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Viernes 13 de abril 2012

Teresa González de Fanning

Por: Grover Pango Vildoso.
Teresa González de Fanning
Foto: Wikipedia

Dos grandes sufrimientos marcaron la vida de Teresa González de Fanning: la pérdida violenta de sus hijos aún niños y la muerte de su esposo, el marino Juan Fanning, en la batalla de Miraflores frente a los invasores chilenos en la guerra del Pacífico, en enero de 1881.

Era doña Teresa natural de Nepeña, Ancash (1836-1918), una mujer de familias acomodadas que casó muy joven y que pronto  se encaminó por la literatura participando en círculos intelectuales, muy extraños por aquella época al tratarse de mujeres, como las “Veladas Literarias” que promovía la poeta argentina Juana Manuela Gorriti. Ella, como Mercedes Cabello, Clorinda Matto, Carolina Freyre, Elvira García y García, Lastenia Larriva y María Jesús Alvarado pertenece a “la primera generación de mujeres ilustradas del Perú”.

Hizo periodismo en diversos diarios y revistas. Los artículos que doña Teresa publicaba inicialmente, protegida por seudónimos como “María de la Luz” o “Clara del Risco”, fueron develando las preocupaciones que, especialmente sobre educación, esta extraordinaria mujer albergaba. La edición de su libro “La educación femenina” (1898) se logró con buena parte de esos artículos, adjetivados como “pedagógicos, morales y sociológicos”, ya liberada además de los seudónimos.

La muerte de su esposo fue un poderoso estímulo para que Teresa González decidiera consagrarse a la educación de niñas mediante el “Colegio Fanning”, fundado en marzo de 1881. Ella misma se impuso la tarea de preparar los textos de Historia del Perú, Geografía y Economía Doméstica que se utilizaban allí. Algún tiempo más tarde (1894) entregó la dirección del liceo a doña Elvira García y García.

Eran también aquellas épocas de intensa polémica entre la educación laica y la religiosa. Ha quedado registrado el público contrapunto de opiniones que sostuvieron Elvira García y García con Lastenia Larriva de Llona, en representación correspondiente a las posiciones en conflicto. Doña Teresa fácilmente optó por la primera, que consideraba más conveniente para la mujer en un anhelado nuevo rol. Lo dice claramente en una de sus artículos: “La educación de la mujer es la base sobre la que se alza el edificio social. De ella depende el edificio de la familia, ese laboratorio de hombres, de donde han de salir los ciudadanos que den lustre a la patria o que la hundan en el abismo del retroceso.”

En general, el gran mérito de Teresa González de Fanning radica en su compromiso precursor con la educación nacional y muy específicamente con la educación de la mujer. Planteó que ser buena esposa y buena madre ya no era suficiente. Se debía avanzar hacia una educación que le ofreciera una formación laboral, rechazando de paso el desdén social por el trabajo femenino, y por consiguiente lograr una menor dependencia del marido.

Al referirse a los escritos de doña Teresa, señala Jorge Basadre: “Hizo ella en estas páginas una crítica franca, valiente y elevada sobre la condición en que estaba entonces el proceso de la formación cultural de la mujer y un planteamiento sobre el rumbo y los objetivos que él debía seguir, adelantándose a su tiempo. No fue escuchada ni tomada en cuenta en su época; pero queda históricamente como una precursora.”

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