El fanatismo es una apasionada, incondicional, desmedida y obstinada adhesión a una causa, que se expresa -algunas veces- de modo indiscriminado y violento, en temas de religión, política, deportes, personajes famosos, entre otras obsesiones que constituyen desequilibrios `psicológicos.
El fanatismo que supera la racionalidad, puede llegar a extremos peligrosos, como encarcelar, torturar y matar seres humanos. A través de las crueldades trata de imponer una creencia, que es “sagrada” para el fanático, Algunos fanáticos hasta se han dado el lujo de cambiar el curso de la historia.
Se caracteriza por ser un gran enemigo de la libertad. Los medios donde impera el fanatismo son realidades donde es difícil que prospere el conocimiento y donde parece detenerse la dinámica de la vida y de la historia. Un mundo contrario a la naturaleza humana. El fanático pretende dominar a las personas parta quitarles su visión del mundo. Millones de religiosos sufren esta situación.
Algunos rasgos del fanatismo son el dogmatismo: fe en una serie de verdades que no se cuestionan ni razonan y cuya justificación lo es por su propia naturaleza o con relación a alguna autoridad; carencia de espíritu crítico: no se admite la libre discusión acerca de las propias verdades, ni su crítica racional.
Se limita la conciencia del yo, y se pierde la individualidad, acentuando el sentimiento de pertenencia a lo otro. Se procede a la adhesión incondicional a sectas y facciones totalitarias políticas o religiosas, la entrega a un grupo o personas posesivas. Existen solo dos categorías: buenos y malos; odio a la diferencia: desprecio y rechazo de lo que escapa a unos determinados modelos.
El fanatismo resulta muy peligroso para el propio obseso. Se pierde la noción de la verdad, al obstruirse los mecanismos para profundizar en el conocimiento. Con una actitud dogmática resulta difícil o imposible descubrir la realidad. El fanático vive una ficción que le permite vivir a costa de la verdad. Se miente a si mismo pero parece que termina por creer en su mentira.
Esta enfermedad siempre ha conducido a muertes injustas, conflictos sociales, guerras, masacres, limpiezas étnicas e injusticias. En la agresión, el fanático es muy parecido al psicópata: es indiferente al daño que causa a las personas y trata de presentar una mentira para justificar sus actos dolosos. El fanático está muy cerca de la psicopatía y de la sociopatía.
El fanático necesita seguridad. Se trata de una especie de compensación frente a un sentimiento de inferioridad. A mayor trascendencia de la duda, mayor es la tensión que se produce y más fuertes son las sensaciones de incertidumbre, inseguridad, lentitud de las acciones y temor, que desata la violencia compulsiva del fanatismo.
Con su conducta, esta clase de personas lograr eliminar casi totalmente la incertidumbre. Actúa con un alto grado de coherencia personal que refuerza el mecanismo irracional: se siente seguro y su seguridad refuerza el fanatismo. Su certeza le libera del temor y esa liberación refuerza su fanatismo.
Los religiosos fanáticos han realizado actos que van en contra de la propia religión lo cual demuestra que el individuo no está actuando con fe, sino por obsesión. El fanático religioso se identifica con un individuo de conducta ciega con una religión en particular, lo que le lleva a cometer actos contra personas que no creen en las “verdades” de su religión.
Nuestra cultura occidental y consumista también estimula el fanatismo desde la escuela: héroes de alto rango que dieron su vida por su país pero ignoran a los soldados, mártires que dieron su vida por su dios, conquistadores que extendieron su fe salvadora por el mundo, jefes de Estado que decían ser los “salvadores” del Perú.
Incluso nos hemos habituado a escuchar a deportistas que lo “dan todo por su camiseta”, a entrenadores que exigen “luchar a muerte” por la victoria, y sin embargo, tienen más derrotas que victorias, pero se hacen dueños de la idiosincrasia de los peruanos y así continúan ganando su sueldo mientras se incomodan con todos los aficionados que se atreven a criticar.
Algunos ejemplos de fanatismo son: la inquisición católica, las acciones suicidas del kamikaze japonés en la II Guerra Mundial, la teoría y la praxis del nazismo en Alemania, dejar morir a niños solo porque su religión no les permite realizar una transfusión de sangre y el ataque a las torres gemelas por parte de terroristas musulmanes.
Sostienen varios psiquiatras y sociólogos que mayoría de personas sufre un cierto grado de fanatismo. Existen fanáticos de equipos de fútbol que han matado personas; Charles Manson con su secta satánica, capaces de cometer genocidio; políticos fanáticos, que han asesinado a candidatos a la presidencia. El fanatismo es uno de los peligros más graves que existen en el mundo.