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Martes 10 de abril 2012

Dos presidencias históricas

Por: Santiago Mariani.
Dos presidencias históricas
Foto: vtv.gob.ve

La cita, utilizada hasta el hartazgo en artículos y ensayos, para explicar la buena situación que atraviesa Brasil es el título de una obra de 1941 de Stephan Zweig: Brasil, país de futuro. Zweig era un intelectual austríaco que había emigrado a Brasil, un oasis de belleza y grandes posibilidades, escapando del asfixiante y delirante nacionalismo nazi.

El pomposo título del libro de Zweig había sido reconfigurado con un pequeño agregado por parte de quienes veían en Brasil un promesa truncada en medio de la pobreza, desigualdad, exclusión y violencia: Brasil, el país del futuro y siempre lo será. De esa manera los brasileños resumían su frustración colectiva frente a un destino de grandeza que les era esquivo y distante a pesar de todas sus condiciones y potencialidad.

Aquel país donde hasta hace algunas décadas la mitad de su población era analfabeta y la distribución del ingreso se ubicaba entre las peores, se ha convertido en la sexta economía del mundo y en un actor cada vez más influyente en los asuntos globales. El gigante que tanta admiración genera,  a pesar de los enormes desafíos internos que todavía debe resolver, parece finalmente estar despertando de una larga pesadilla de frustración para cumplir con el presagio de Zweig.

Las razones que han generado el ciclo de expansión económica y consolidación institucional más prolongada y sólida de su historia, según el consenso mayoritario entre analistas y observadores, estaría en el impulso sostenido y constante de determinadas políticas públicas que combinan el crecimiento económico con la disminución de la pobreza, la indigencia y la exclusión. Detrás del fenómeno se encuentra el particular estilo de conducción política, denominado como presidencialismo de coalición, desarrollado, continuado y perfeccionado por dos presidentes excepcionales que condujeron los destinos de Brasil durante casi dos décadas: Fernando H. Cardoso y Lula da Silva.

Mediante el presidencialismo de coalición, Cardoso y Lula, supieron convocar y sostener una amplia coalición de gobierno que permitió aumentar los márgenes de gobernabilidad para implementar, continuar y perfeccionar las políticas públicas que demandaba un país con dimensiones y  problemáticas gigantescas. Un ejemplo de ello han sido las transferencias de ingreso condicionadas a las jefas de familias más pobres, una política iniciada por Cardoso, la Bolsa Escolar, perfeccionada y expandida por Lula en la Bolsa Familia y ahora continuada por la presidenta Dilma Rousseff.

La estabilidad política y económica, generada por las dos presidencias históricas, contó con el ingrediente esencial que necesita una democracia para consolidarse institucionalmente y es la restricción de la ambición de sus gobernantes respetando las reglas de juego establecidas. Ni Cardoso ni Lula buscaron la eternidad en el poder aun cuando gozaban de prestigio y apoyo al culminar sus presidencias.

Brasil es un ejemplo de liderazgo político excepcional y de una democracia conducida por una clase política que ha privilegiado la construcción de amplios consensos para dar lugar a la expansión de la participación y la inclusión de la ciudadanía sin menoscabar la construcción de una sólida estructura representativa en el marco del estado de derecho (Con información del diario La República).

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