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Martes 10 de abril 2012

Colombia: un protectorado del siglo XXI

Por: Ernesto Wong Maestre.
Colombia: un protectorado del siglo XXI
Foto: mundohispanolatino

Cualidades y principios violados

Hace poco más de un mes*, escribí un artículo publicado el pasado 7 de agosto (2009), en donde expuse un conjunto de ideas sobre las cuales deseo ampliar, ya que los acontecimientos de los últimos días confirman aquellas apreciaciones hechas al calor de la noticia.

En esa ocasión expresé: “…el pueblo colombiano y sus residentes en Venezuela, deberán tomar plena conciencia -ante la presencia de poderosas fuerzas militares estadounidenses en el territorio colombiano- de que la soberanía de su Nación está disminuida; de que su verdadera independencia ha sido obstruida por el gobierno extranjero que dirige las bases militares; de que su libertad está más restringida; de que su derecho como Nación a la autodeterminación está en dependencia de los intereses yanquis; de que a partir de ahora la solución pacífica de los conflictos internacionales en que se sumerja Colombia estará subordinada a los intereses guerreristas de EEUU…”.

Hoy podríamos agregar que el gobierno de Colombia viola cuanto principio del derecho internacional público (DIP) reconocieron los Estados desde el fin de la 2da Guerra Mundial para conjurar futuras guerras, y ello se debe a la penetración estadounidense en las altas esferas del poder colombiano.

Colombia está violando el principio “de la renuncia a la amenaza o al uso de la fuerza”, el principio del arreglo de las controversias internacionales por medios pacíficos”, el principio “de la seguridad colectiva”, el “del desarme” y el principio “de la prohibición de la propaganda de guerra”. ¿A quien beneficia estas violaciones? A los EEUU. ¿A quienes perjudica? A Colombia, Venezuela, Ecuador y resto de Latinoamérica, y a la larga reforzará el poderío imperial ante un bloque que viene conformándose de China, Rusia, India, Brasil, Venezuela y los países que se nuclean alrededor de ellos y que presuponen la paz para lograr un desarrollo integral. ¿El mundo multinuclear como etapa transitoria hacia el mundo multipolar? Todo indicaría que sí en la medida en que EEUU no provoque una guerra mundial o incremente hasta límites insoportables las amenazas de guerra, pues de lo contrario, el mundo necesariamente tendría que regresar al esquema de reagrupación bipolar de fuerzas que es más preferible que el mundo unipolar o que la propia muerte.

La actuación reciente de los representantes del Estado colombiano en la reunión de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) confirma mis apreciaciones de una forma muy clara y por ello pudiera afirmarse que Colombia se viene constituyendo en un “Protectorado” del imperio yanqui en pleno siglo XXI.

En aquel artículo manifesté que “…con ello, se comenzará a percibir internacionalmente a Colombia como un Estado colonial y sus capacidades de negociación, lejos de aumentar, disminuirán en un mundo donde el imperialismo está desintegrándose, y las penurias para el pueblo se incrementarán y al mismo tiempo disminuirán los sentimientos patrios, pues hasta la memoria de Bolívar y de Gaitán tratarán de borrar, con la consiguiente transculturización promovida ahora con mayor fuerza por las transnacionales del entretenimiento y por los medios de comunicación colombianos absorbidos gradualmente por los yanquis”.

En efecto, hace unos días atrás, una profesora me comentaba que familiares de una vecina colombiana residente en Venezuela, de visita en Colombia, esta le confesó que su familia estaba completamente equivocada y disociada respecto a todo lo que ocurría en Colombia y en sus relaciones exteriores. Dijo que “a Colombia le hacia falta esa ayuda de Estados Unidos porque Venezuela y Ecuador la invadirían” y así le repitió cada una de las mentiras que los medios de comunicación pro-imperiales difunden contra Venezuela y Ecuador, creencias que podrían, a la larga, provocar muchas muertes entre esos pueblos.

El complejo militar-industrial-comunicacional en acción

Tal y como van desarrollándose los hechos, ningún colombiano podrá negar la posibilidad de que así como los marines yanquis se orinaban sobre la cabeza de la estatua de José Martí situada en Parque Central, en La Habana, en plena dictadura de Fulgencio Batista, los actuales soldados yanquis asignados a las bases militares yanquis en Colombia se orinen sobre estatuas del Libertador y profanen sus monumentos, sin que ninguna autoridad colombiana pueda juzgarlos.

