El que con "ultras" se acuesta...

El gobierno se halla en una grave encrucijada y parece que nadie en el poder se da cuenta de la magnitud del desorden y violencia que se avecina porque selló alianzas de muerte en la etapa electoral con sectores ultra radicales, los que consideran que sobre esa base de apoyo se asentó el caudal del voto más prudente a instancias de Alejandro Toledo y Vargas Llosa a quienes, dicho sea de paso, aborrecen y detestan sin miramiento alguno.

La reorientación política y económica decidida por el gobierno ha provocado que los ultras se sientan traicionados hasta la médula y, es ya más que evidente, que le han declarado una guerra sin cuartel al régimen para generar inestabilidad social y política de modo permanente. Grave error ha sido el cometido por el Presidente y por muchos sectores de la prensa cuando el 5 de Abril recordaron y analizaron a su modo un aniversario más del autogolpe de 1992 y, como es obvio, todos en un Estado de Derecho, vamos a opinar en contra de ese tipo de medidas.

Sin embargo, no podemos dejar de ver el otro lado de la medalla: la ingobernabilidad propiciada por los propios líderes políticos que llevan al pueblo a exigir de sus mandatarios medidas de tal índole dándole su casi absoluto apoyo popular, de modo que tenemos que recordar la triste historia del Perú con políticos sin visión de Estado y sin actitudes de liderazgo firmes dentro de la institucionalidad que aún no ha sido construida en el Perú, que nos acostumbró a los eternos golpes de Estado y nuevas Constituciones. El debate debió centrarse en cómo construir esa institucionalidad para que salgamos de ese círculo vicioso porque con este régimen puede ocurrir lo mismo si las cosas siguen así.

Tendremos paralizaciones y tomas de carreteras, violencia a cada instante, daños irreparables en las economías regionales y locales, los terroristas financiados por el narcotráfico se volverán cada día más audaces y agresivos, la red internacional de los ultras rojos amagará sobre todo el Estado desde fuera del país y desde adentro con sus infiltrados. El Congreso tiene el deber de mostrarse como un bloque sólido de institucionalidad y el Ejecutivo demostrar que cuenta con planes eficaces de contingencia. Del Poder Judicial solo nos queda no perder la esperanza (Con información del diario Expreso).