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Martes 10 de abril 2012

Egipto busca un nuevo “rais”

Por: Sergio Paz Murga
Egipto busca un nuevo “rais”
Foto: Mundo Mula

Ha pasado poco más de un año y dos meses desde la caída del dictador Hosni Mubarak y los egipcios todavía no pueden hallar el camino definitivo para la paz social, la estabilidad política y menos aún, la democracia.

No es una tarea fácil. El antiguo país de los faraones nunca ha ido a elecciones presidenciales libres y, por lo menos, desde hace medio siglo está bajo el tutelaje de un amo salido de las Fuerzas Armadas.

Bajo el amparo de Nasser, El-Sadat y Mubarak los militares –en especial los de rangos altos– han hecho del país norafricano una finca privada, en donde se han enriquecido a base de negocios turbos.

Hoy sin el “rais”, el objetivo es mantener si no todo, parte de ese oscuro imperio creado a base de dinero y represión política, pero no es una tarea fácil pues un sector importante de la oposición continúa presionando para lograr una purga total del sistema que parece poco viable.
Hasta ahora, y si hablamos de resultados reales, han sido los sectores islamistas los que mejor se han organizado para aprovechar el vacío de poder que dejó la renuncia de Mubarak.
Pese a años de represión y prohibiciones, los Hermanos Musulmanes lograron formar un frente político y religioso unido que dio como resultado su victoria en las elecciones legislativas del año pasado.

Los islamistas no solo controlan la mayoría del Parlamento sino también la Asamblea Constituyente que elaborará la nueva Carta Magna y de la que han excluido a las mujeres y a minorías importantes como los cristianos.

Tampoco han convocado a especialistas de derecho constitucional o político que pertenecían al antiguo régimen, desatando los temores de que preparan la imposición de la sharia –ley islámica– en un país con fuertes nexos con Occidente y que ha jugado un papel estabilizador en un Medio Oriente, marcado por extremismos en nombre de Alá.

Los candidatos

El actual gobierno de Salvación Nacional, que fue posible tras una ardua negociación entre los militares y los islamistas, se está desmoronando a medida que las elecciones se acercan.
Los Hermanos Musulmanes habían prometido no presentarse a las presidenciales para evitar una situación extrema, como la que ocurrió en Argelia en 1991, cuando los militares no reconocieron la victoria de los islamistas y ordenaron una carnicería.

Esta vez, dejaron atrás los temores y anunciaron que su carta para llegar el poder sería Jairat Al Shater, un empresario multimillonario que ha dado grandes cantidades de dinero a los islamistas para su campaña legislativa.

La medida sorprendió a sus propios seguidores y a los analistas más destacados que explicaron que con el anuncio los Hermanos Musulmanes no quieren perder influencia en un país que es, esencialmente, presidencialista.

Sin embargo, la candidatura de Al Shater pende de un hilo debido a que las autoridades electorales podrían vetarlo por la condena a siete años de cárcel, que le fue impuesta en abril del 2008 por blanqueo de dinero y pertenencia a una organización prohibida.

Tras el triunfo de la revolución que derrocó a Mubarak, Al Shater, ingeniero de 62 años, fue excarcelado pero no estaría definido si está inhabilitado para ocupar cargos públicos.
En caso de que Al Shater no pueda presentarse, los Hermanos Musulmanes tienen un candidato de “reserva”: El presidente de la formación, Mohamed Mursi, quien ha prometido revisar los acuerdos de paz entre Egipto e Israel y que ha disparado las alarmas en Occidente.

Pero el gran problema de Al Shater y Mursi es que son personajes nada carismáticos, con poca llegada al electorado nacional, lo que disminuye sus chances de ganar las elecciones.

Empieza la disidencia

Sus designaciones han sido tan polémicas que dentro del movimiento islamista se han presentado importantes divisiones. La unidad de las legislativas quedó en el pasado al anunciarse la candidatura presidencial de otros personajes como Abdel Moneim Abul Futouh.

Médico de profesión, este es un islamista moderado, tolerante y hasta liberal, que se ha hecho conocido por su encendida lucha contra la corrupción del régimen del “rais”.
Otro es el salafista Hazserem Abu Ismail, quien ha sido vetado en primera instancia por las autoridades electorales al revelarse que su madre consiguió la nacionalidad estadounidense en el 2006.

Él asegura que se trata de un “complot” y que cualquier intento por alejarlo de la carrera electoral será rechazado por sus millones de seguidores. a través de fuertes protestas en varias ciudades del país.

Esta suerte de indefinición y división en el bloque islamista podría acarrearle problemas en las elecciones, un hecho que está siendo aprovechado por otros sectores vinculados a los militares y a los grupos liberales y laicos.

La carta más importante del Ejército y aquellos grupos que no quieren ver al país sumido en el atraso de los religiosos es Omar Suleiman, ex números dos de Mubarak y otrora hombre fuerte de los servicios de espionaje.

Con excelentes relaciones en EEUU y el Viejo Continente, Suleiman ha logrado salir airoso de la ola de juicios contra miembros del antiguo régimen que tienen sendas acusaciones de corrupción y violación de los derechos humanos.

Aunque su candidatura pueda tener el espaldarazo de la maquinaria oficial del gobierno, la sola idea de que un ex hombre fuerte de Mubarak sea el que lo suceda causa resquemores en la oposición democrática.

Por último, pero no menos importante está Amro Musa, el ex-secretario general de la Liga Árabe y el que hasta ahora se considera como el candidato laico con más posibilidades. El gran problema es su falta de carácter y sus nexos –no comprometedores– con Mubarak, de quien años atrás fue su ministro de Relaciones Exteriores.

Egipto, entonces, parece querer buscar un candidato perfecto, inmaculado, con credenciales ciento por ciento limpias, pero ello sería poco factible tras décadas de dictadura.
Quizá, al final, terminen escogiendo al menos malo, como sucede en las democracias débiles, pero democracias al fin y al cabo. Solo que ellos recién lo experimentan.

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