¿Hasta cuándo y hasta qué limites los colombianos permitirán la ignominia?. Es una gran duda, muy lamentable porque ese “complejo militar-industrial-comunicacional” estadounidense ha puesto al servicio de los intereses guerreristas a toda su maquinaria publicitaria que es toda una maquinaria donde la mezcla de tipos y soportes comunicacionales cuentan con las más avanzadas tecnologías y con los más avezados e indignos especialistas de diversas ramas, en función, en el caso colombiano, de proveerle o garantizarle recursos financieros y legitimidad popular.

Por cierto, ese (CMIC) debe ser examinado en todos sus componentes, tanto personas como instituciones y sus ramificaciones, en la forma e intensidad de articulación, en sus estructuras de mando u operacionales, en sus procedimientos y métodos, en sus técnicas de acción, y en sus disímiles consecuencias sobre el resto del Estado norteamericano y sobre las áreas periféricas de interés estratégico o de bajo perfil: dígase Colombia, Georgia, Ucrania, Perú o Taiwán o el Tibet. Donde quiera que haya gobernantes proimperiales o liderazgos populares demagógicos, habrá atención del CMIC.

Esos tipos de gobernantes son como la premisa crucial del CMIC y donde no los hay los tratan de crear. Carmona fue uno de ellos y Michelleti es otro. Uribe y Alan García son un dúo ejemplar. En Asia y en África también los hay. Cada uno desempeña una función muy particular en el entramado mundial. Por ello, ya se ha comenzado a reflexionar sobre un posible Plan Perú que la actual administración yanqui bautizará como suyo. Y fuerzas contrarrevolucionarias dirigidas por EEUU actúan con dinamismo en Uruguay contra el candidato tupamaro o en Chile contra el candidato de la unidad revolucionaria para tratar de encontrar su tipo ideal o para tratar de derrotar a su adversario como es el caso de Evo en las elecciones del próximo diciembre.

Ahora bien, volvamos a nuestro vecino. ¿Cómo puede estar Colombia ocupando el segundo o tercer lugar en gastos armamentistas entre los países sudamericanos, más que el gigante Brasil? ¿Quién de los que amamos la paz no nos hemos preguntado una y mil veces, al ver esos spot de CNN sobre “las bondades” del turismo en Colombia, si ese espacio publicitario ha sido pagado por el gobierno colombiano o por las agencias yanquis que manejan los hilos del poder en Colombia?.

Lo que parece una contradicción es una cuestión coherente: los recursos que ingresan a Colombia por concepto de la promoción turística o por otro concepto extraordinario como el tráfico de drogas, van casi directamente a parar a los gastos en armamentos. EEUU paga y se da el vuelto. EEUU es el país más beneficiado pues se han constituido en los primeros productores y exportadores de material bélico del mundo.

Por ello, EEUU es el primer promotor de la propaganda de guerra (algo que debe penarse por la ONU) y de la firma de acuerdos tipo “protectorados” en pleno siglo XXI, semejantes a los que Francia, Inglaterra, Alemania e Italia firmaron con caciques africanos, cambiando la soberanía por unos pocos cientos de dólares, en el siglo XVIII y XIX para poder penetrar, establecerse y luego colonizar al África a fines del XIX y mitad del siglo XX.

Incluso, en aquella época las campañas de publicidad estaban encaminadas a justificar el hecho colonial porque ello le garantizaba que gran parte de las poblaciones africanas llegaran e incluso a defender al “amito blanco” o al “señorito” dulce y amable o al extraordinario y rebelde Tarzán que “defendía a los negros del malvado aventurero y criminal cazador de animales” cuando en realidad los empresarios colonialistas estaban “desangrando” y dejando sin recursos naturales a los países africanos. Con ese cuento hollywoodense embelezaron a muchos niños y jóvenes africanos, que luego fueron sacudidos y estremecidos cuando aparecieron los líderes que como Nkrumah, Mandela, Lumumba, Neto, Machel, Nasser, Boumedien, Kaunda, Neyerere, Mugabe o Nujoma comenzaron a dar luz y moral a sus pueblos para echar de África a los colonialistas.

Ya hubo un gran líder en Colombia: Jorge Eliécer Gaitán. Él pudo haber llegado a donde llegaron esos fundadores independentistas africanos pero los oligarcas proimperialistas lo asesinaron antes y ese pueblo ha tenido que pagar muy caro su impotencia aunque en otras ocasiones sus ingenuas creencias en la vida democrática capitalista. Cientos de miles de colombianos y colombianas cayeron bajo las balas de los paracos o del ejército, algunos siendo alcaldes, funcionarios públicos o familiares de ellos, en entidades ganadas por los partidos de izquierda. Esa malsana siembra imperial está dándole al imperio sus frutos para pasar a la etapa de colonización o de anexión y Colombia llegue a formar parte de esa constelación de entidades federales yanquis.

