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Martes 10 de abril 2012

Atención Sres. Padres: ¡Nuestros chicos gobiernan la Telepatía!

Por: Luciana Cámpora
Atención Sres. Padres: ¡Nuestros chicos gobiernan la Telepatía!
Foto: www.luz-natural-mente.com

Francisco nació en 1995 y tres años más tarde, se comunicaba con su hermano aun no nacido y deslumbraba a sus padres con las anécdotas de las vidas pasadas compartidas con aquella alma, vaticinando que sería varón y se llamaría Julián. Cierta vez, para el cumpleaños de un tío ex marino, le pidieron a Francisco que adivinara que había dentro de la enorme y misteriosa caja que entregarían como regalo al cumpleañero, creyendo que jamás le atinaría.

–        Un farol –  respondió el pequeño sin dudar,  dejando a todos boquiabiertos. En la caja había, precisamente, un farol de barco.

–        ¡Mirá mamá! ¡Qué lindo cartel! – Señaló Narayana, mi hijo de 5 años.

Yo lo miré, pero no me pareció tan lindo. En realidad, pensé que era una porquería, pero me cuidé de no decirlo.  Inmediatamente me sorprendió su gesto de enojo:

–        ¡NO ES UNA PORQUERÍA! – me gritó. Me había escuchado! 

Estas no son más que muestras del tipo de historias que cualquier madre o padre, tío o abuelo, o maestra de jardín de infantes, de seguro tiene para contar en estos tiempos y con estos niños.

¿Son ellos especiales? ¿Son ellos distintos? ¿Requieren un tipo diferente de educación?

Suelo fijarme en los comentarios de las señoras mayores cuando estoy en la calle o en el colectivo:

–        “Ay, yo no se qué les pasa a los chicos de ahora… ¡Son indomables!” “A los míos los dejaba ahí sentaditos y se portaban bien” “Estas madres modernas no saben educar a sus hijos”

Y hay que reconocer que, en parte, las abuelas tienen razón. Los chicos son diferentes… y muchas veces, las madres y padres modernos no sabemos cómo tratarlos. Porque intentamos aplicar con ellos los métodos que nuestros padres utilizaron con nosotros, pero esto no hace más que complicarnos las cosas. Las estructuras viejas no funcionan con sus nuevas cabecitas.

Con estos chicos, no nos sirven de nada “el Cuco” o “el Hombre de la Bolsa”. Se nos ríen en la cara cuando intentamos someterlos o atemorizarlos. Incluso mentiras aparentemente inofensivas, como el cuento de “Papá Noel”, se nos tornan en contra, horadado su confianza en nosotros.

 

Mirémonos por un momento, con los ojos de un niño. ¿Qué veríamos? Adultos que nos mienten para conseguir que hagamos lo que ellos quieren. Nos inventan historias o intentan mostrarse ellos mismos como personas diferentes a lo que son. No les basta con ser ellos mismos. Por ende, no son confiables. Son manipuladores. Y además cobardes. Porque un adulto plenamente consciente de su autoridad innata, no temería a un niñito de 3, o 4, o 5 años. No inventaría farsas para que le tengamos miedo. Un adulto que enseña a tener miedo, no es otra cosa que una persona ATEMORIZADA. Esa persona ¡TIENE MIEDO DE NOSOTROS! Entonces… (Según pensaría un niño, tal vez no con la lógica, pero sí de manera intuitiva) “Si nuestros padres nos tienen miedo: YA GANAMOS! ¡TENEMOS EL PODER, EL CONTROL SOBRE ELLOS!

Pero qué pasa. Los chicos no quieren sentir que ganan a sus padres. Los chicos necesitan de sus Padres, para que sean sus Guías. Sentir que no pueden contar con ellos equivale a sentirse solos y desprotegidos. Esto les genera una gran sensación de inseguridad, y buscan por todos los medios, que los padres reafirmen su autoridad, buscan el límite.

Y ese límite, tan ansiado por padres e hijos, de ningún modo podrá imponerse a través de manipulaciones o autoritarismos. Estos chicos no funcionan en base a gritos, sino que MIENTRAS MÁS PIERDAS EL CONTROL, MENOS CONFIARÁN EN TI.

¿Cuál es el modo de enseñarles entonces?

A través del ejemplo. Ellos seguirán tu ejemplo. Y si tu ejemplo no es confiable no te encontrarán de fiar, no serás un modelo digno de ser seguido y se rebelarán ante cada cosa que les digas. Obtendrás con esto, al famoso “indomable”.

Hay un punto crucial a tener en cuenta al tratar con este nuevo modelo de ser humano: ELLOS SON MÁS EVOLUCIONADOS QUE NOSOTROS. Ellos están más adelantados. No vienen a que los hagamos a nuestra forma: VIENEN A ENSEÑARNOS. Su trabajo es mostrarnos una nueva manera de SER: más libres de temores, de culpas, de engaños, de manipulaciones. Vienen a mostrarnos que podemos ser distintos de cómo nos educaron. Vienen a que descubramos nuestra Autoridad, la Verdadera Autoridad, que deviene de sentirnos INTEGROS.

Nosotros no somos sus formadores. Ellos son perfectos así como son, no tenemos que cambiarlos o medicarlos, sino permitirles ser ellos mismos sabiendo que cultivamos un tesoro muy valioso. Somos sus Guardianes, preservando su integridad emocional y física. Esto es: cuidándolos. Poniendo límites justos. Dejando que tomen sus decisiones también (Entre opciones que hayamos elaborado previamente y que sean aceptables, claro) Estableciendo reglas familiares que serán cumplidas por ellos… Y TAMBIÉN POR NOSOTROS. De nada servirá que les digas “Lávate las manos antes de cenar”, si no ven que haces lo mismo.

Su confianza se basa en el RESPETO, que surge de la paridad, del compañerismo; ya no de la superioridad o el miedo. SABEN que no somos superiores a ellos, no hay modo de engañarles. Estos chicos no nos temen; nos VEN, con todo y defectos. Para ellos, somos transparentes. Mucho mejor es, si nos mostramos tal como somos, sin aparentar o asumir “roles”. Si los tratamos como a amigos, almas compañeras, de igual a igual. Si les hablamos como hablaríamos con otros adultos: confiando en ellos y en su criterio; y ya no siguiendo el modelo absurdo del padre que lo sabe todo ante el pequeño neófito. No lo sabemos todo y ellos se dan cuenta. Se dan cuenta cuando dudamos, cuando mentimos y cuando no queremos hacer lo que estamos haciendo. Se dan cuenta que no somos felices cuando nos ven preocupados o nerviosos, cuando no nos ven reír, jugar y disfrutar de la vida. ¡Entonces no querrán que les enseñemos a ser como nosotros! ¿QUÉ PERSONA EN SUS CABALES ACEPTARÍA APRENDER A SER COMO ALGUIEN ASI?

Seguramente tú no. Y ellos tampoco.

Estos chicos piden que se los trate con AMOR, con HUMILDAD, con RESPETO, pero ante todo: CON SINCERIDAD.

Si somos capaces de decir lo que pensamos y hacer lo que decimos, nuestro vínculo con ellos se forjará Amoroso, profundo y duradero. Y lo que es más importante: ellos estarán cumpliendo su misión, y nosotros la nuestra, AL PERMITIRNOS CRECER CON SU PRESENCIA. Una vez más: Cambiar nosotros, en lugar de cambiarlos a ellos.

Luciana Cámpora

www.lucianacampora.com

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