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Domingo 08 de abril 2012

La democracia como negocio

Por: Luis Lamas Puccio.
La democracia como negocio
Foto: Generaccion

Si existiera la posibilidad de cuantificar en términos económicos el patrimonio personal (o familiar) de todos aquellos que en algún momento ejercieron en nuestro medio la política y por consiguiente la función pública, posiblemente quedaríamos sorprendidos y pasmados sobre la forma, la inmediatez y la manera como  algunos incrementaron su bienes económicos como producto del ejercicio de la labor pública. No se trata de cuestionar de manera indiscrimina el ejercicio de la política partidaria, la función pública y el mismo sistema democrático, porque no tengo dudas de que existen en nuestra historia política personas que son claro ejemplo de entrega desinteresada y desapego a las bienes materiales en beneficio de las grandes mayorías.

Me refiero a aquellas individuos ambiciosos, codiciosos y poco escrupulosos que hicieron del ejercicio libre y democrático de la política una forma de vida nada ejemplar, que les permitió enriquecerse a costa de las expectativas de los demás bajo el pretexto de que la  titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, y que la toma de decisiones debe responder siempre a la voluntad colectiva de los miembros del grupo o de los partidos en particular.

En la historia de nuestra política abundan las personas que hicieron mal uso de la confianza que el pueblo y las mayorías les depositó. No me refiero a aquellos casos escandalosos y bochornosos que terminaron con el enjuiciamiento y encarcelamiento de los que se enriquecieron con el ejercicio de la función pública, sino aquellos que haciendo uso de las prerrogativas que sustenta la democracia lograron  evadir la acción de la justicia y nunca pudieron ser sancionados como lo refieren las mismas leyes.

Estoy consciente que la democracia, como todo régimen de gobierno creado por seres humanos, no es un sistema perfecto y que por el contrario adolece de deficiencias, limitaciones e imperfecciones, que hacen en la práctica que unos pocos bajo el pretexto de la representación popular, se beneficien a costa de la credibilidad de las grandes mayorías.

Hay quienes afirman que la democracia es el sistema de gobierno que más se asemeja a la perfección, en términos de igualdad, gobernabilidad y representación de las grandes mayorías. Sin embargo, ello no implica que la ciudadanía pensante no esté consciente de la existencia de políticos deshonestos, que bajo el pretexto de que son democráticos y que la igualdad es para todos, hayan hecho de la democracia no solo su medio ideal de vida sino la forma más eficaz de incrementar su patrimonio (Con información del diario Expreso).

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