre tropiece exactamente con aquello que lo hace sufrir. Es decir, si un hombre no está seguro de su erección es muy probable que tenga una erección poco firme, o si tiene miedo a eyacular rápido es muy posible que la eyaculación sea rápida. Porqué en el cerebro de un hombre, cuando el deseo y la angustia se pelean, siempre provocan destrozos. Y a menudo la gran ganadora es la angustia, la cual se materializa en un trastorno que, en este caso concreto, es el eréctil. Cuando el trastorno ya está instalado, el hombre deja de buscar el placer en las relaciones sexuales para pasar a busca sólo una cosa: probarse a sí mismo. Toda su atención y sus esfuerzos irán encaminados a cuestionar y a inspeccionar el miembro viril, y el encuentro sexual se convierte en un examen: "probar el miembro". Este hombre anticipará el encuentro sexual con pensamientos agobiantes y durante el juego amoroso con la pareja estará inspeccionando constantemente la erección. Estos pensamientos previos y esta inspección constante lo único que provocarán es que este hombre sea insensible a todos los estímulos eróticos que intervienen en la relación. La erección deja entonces de ser un reflejo automático para convertirse en algo que se quiere controlar y, paradójicamente, el control en estos momentos se vuelve completamente imposible, y la erección falla.
El porqué unos hombres son más vulnerables que otros a tener trastornos de la erección ante vivencias y experiencias sexuales similares, es una incógnita. Se supone que intervienen factores constitucionales, de personalidad y ambientales que predisponen a ello.
Nota publicada en laeco.net.