De igual a igual

Después de leer la carta dirigida el último sábado por el expresidente Alan García a todos los militantes del APRA y de confrontarla con las versiones de los diarios aparecidas ayer domingo, ratifico mi idea que para comprender los asuntos internos del partido de Haya de la Torre hay que conocer algo de su historia y de la idiosincrasia de sus miembros.

Un partido político es una agrupación de personas con una ideología común y con un programa de acción derivado de ésta. Su objetivo es llegar al poder con la finalidad de aplicar sus postulados y lograr sus metas en función del proyecto de sociedad que tenga. Esta comunidad no solo contribuye con la confrontación política a través de la exposición y el debate de sus ideas, sino que además provee al Estado de los cuadros políticos y técnicos que se requieren para su conducción.

El APRA es un partido político y tiene vocación de poder. Si descartara su deseo de llegar a conseguirlo no sería un verdadero partido sino un círculo de estudios o de debates, un club de amigos, una ONG o cualquier otra cosa.

Su conformación en el Perú es bastante peculiar. Desde hace más de 80 años su militancia gira en torno de núcleos familiares que acompañaron a Víctor Raúl desde los inicios de su carrera y que han ido alimentando con su descendencia al viejo partido. Las dificultades en sus orígenes por la persecución, el exilio, el encarcelamiento y hasta el asesinato de sus miembros, ha generado una suerte de hermandad y de complicidad que se mantiene hasta ahora y que forma parte de los "pergaminos" con que cada uno de los jóvenes se incorpora a la organización. Casi todos tienen una historia familiar que los vincula sentimentalmente al movimiento y que genera la natural sensación de pertenencia.

Pero el país ha cambiado mucho en los últimos tiempos y el APRA necesita proyectarse como el gran partido socialdemócrata del Perú para este siglo, aunque sus integrantes prefieran ser solamente "apristas".

Alan García le ha pedido a esos núcleos familiares que permitan abrir francamente el Partido y que incorporen y reciban a nuevos militantes como si hubieran estado siempre entre nosotros, sin distinguirlos por no tener un pasado partidario.
Está pensando el expresidente en el futuro de la organización y no solamente en las próximas elecciones. Ahora nos corresponde a todos entenderlo, sin especulaciones (Con información del diario Correo).