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Martes 17 de abril 2012

Cuba en el vórtice de las Américas

Por: Maggie Marín, periodista de la revista centenaria cubana 'Bohemia'
Cuba en el vórtice de las Américas
Foto: Difusión

Cuba.- Poco después de llegar Barack Obama a Cartagena de Indias el viernes 13 de abril, estallaron dos explosivos en esa ciudad portuaria del norte de Colombia. Otro explotó en Bogotá. No eran de gran poder, no causaron heridos ni daños, pero operaron como augurio de lo que vendría después: el genuino desplome de la VI Cumbre de las Américas.

¿Exagero? No creo. Hubo varios sucesos inéditos, de peso. A la cita no asistieron tres presidentes latinoamericanos, otros hicieron mutis antes de la clausura, y sin duda terminó arrastrando consigo los intentos de Obama de recuperar su decadente influencia en la región. Tampoco hubo Declaración Final, ante la falta de consensos en temas medulares y la negativa de Estados Unidos y Canadá de aceptar la inclusión de Cuba.

Por esas paradojas de la historia, la isla mayor del Caribe, que nunca pidió ser invitada, gravitó sobre ese encuentro mucho antes de su comienzo, y estuvo en el vórtice mismo de esta última edición del foro creado por cierto en 1994 por la potencia para –precisemos— asegurarse el control total de América Latina y el Caribe, mientras se persuade a gobiernos y pueblos de son que tratados como iguales en interés de su presente, su futuro y su destino. Falacia auténtica, claro. Peregrina idea.

En el capítulo de 2009, en Trinidad y Tobago, hubo defensas enérgicas al derecho de la Isla a participar en la cita hemisférica. Barack Obama se estrenaba en la Casa Blanca y en el cónclave, y esparciendo glamour y la pretendida cordialidad de su primera época, prometió que estudiaría a fondo el asunto para resolverlo.

Desde luego este encantador de serpientes que cada día tiene menos carisma y más escollos en su vida se consagró a sus asuntos domésticos, al descalabro de la deuda de Europa y a las Guerras Calientes que han sustituido a la Guerra Fría. Y como sabemos, lejos de buscar una solución de "consenso” (célebre vocablo de estos tiempos) para el "asunto Cuba”, ha sido artífice o convidado de piedra de medidas que han fortalecido el bloqueo, ese asedio brutal que acaba de cumplir medio siglo.

Para otorgar a la Isla tamaño protagonismo hubiera bastado lo dicho por el presidente anfitrión, Juan Manuel Santos: "Esta debe ser la última que se celebre sin Cuba”; y hasta el deseo medio timorato pero al fin y al cabo formulado nada menos que por el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, de que en las próximas cumbre "estén todos" los países del continente.

Hubiera alcanzado el reclamo del gobernante boliviano Evo Morales:"¿Cómo es posible que no esté Cuba presente en la Cumbre de las Américas?. ¿De qué integración podemos hablar si estamos excluyendo a Cuba?”. O lo que dicho por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ausente en Cartagena y para quien si las discusiones de los presidentes no fueron transmitidas por televisión fue para complacer los intereses de Gringolandia. "Como se iban a debatir temas que iban a poner en evidencia que Cuba no es la aislada, sino que el aislado es el imperio”.

Hubiera sido suficiente, es seguro, la sentencia del canciller venezolano, Nicolás Maduro: "La lápida (a la cumbre) se la pondrá el Gobierno de los Estados Unidos si intenta mantener la política obsoleta de excluir a Cuba". Y por supuesto, el comunicado de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, ALBA, cuyos miembros han decidido no participar en las próximas cumbres en las que Cuba no sea invitada, y exigen a Estados Unidos el cese inmediato del bloqueo y el inicio de un diálogo con la Isla basado en el respeto a la voluntad soberana y a la autodeterminación del pueblo cubano.

Pero lo cierto es que fue el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien primero llevó a Cuba al centro de la cumbre celebrada en Cartagena de Indias, Colombia, el sábado y domingo pasados (14 y 15 de abril), cuando está aún no había empezado. Y los laudos que formuló al respecto debieran integrar el catálogo de las sentencias históricas: "Es inaudito que en el siglo XXI algo se llame Cumbre de las Américas y no se invite a Cuba.

Según ciertos países hegemónicos, algunos somos americanos, otros no. ¿Qué Cuba no es americana?, ¿Quién les dijo?, ¿Qué no cumple los requisitos democráticos?, ¿Quién ha decidido esto?, ¿A quién ha invadido Cuba?, ¿A quién ha saqueado Cuba?, preguntó reiteradamente. La ausencia de Cuba es un rezago "del neocolonialismo que debe acabarse en el siglo XXI", apuntó también.

Y añadió verdades como templos: que en esas reuniones no se habla nunca de la verdadera democracia, que todo son palabras que nunca pasan a los hechos. Estas son "cumbres protocolarias” indicó Correa, donde se firman "declaraciones líricas llenas de clichés y de lugares comunes que nada resuelven”. Es "inadmisible la exclusión de Cuba”, dijo al confirmar su ausencia del foro, porque "muchas veces la mejor participación es no participar”. Algún día, añadió además, "nuestros pueblos nos reclamarán que estemos en tantas cumbres y ellos continúen en los abismos”.

Otras afirmaciones enteramente ciertas del joven economista que rige los destinos del llamado país de la mitad del mundo, fueron: "Es terrible que nunca se debatan en esas cumbres problemas muy importantes de nuestra región como el embargo que Estados Unidos impone a Cuba o la ocupación británica de las Islas Malvinas”.

Como se sabe, los gobiernos del resto de los países que integran la ALBA habían venido presionando para que el bloqueo fuera tratado oficialmente ante el propio mandatario estadounidense que, la verdad sea dicha, resistió con el magistral estoicismo de un actor de primera las andanadas de que fue objeto la política estadounidense en la cumbre. Porque la petición de No más cumbres sin Cuba fue enfoque consensual y exigencia de Latinoamérica y el Caribe, por sobre credos e ideologías.

Vale por otra parte apuntar que un tema que debió ser cardinal y prioritario ¿cómo no?, fue el de las justas exigencias de soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas precisamente cuando recién se cumplieron 30 años de la guerra con Gran Bretaña. De acuerdo a la agenda previa ello, habría sido ninguneado en tanto se otorgaba (como fue) un rango trascendente a la lucha contra las drogas, tan letal y violenta si se perpetra a lo gringo, que en los seis últimos años los carteles del narcotráfico y del crimen le ha causado a México 50 mil muertos y en Centroamérica otros 20 mil solo en 2011.

Una guerra cuyo corolario es adverso pero desde luego constituye la coartada perfecta de la potencia para entrar en nuestros países con todo (ya sabemos cómo y para qué) en tanto la militarización que la escolta es puro beneficio para los permanentes planes bélicos y de opresión y saqueo del coloso en nuestras repúblicas.

Pero los citados y otros asuntos graves y esenciales para la región no han tenido la debida atención o fueron soslayados por una supuesta integración y un pretendido desvelo por la seguridad, cuando el interés real y supremo de Washington en América Latina y el Caribe - tal como declaró un importante pero indiscreto funcionario de la Casa Blanca y que en efecto se trata de un secreto a voces - es expandir su relación comercial y amarrar corto a la región, de enorme potencial y en alza económica.

Así son las cosas. Aunque, y también lo dijo el presidente Correa, con el despertar de nuestros pueblos, eso tiene que cambiar.

(Adital)

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