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Viernes 06 de abril 2012

La Clave del Amor Perfecto

Por: Luciana Campora
La Clave del Amor Perfecto
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Conocí a una mujer que tuvo una juventud orgullosa. Ella amaba la perfección, y la buscaba en todo lo que hacía. Ninguno de sus novios llegaba a equipararse nunca a su elevado ideal, ninguno de los hombres que conocía calificaba para compartir su sueño de “vida perfecta”. Y como a todos, la vida le fue pasando. Los hombres siguieron buscándola, pues era una mujer atractiva y “perfecta”; y uno tras otro continuó rechazándolos: “Este es muy desordenado”, “Este es muy inmaduro”, “Este es muy celoso”, “Este es muy frío”, “Este es demasiado cariñoso”… a todos sus posibles compañeros les encontraba algún defecto.

Como podrán imaginarse, nunca se casó. Ahora, vieja y solitaria, sufre problemas cardíacos. No se lamenta por su soledad, a la que está acostumbrada… pero si lamenta algo: le hubiera gustado tener hijos. Le hubiera gustado saber qué se siente al acunar a un bebé, al verlo crecer, al acompañarlo mientras da sus primeros pasos por la vida. Le hubiera gustado descubrir ese aspecto tan especial y profundo del Amor.

Por negarse a ceder, a dar de sí, se quedó vacía. No se dio cuenta de que el amor que negaba a los demás, se lo estaba negando a sí misma; de que la perfección que buscaba era algo que no se le daría hecho, sino algo que debía construir a partir de lo imperfecto: era un proceso.

Muchos de los que estamos en pareja hacemos esto de alguna manera. Vivimos criticando a nuestra pareja, deseando que fuera distinto o distinta, deseando que cambie, para adaptarla a nuestro ideal. Creemos que el otro debe ser “perfecto” para que podamos “amarlo”… Rompemos una relación, iniciamos otra… Pasamos la vida buscando a “la persona perfecta” a la que podamos amar, cuando lo importante no es “a quién”, sino que APRENDAMOS A AMAR.

A diferencia de lo que la mayoría de las personas creen, a Amar se aprende. El Verdadero Amor no es una flor de temporada, de esas que crecen instantáneamente, para desaparecer ni bien se acercan los vientos más fríos del otoño. El Verdadero Amor es más parecido a un árbol, de crecimiento lento, pero constante, profundo y elevado. Para que el árbol del Amor crezca, hay que darle tiempo. La mayoría de las parejas se disuelven en el justo momento en que este árbol comenzaba a crecer… y luego dicen que “fracasaron”.

El enamoramiento del primer encuentro es fuerte, es mágico, es hermoso y se aferran a esa sensación que conmueve todo su ser, quieren mantenerla para siempre. Pero ocurre que esa sensación no es “real”, tiene mucho de fantasía. En el primer encuentro con el otro hay más de nuestros propios ideales y de nuestro deseo de verlos satisfechos, que de verdadero Amor. El otro es un misterio en el que podemos ver revelados de repente nuestros mejores anhelos: eso enciende nuestra pasión. El primer tiempo es dichoso, pues nos concentramos en “conocer” al otro, con esperanza y todo es nuevo.

Luego viene el acostumbramiento. En algún punto, aquello que pudimos ver en la otra persona comienza a parecernos repetido, nos formamos el patrón mental de cómo va a ser y cómo va a reaccionar de aquí en más, y en nuestra mente desaparece el misterio, junto a toda oportunidad de hallar algo distinto, algo nuevo, algo más.

La pareja deja de conocerse, deja de crecer. Desde esas estructuras ya cerradas, surgen las diferencias lógicas entre dos individualidades que pretenden funcionar como unidad, y entonces aparece el desafío de la incompatibilidad. Llega el otoño, el clima más arduo de los primeros conflictos hace que las flores superficiales se marchiten. Y todo puede terminar en nada, a menos que entre ambos haya germinado una única semilla: no la de la relación perfecta, no la de la total armonía, ni siquiera la de la exacta compatibilidad; sino la del deseo de darse al otro, la del DESEO DE AMAR.

 

Cuando deseamos DAR nuestro Amor, no nos hace falta tener al lado a alguien perfecto. Para Amar no hace falta verse reflejado en el otro, ni que el otro esté dispuesto a darnos exactamente lo que esperamos. Más aún, si estamos “esperando” cosas del otro, no lo estaremos amando.