En un mañana no muy lejano, las campañas publicitarias de los pitiyanquis colombianos tratarán de hacer variar el gusto de la población y poco a poco tratarán de lograr sustituir el vallenato por el jazz o la cumbia por la música country, por supuesto, para satisfacer los deseos de esos marines que “se sacrifican por Colombia”. Se ampliarán las becas a EEUU y la embajada estadounidense se repletará de jóvenes preseleccionados entre las familias más integradas a los proyectos gringos. ¿Por qué ocurrirá ello? Porque dentro de unos años se extenderá a todas las esferas de la vida colombiana el poder estadounidense y éste decidirá según sus intereses. Y cuando se llegue a ese nivel ocurrirá lo que ocurrió en África, una tenaz lucha por volver a la independencia, pero ¿cuánto habrá perdido para esa fecha el hermano pueblo colombiano?

De tal manera que el pueblo colombiano es el primer responsable -ante Venezuela, la América Latina y el mundo- por tener y mantener en el poder a un gobernante que está vendiendo la Patria y está privando de futuro promisorio a las generaciones actuales y futuras.

El pueblo colombiano debe reaccionar y conocer la verdad

Tales son las expectativas bajo una mirada pesimista. Y es cierto, porque pesimista es la valoración que tienen los propios gobernantes yanquis acerca de su futuro, el que presienten muy complejo como para salir del atolladero en que están de una forma pacífica y conservando sus privilegios y altos ingresos para su clase dominante. Se están jugando la carta de la guerra, de promoción de la violencia y del terrorismo de estado. Esos gobernantes se sentirían felices, y de cierta forma ya se sienten, de ver enfrentarse Colombia con Ecuador o con Venezuela, o de apreciar como proliferan los intereses armamentistas en la región. El negocio de los gringos es redondo: “O te armas o te jodemos” seguramente exclaman esos militares y empresarios degenerados en las reuniones conjuntas en el Pentágono o en la CIA cuando se refieren a los líderes latinoamericanos antiimperialistas.

En fin -decíamos en aquel artículo- “Colombia será una amenaza real en el Pacífico para interferir las relaciones Asia-América del Sur, y a causa de sus bases militares yanquis será un blanco nuclear en una posible guerra mundial, para la cual se viene preparando el imperialismo yanqui desde que entró en su fase de desintegración estructural. Y, algo muy grave a corto plazo, es que desde Colombia se trata de implosionar a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) bloqueando y entorpeciendo sus vínculos y sus proyecciones, por tierra o por mar, e incluso por el espacio pues parece que el imperio se prepara para la batalla cósmica donde los satélites son el blanco preferido”.

Y ahora, entre los gobernantes colombianos y estadounidenses hay una táctica peligrosa pues están en un juego donde sus adversarios juegan cooperativamente mientras que ellos no. Esconden las fichas y desean u obligan a que los otros las enseñen. Colombia declara que no mostrará el acuerdo militar con los EEUU, mientras éste, a través de su vocero del Departamento de Estado, exige que Venezuela ofrezca toda la información militar acordada con Rusia o con China. ¡Tamaña sinvergüenzura la de esos yanquis!

¡Vaya usted a lavarse el paltó Mister Obama! podrían exclamarle desde cualquier punto de la geografía y con cualquier voz digna de este mundo.

Por cierto, las bases estadounidenses en Colombia son parte de ese plan global de dominación imperialista para poseer espacio de maniobra, refuerzo logístico rápido y control, desde ese “punto central” del globo terráqueo, sobre la zona del Pacífico sur americano, sobre el Mar Caribe y sobre las salidas hacia el Atlántico. Pero como en esa estrategia imperial, Venezuela bolivariana, la hermana ancestral de Colombia, puede romper el esquema o modelo ideal de dominación gringa, entonces se convierte en objetivo central del CMIC, y las bases militares estadounidenses se constituyen en un enorme peligro para la soberanía y la integridad territorial de la Patria fundada por Simón Bolívar.

Contra ellas debemos actuar en las Patrullas, en la Milicia Nacional Bolivariana y en cuanto espacio tengamos disponibles -junto a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana- de manera que los radios de acción de las bases gringas no traspasen las fronteras hacia esta noble nación. ¡Denme Venezuela en qué servirle que tiene en mí a un hijo! Exclamó José Martí en una ocasión hace cien años y ha quedado grabado en la memoria de los pueblos bolivarianos que sabrán hacer prevalecer los ideales de El Libertador.

Contra las bases militares gringas debemos dirigir a todas las fuerzas progresistas del planeta porque en Venezuela se juega el destino de América Latina, y América Latina es la esperanza del mundo.

*Artículo publicado originalmente el 17/09/2009 en Aporrea.org

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