Amar significa aceptar al otro como es, y permitirle la libertad de ser él mismo, de expresarse como más le guste, sin reclamos, condiciones ni pedidos. Aún cuando haya cosas que nos molesten, cada cosa que nos moleste no estará hablando tanto de lo que la otra persona hace “mal”, como del punto en que nosotros comenzamos a fallar.

Si “nos molesta” no lo estamos amando. Fallamos cuando no podemos amar, cuando ponemos excusas con las que negar nuestro Amor. ¿Y por qué lo hacemos? ¿Por qué vivimos buscando excusas para no darnos al otro?... la gran respuesta es: por temor. Tememos sufrir, tememos que nos haga daño.

¿Y por qué tememos? Porque nosotros mismos no nos amamos. Comenzamos a desconfiar de nosotros, de ser lo suficientemente buenos para que nuestra pareja quiera continuar a nuestro lado, de ser capaces de poner los límites necesarios; quizás hasta desconfiemos de nuestras propias emociones.  Por eso es que las relaciones de pareja se nos hacen tan necesarias… porque la capacidad de Amar verdadera y profundamente al otro ser, está relacionada con el aprender a Amarnos y Aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos.

No poder Amar a alguien por ser imperfecto es un acto de egoísmo. ¿Con qué medida podemos definir su grado de “perfección”? ¿Acaso somos nosotros los únicos dueños de la verdad?

La Verdad se expresa en todos los seres, de distintas maneras, por distintos caminos. Aprender a Amar es comprender eso, y aceptarlo, así como es.

Mientras más nos amemos, más Amor podremos dar al otro, sin miedo. Mientras más aceptemos nuestros defectos, más libertad le permitiremos al otro para que descubra los suyos. Y mientras más libertad exista en la pareja para descubrir los defectos mutuos, más posibilidades hay de que, por Amor, cada uno se encargue de modificar los propios. Así la pareja se transforma más en una amistad, en una relación fuerte de compañerismo, donde cada uno colabora con el otro en el descubrimiento de sí mismo, y ambos se dan la mano y caminan juntos a través de los escollos y las desarmonías del proceso de crecimiento, unidos en un propósito profundo.

Cuando estamos esperando que él o ella “nos hagan felices”, sin darnos cuenta, empezamos a “esperar” Amor, en vez de “darlo”. Por eso fracasan la mayoría de las parejas: buscan el Amor en el lugar equivocado. Lo buscan “afuera”, en el otro, en lugar de buscarlo en el único lugar en el que existe: adentro de uno mismo.

“Sólo sufre el que espera”, me dijeron una vez. Es cierto. Siempre que estemos “esperando” algo en particular, nada que sea diferente nos parecerá perfecto. Y la gran verdad es que todo tiene un lugar en este mundo, y el gran reto es aceptar que todo es perfecto ASÍ COMO ES.

La única fórmula para sentir Verdadero Amor, es Amando. Esto quiere decir: DANDO AMOR sin esperar nada a cambio, y perfeccionándonos para perfeccionar el Amor que damos. Si nos atenemos a esperar del otro siempre encontraremos huecos, vacíos, carencias, defectos. Serán NUESTROS huecos, nuestros vacíos, nuestras carencias y nuestros defectos.

Para amar a alguien hay que aceptarlo tal como es. Para aceptarlo hay que conocerlo. Y conocerlo puede llevarnos toda una vida. Esa persona irá cambiando, irá creciendo… no es estable, es un proceso. Nunca llegamos a conocer completamente a las personas con quienes vivimos, puesto que raramente ellas se hayan conocido a sí mismas lo suficiente para mostrarse tal cual son… y si lo hubieran hecho: ¡las amaríamos!

Permítete Amar sin temor. Sé libre. Siéntete libre de dar y expresar tu Amor, y fíjate que sólo cuando Amas eres felíz, que no necesitas más que DAR tu Amor, para empezar a amarte a ti mismo. Y cuando hagas eso, el mundo cambiará ante tus ojos, estarás creando una infinita ida y vuelta de Amor.

Acepta a los otros con todo y defectos, y reconoce que si no puedes amarlos, no son ellos los culpables. Tienen derecho a ser como son. Lo único con que puedes ayudarlos en el camino hacia su propia perfección, es con TU AMOR.

Cuando sepan que los Amas, ellos mismos comenzarán a Amarse... y a Amarte. ¡Les estarás enseñando el Verdadero Amor!

Luciana Cámpora

Libros y Escritos para el Desarrollo Personal y Espiritual

www.lucianacampora.com

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